Capítulo 12

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Jolie suspiró en cuanto llegaron al apartamento de él y Darius bajó del auto sin siquiera darle una mirada. Bajó tras él y le siguió el paso, pero el hombre cada vez se apresuraba más en caminar.

La rubia casi corrió tras él, empezando a fastidiarse con la actitud infantil que había asumido, pero trataba de controlar su temperamento porque así como estaba de alterado y ebrio no iba a conseguir una conversación normal con él.

Aunque no decía nada, le dolía verlo así de mal por su culpa, después de todo, ella siempre deseó poder conservar su amistad y no le gustaba que alguien dejara de ser lo que era por otra persona.

Entraron al apartamento en completo silencio y, mientras Jolie recordaba la última vez que había estado allí antes de marcharse, Darius fue directo a la habitación y sacó una carpeta que le tiró sobre la barra sin decir ni una sola palabra.

—Esperaba que pudiéramos hablar antes de firmar el divorcio.

—No hay nada de qué hablar. Firma y lárgate de mi vida ahora mismo —zanjó y la rubia presionó los labios, asintiendo con lentitud.

Jolie se acercó a la carpeta y la tomó con la intención de leer lo que iba a firmar, pero Darius le arrebató la carpeta de las manos y la abrió en la última página, donde solo debía poner su firma, ya que la de él estaba plasmada en la hoja.

—Déjame leer el bendito divorcio o no firmaré nada y tendrás que seguir casado conmigo —alegó ella y el hombre se vio enarcando una ceja.

—Es solo un maldito acuerdo de divorcio, donde dice que tú y yo ya no seremos más marido y mujer. No necesito nada de ti y tú tampoco necesitas nada de mí. Y como no tenemos hijos ni propiedades que hayamos comprado juntos, no trates de hacerte la lista y firma. Maldita sea, no hagas las cosas más complicadas, Jolie.

—No las hago complicadas, es que no voy a firmar nada sin antes leer —refutó, molesta y algo confusa—. Debo irme ahora mismo, así que me llevaré el acuerdo, lo leeré con calma y te lo devolveré una vez lo firme. Quieras o no, necesitamos hablar, pero ebrio como estás no vamos a llegar a nada.

Darius la acorraló contra la barra sin que ella pudiera evitarlo y acercó tanto su rostro al suyo que se vio conteniendo la respiración. Los ojos oscuros de él, más esas facciones tan perfectas, varoniles y hermosas hicieron que no pudiera decir palabra alguna ni mucho menos le permitió alejarlo de ella. Aunque su aliento a alcohol le inundaba las fosas nasales y le molestó un poco, lo cierto era que su perfume lo tenía bien grabado en su memoria.

Su corazón se aceleró en su pecho cuando él se acercó y su aliento chocó con su mejilla. Estaba tan quieta que parecía un conejito asustado queriendo salvarse de su depredador, pero en ese momento no podía explicarse por qué la cercanía del hombre la tenía tan alterada y estaba sintiendo un calor demasiado intenso en su interior.

—No me hagas perder la paciencia, porque no querrás conocer mi furia —murmuró, deseando ahorcarla allí mismo, pero pronto se vio envuelto en su dulce perfume.

Cerró los ojos por breves instantes, rememorándolo, llenándose de él; sin embargo, se alejó de ella lo más rápido posible cuando el primer golpe de conciencia lo azotó con fuerza. La tomó del brazo con más brusquedad de la que hubiera deseado y la sacó de su apartamento antes de que ella lo derrotara a sus pies.

Jolie se quejó ante tal brusquedad, saliendo de su embelesamiento y sorprendiéndose de nuevo con la fuerza que él ejercía sobre ella. Aún no podía creer que el hombre que en el pasado la guiaba con cuidado en cada paso, le sonreía con dulzura y la miraba como si fuera la criatura más bella y única del mundo, fuese el mismo que en ese instante la estaba tratando tan mal.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora