Jolie arribó a la empresa y subió directamente a la oficina de Jeray, puesto que su primo la había llamado para que se reunieran.
Luego de días en los que se dedicó a desempacar la mudanza e inscribir a Loana a la escuela, por fin estaba lista de empezar a construir un nuevo sueño: tener su propia firma de abogados.
Su padre le propuso ayudarla financieramente y, aunque quiso declinar su oferta, lo cierto era que el hombre no se daría por vencido y usaría cualquier estrategia para que ella aceptara, así que le entregó parte de su herencia, para que ella pudiese iniciar cuánto antes su nueva meta en la vida. Estaba feliz por su hija, por el hecho de que regresara al país y no los apartara más tiempo de su vida. Se sentía feliz y orgulloso de ella, de que superara y abriera su corazón para que pudiese ver cuánto la amaban.
Jolie no podía creer lo que estaba pasando, ya que todo sucedía muy rápido. Cuando creyó que se sentía atada y doblegada a un miedo que la hizo cometer muchos errores, jamás imaginó que su vida daría un vuelco y que todo sería en pro de su felicidad.
Agradecía tener a los mejores padres del mundo, quienes le había dado la vida y día a día superaban el amor que le tenían y ella ayuda comprendía demasiado bien. Su familia era su gran apoyo y todos la amaban y la protegían por igual. Aunque siempre llevaría a sus padres biológicos en su corazón, no podía pedir otra familia que la que tenía y amaba con locura.
Darius era su guía, el amor de su vida y la llama que la mantenía encendida. Él junto a su hija era lo más bonito que tenía y lo que jamás imaginó tener, era un tipo de amor que sobrepasaba límites. Darius y Loana eran su motor y las bases de su propia familia. Puede que al principio no todo fuera color de rosa, pero incluso entre los grises nunca perdió la esperanza de ser feliz y amada.
En cuanto llegó al piso de Jeray, sonrió al ver a Avery bebiendo lo que parecía un té y comiendo galletas mientras sus ojos se deslizaban perezosamente por la pantalla de su computador. La chica moría de sueño y ella que había estado en su misma posición, comprendía su cansancio y las ganas que sentía de dormir todo el tiempo.
—¿Por qué no estás en casa, Avery? Deberías estar descansando y no trabajando —inquirió, sacando a la joven de su letargo y le sonrió viéndola bostezar—. Jeray no es un abusador y un hombre que debería soltarte un poquito.
—Oh, la que insiste en trabajar soy yo —susurró con las mejillas sonrojadas—. Jeray todos los días trata de convencerme para que me quede en casa, pero amo el trabajo y no me gustaría quedarme el día sin hacer nada.
—Desde luego que también está el hecho de que tienes un jefe atractivo y que te hace imposible dejar de venir al trabajo, ¿no?
Aunque Avery no dijo nada debido a la vergüenza que la azotó, debía admitir que le gustaba estar en la oficina y cerca de Jeray. Le gustaba aprender de él y amaba cuando se tomaban espacios donde la pasión les hacía olvidar que se encontraban trabajando.
—Veo tus pensamientos, Avery, y déjame decirte que ya te imaginas encima y debajo de él, ¿eh? Qué atrevida —incordió.
—¡No, no me estoy imaginando nada!
Jolie soltó una carcajada al tiempo que la puerta de la oficina se abría y Jeray se acercaba a ellas con una mirada inquisidora hacia la rubia.
—Oh, claro que lo imaginas —le guiñó un ojo a la joven y esta sonrió con el rostro completamente rojo—. Querido, no tienes que parecer un acosador. ¿Eres así cada vez que alguien viene a tu piso?
—¿Así cómo? —Jeray frunció el ceño, estirando la mano y acariciar la mejilla de su ángel—. ¿Por qué estás tan sonrojada? ¿Qué le estás haciendo a mi novia, Jolie?
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Desliz[✓]
RomanceJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...