cap4

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Felix se sentó en la cama de su habitación, las luces del atardecer iluminando su espacio con una suave calidez. Su corazón seguía latiendo con fuerza desde el día de la decisión. Aunque había cedido su puesto a Karina, no podía quitarse la sensación de que había perdido algo esencial en su vida. La emoción de ser capitana se había desvanecido, dejando un vacío que la incomodaba.

A pesar de la alegría de sus compañeras, que parecían emocionadas con Karina al mando, Felix no podía evitar sentirse traicionada por sus propias decisiones. Había querido ser una buena líder, pero lo que había conseguido era sentirse insignificante. La idea de seguir en el equipo como una simple porrista la frustraba; no quería ser parte de algo donde no se sentía valorada.

La mañana siguiente, Felix se despertó con la determinación de hacer un cambio. Sabía que tenía que actuar. Mientras se preparaba para el día, miró su reflejo en el espejo, preguntándose qué le había pasado. El brillo en sus ojos había desaparecido, y la confianza que alguna vez sintió se había esfumado. Tenía que recuperar su voz, su esencia.

Decidida, se vistió y se dirigió al gimnasio donde el equipo estaba ensayando. En el camino, sus pensamientos giraban en torno a su decisión. La ansiedad crecía en su pecho, pero sabía que era el momento de tomar el control de su vida.

Al llegar, las risas y los murmullos de las porristas llenaron el aire. Karina estaba al frente, dirigiendo la rutina con confianza, mientras Felix la observaba desde la puerta. La imagen de Karina, con su cabello brillante y su porte seguro, le recordó lo que había perdido.

El grupo estaba en medio de una formación, y cuando Karina la vio, una sonrisa amplia se dibujó en su rostro. —¡Felix! Ven, únete a nosotras, ya somos un equipo —la llamó, pero la voz de Karina sonaba vacía para Felix. Era una invitación que solo resonaba con el eco de sus inseguridades.

Felix respiró hondo y, a pesar de los nervios, avanzó hacia el centro del gimnasio. Sin embargo, su corazón no estaba en la rutina. La música que antes la inspiraba ahora sonaba distante. Miró a su alrededor y vio a sus compañeras, pero no podía sentir la misma conexión que antes. La alegría que alguna vez había sentido en el baile se había convertido en una carga.

Karina empezó a hablar sobre los próximos ensayos y la competición, pero las palabras de la chica solo resonaban como ruido blanco en la mente de Felix. La incomodidad la invadía, y la necesidad de hablar sobre su decisión se hacía más fuerte con cada minuto que pasaba.

Finalmente, con una voz más firme de lo que se sentía, se dirigió al grupo. —Chicas, necesito hablar con ustedes —dijo, y las miradas se centraron en ella. El murmullo cesó, y sintió que la presión aumentaba.

—Quiero que sepan que he estado pensando en esto durante mucho tiempo —continuó, con la respiración entrecortada. —Siento que he perdido mi pasión y no puedo seguir siendo parte del equipo. He decidido salir.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Las expresiones de sorpresa y confusión llenaron el rostro de sus compañeras. Karina frunció el ceño, claramente molesta por la interrupción. —¿De qué hablas, Felix? ¿Por qué querrías dejar? Ahora que soy la capitana, ¡esto solo se pondrá mejor!

Felix se sintió mal por la reacción de Karina, pero ya no era su responsabilidad. Había pasado demasiado tiempo sintiéndose presionada y no podía seguir así. —No es rendirse. Simplemente estoy eligiendo lo que es mejor para mí —respondió Felix, con la voz más firme.

Con un nudo en el estómago, se dio la vuelta y salió del gimnasio, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Había dejado atrás algo que había sido importante para ella, pero al mismo tiempo, había tomado una decisión que necesitaba.

Una vez afuera, respiró profundamente, como si liberara todo el peso que había estado cargando. Se sentó en un banco cercano, sintiendo cómo el sol se filtraba entre los árboles, dándole un cálido abrazo. En ese momento, supo que había tomado la decisión correcta, aunque doliera.

Después de un rato, Hyunjin apareció, con su cabello despeinado y una expresión de preocupación en su rostro. —Felix, ¿estás bien? Te vi salir apresurada y me preocupé —dijo, sentándose junto a ella.

—Tomé una decisión —murmuró, sintiendo que las lágrimas finalmente se desbordaban. —Salí del equipo de porristas.

Hyunjin la miró con sorpresa, pero no dijo nada. En su lugar, la tomó de la mano, brindándole el apoyo que necesitaba. —¿Por qué?

—No me sentía valorada, y me di cuenta de que ya no era lo que quería. Necesito encontrar mi propio camino, incluso si eso significa empezar de nuevo —respondió Felix, sintiendo que su corazón se aliviaba poco a poco.

—Eres increíble, Felix. No dejes que nadie te diga lo contrario. Si sientes que esto es lo mejor, entonces lo es —dijo Hyunjin, su voz suave y sincera. La confianza que siempre había sentido en él le daba fuerzas.

En ese momento, Karina los vio desde la distancia y sintió una punzada de celos al ver la cercanía entre Felix y Hyunjin. Sin pensarlo dos veces, decidió interrumpir la conversación y acercarse. Con una sonrisa forzada, se sentó sin previo aviso en las piernas de Hyunjin, acomodándose con una actitud desafiante.

—¿No es esto un poco incómodo, Hyunjin? —dijo Karina, mirándolo a los ojos mientras trataba de incomodar a Felix.

Felix sintió que la incomodidad se instalaba en su pecho. No podía creer que Karina estuviera haciendo eso. En lugar de confrontarla, decidió que lo mejor era no alimentar la situación.

—Voy a... necesito irme —murmuró, sintiéndose apenada mientras se levantaba del banco.

Hyunjin, notando el cambio en su tono, la miró con preocupación. —Felix, espera, no te vayas así —dijo, pero ella solo le dedicó una pequeña sonrisa forzada.

—Está bien, Hyunjin. Solo necesito un momento —respondió, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de nuevo. La tensión en el aire era palpable, y no quería quedarle más al juego de Karina.

Sin esperar a escuchar más, se dio la vuelta y se alejó, sintiendo que la libertad que había buscado se desvanecía en el aire. Era una sensación abrumadora, pero sabía que tenía que priorizar su bienestar.

Mientras se alejaba, no podía evitar sentir el peso de la envidia y la competencia. Había hecho su elección, y aunque era doloroso, era el primer paso hacia un nuevo comienzo.

Felix no podía predecir lo que vendría, pero en ese momento, supo que tenía que ser fuerte y mantenerse fiel a sí misma.

LA MEJOR AMIGA O LA MUJER DE HYUNJIN?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora