Capítulo 9

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—Gracias por tu ayuda —le dijo la rubia al hombre a su lado, ganándose una mirada divertida y una sonrisa bastante atractiva—. Te debo una.

—Una más —le recordó y Jolie soltó una risita—. Creo que es hora de que me pagues todos los favores que te he hecho. No es fácil cuando se trata de ti.

—Ah, ¿sí? —enarcó una ceja y el hombre asintió—. ¿Y cuánto te debo?

—El dinero no me hace falta —se viró hacia ella y la tomó del mentón, acercándose a su rostro peligrosamente—. ¿Qué te parece si recordamos viejos tiempos?

—No —Jolie se liberó de su agarre al instante—. Y no es que no quiera, pero no volveré a mezclar la amistad con el sexo. Y tú eres un buen amigo, no me gustaría perderte a ti también.

Maykel resopló con fuerza antes de encogerse de hombros, restándole importancia a lo que ella decía. La chica lo ponía caliente y le gustaba desde hacía mucho, eso era algo que no iba a negarle a nadie, pero su amistad era más significativa que los revolcones que pudiesen tener.

—¿Qué pasa si tu padre te encuentra?

—No lo hará porque nadie más que tú sabe a dónde me iré.

—Buen punto —rio, y la miró con fingida seriedad—. ¿Y tu esposo? Estoy seguro que te buscará.

—No lo sé, pero espero que no lo haga.

—Eres una mujer extraordinaria y toda una belleza, pero tenerte como esposa es la peor de las agonías. Que Dios me libre de toparme con una como tú. Prefiero mil veces el celibato o volverme gay.

—¡Maykel! —chilló la rubia, riendo de lo que decía su amigo—. ¿De lado de quién estás, de mi supuesto marido o del mío? Creí que eras mi amigo.

—Lo soy, pero tampoco voy a negar que siento lástima por el pobre hombre que acabas de abandonar.

Los amigos rieron y bajaron del auto en cuanto este se detuvo frente al aeropuerto, Jolie llevaba unas gafas enormes cubriendo su rostro, una peluca castaña e iba vestida de modo muy casual. No le gustaba la idea de huir y esconderse, pero su padre no le había dejado otra opción, Y aunque estuvo a punto de decirle a Darius, lo cierto fue que sintió miedo de la reacción del hombre. Ella sabía que sufriría y justo eso era lo que estaba evitando.

Pero, aunque quería enajenarse de ese asunto, en realidad ella sabía muy bien lo que estaba provocando al marcharse y dejar todo así, sin solucionar y con varios sentimientos de por medio.

Soltó un suspiro y se obligó a no pensar en Darius ni en nadie más que no fuese en ella misma. No sabía si estaba tomando la decisión correcta o no, pero en ese momento irse era lo que tanto quería. No podía vivir un segundo más atada a un hombre que no amaba y presa en un matrimonio que no deseaba. Para ella lo que estaba haciendo era lo correcto, era lo que su corazón le pedía y su alma necesitaba. Solo había vivido varias horas con Darius, pero era suficiente par afincar sus deseos de seguir disfrutando de su soltería.

Se despidió de Maykel y abordó su vuelo sin complicación alguna. Sería difícil empezar una vida lejos de la que había adoptado como su hogar, lejos de su familia y sus amigos, pero no dejaría de luchar día tras día. Aun tenía bastantes ahorros, los cuales usaría para conseguir un apartamento pequeño en Londres y empezar a buscar trabajo.

Era una abogada de prestigio y se había hecho un hueco año tras año desde que se graduó, así que no sería difícil encontrar un espacio en alguna firma en Londres. El verdadero problema suponía en su apellido y en que su padre truncara su camino. Hacerse de su propia firma era imposible, ya que no contaba con el dinero porque lo había invertido en las acciones de la empresa de su primo, así que no tenía más opción que seguir abriéndose campo como lo había hecho hasta entonces, sola y con la ayuda de una firma.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora