Capítulo 44

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Monse se bajó a toda prisa del escritorio, maldiciendo a la mujer que había interrumpido el único momento en que había podido tener a su jefe tan cerca. Se dio la vuelta con una expresión compungida, abotonando los dos botones de su camisa que había soltado minutos antes, un hecho que Jolie no pudo ignorar.

—No es lo que estás pensando —se excusó Darius, ahora sí siendo muy consciente de la posición comprometedora en la que estaba con su secretaria—. Ayudaba a Monse.

—Desde luego, la ayudabas a quitarse la ropa por el calor que hace en la oficina. Tenías las manos en su cuello y a punto de besarla por mera consideración y causalidad, ¿no?

—No la iba a besar —dijo, acercándose a su mujer, pero está retrocedió, con el ceño fruncido y esperando una explicación que no llegaba y empezaba a molestarla aún más—. Lo que sea que estés pensando, no es verdad.

—Lo que sea que yo esté pensando vale mierda. Lo que cuenta aquí es lo que acabo de ver y créeme que a ojos externos estaban a punto de tener una sesión intensa y sucia de sexo. Si no piensas darme una explicación, será mejor que me largue, pero te advierto de una vez que esta noche no te quiero ver en mi casa.

Se dio la vuelta con toda la intención de irse, pero Darius se lo impidió, abrazándola desde atrás y soltando un largo suspiro.

—Solo ayudaba a Monse porque tiene una alergia muy fea que cubre parte de su cuello, hombro y va hacia su espalda.

—Que hombre tan atento y servicial haciendo de doctor, eh. Por eso estabas casi metido entre sus piernas.

—No me di cuenta en la posición en la que estábamos, créeme, no es como que me estuviera calentando o pensando que íbamos a tener sexo. Solo estaba viendo el área afectada para untarle la crema. Esto lo he hecho muchas veces y no pienses que termina con nosotros teniendo sexo. ¡Por Dios, claro que no! Es decir, Monse es una chica hermosa, pero jamás me ha inspirado un mal pensamiento.

La joven que seguía de pie, bajó la cabeza y se mordió los labios al escuchar al hombre. Ella se esforzaba cada día en hacerse notar, pero era simplemente inútil. No importaba el truco que usara, su jefe jamás se había fijado en ella y la veía como su secretaria nada más, no como la mujer que ella era. Le dolía estar enamorada y no ser correspondida, pero debía admitir que Darius jamás le había dado una ilusión porque simplemente la trataba como a una más de la compañía.

—Siento mucho si esto causó problemas, pero... Bueno, el Sr. Rowe siempre me ha ayudado en estos casos y le puedo asegurar por Dios que nunca sucedido algo entre nosotros. Esta vez mi alergia se propagó por mi espalda y hombro, algo que no es normal, ya que solo me había estado saliendo en parte de mis manos y antebrazos —explicó la chica—. El Sr. Rowe es el hombre más respetuoso que pueda existir y he conocido, jamás me ha puesto una mano encima con segundas intenciones.

—Y bien quieres que tenga segundas intenciones —siseó, pero solo Darius la escuchó y una sonrisa divertida vaciló en su rostro—. Niña, si tienes una alergia terrible que necesita ser tratada, estás en el lugar equivocado. ¿Por qué no vas con un doctor? Darius es un ingeniero biomédico, no un médico que trata con alergias.

—Lo siento —susurró y salió de la oficina como alma que lleva el diablo, avergonzada de la situación.

—Tengo que confesar que verte celosa me enciende tanto —susurró en su oído—. Te ves tan caliente y sexi.

—Eres un idiota infeliz —Jolie quiso liberarse del agarre del hombre, pero él la abrazó más fuerte y dejó un beso húmedo en su cuello—. En este momento no estoy para soportar tus comentarios, así que suéltame que debo irme.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora