Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

MÓNICA

Miré el avión privado que esperaba por mí. Toda esta situación me parecía completamente ridícula, sobre todo al imaginar a Antonio ordenando que llevarán a su única hija en la avioneta más lujosa y cara que poseía Grupo élite. Era bastante irónico que este mismo transporte sofisticado me llevaría directo a mi muerte. Recuerdo que cuando era una chiquilla adolescente le rogaba a mi padre que me llevase a Japón, para ver como florecían las flores de cerezo. Su respuesta fue fría, amarga y directa: ese avión solo estará disponible para las cosas que realmente valgan la pena.

Mi muerte era algo que valía la pena.

Dolía más de lo que quería admitir.

—Mi niña —La voz suave y dulce de mi abuela me trajo nuevamente al presente. Un presente que no quisiera vivir. Estaba asustada de él; tuve un pasado dolorosamente embriagador, un presente atemorizante y un futuro que parece desvanecerse frente a mí.

La miré, deseando memorizar cada parte de ella, como una memoria fotográfica, atesorando su olor a lavanda, su voz y su mirada que abrazaba mi estropeado corazón. —Abuela.

Mi única figura maternal.

Ella me miró por unos largos segundos y me abrazo. Fue un abrazo lamentable y protector hacia mi persona. Éramos dos mujeres adentradas en un mundo gris u oscuro, queriendo convertirnos en una luz tenue para guiarnos a nosotras mismas hacia otro mundo con otras tonalidades de colores.

—No estás sola, Mónica. Me tienes a mí y yo velaré por ti. No te rindas tan fácil. Haré lo que esté en mis manos para cumplir con mi promesa de sacarte de este mundo —susurró en mi oído.

Correspondí aún más fuerte su abrazo.

—¿Cómo? —susurré, tragándome el nudo de mi garganta— Él me mandó a morir a Moscú.

Mi abuela abandonó mi cuerpo y sentí una ola de frialdad atravesando mi piel, sintiéndome nuevamente desprotegida.

—Intenta tener una vida normal como si fueses una universitaria: actúa como una rica heredera tonta, sin ningún demonio que te atormenté —dijo drásticamente y tomó mis manos entre las suyas.

—Ellos me matarán —dije con un suspiro áspero y doloroso.

—No, no lo harán mientras yo esté aquí—Se descolgó una mediana bolsa de Prada negra y me la entregó. —Confía en tu abuela.

Tomé la bolsa misteriosa.

—¿Qué es?

Ella colocó la bolsa en mi hombro derecho y con mi mano izquierda tomé mi enorme maleta morada.

—Son tus dulces favoritos —contestó con un tono divertido. —, dudo que en Moscú existan dulces picosos de tamarindo.

Me reí débilmente.

—Ahora debes irte—Me empujó hacia el avión. — y demuéstrales quien es Mónica García.

.......

Al entrar a los terrenos de la Academia Anisimov, los cuchillos recién afilados no era lo únicos aroma que perdura en el ambiente. El hedor de la riqueza y la pretensión invade todas las superficies porosas que me rodean. La entrada principal estaba justo en el centro: un sólido conjunto de puertas dobles flanqueadas por columnas blancas. Tres hileras de ventanas de cristal se apilan ordenando a lo largo y ancho del edificio, indicando tres plantas distintas. Atravieso la entrada y paso por adelante del ajetreo de la sala común, un espacio enorme lleno de libros, una chimenea central y un montón de cómodos sofás.

Destrúyeme, cariño (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora