Jolie recordó su primer embarazo y, aunque al principio lloraba y solía comer bastante y tener pocos malestares como vómitos, en este apenas vio el resultado positivo, fue como si los síntomas se revelaran con una fuerza avasallante.
Habían pasado dos días, pero sentía toda una eternidad cuando despertaba y lo primero que hacía era vomitar. Sentir el olor a la comida la hacía vomitar el doble, no importaba la hora o el lugar en el que se encontraba, pero incluso hasta el aroma de su perfume le provocaba náuseas. Sentía cansancio, mucho sueño y mucho mareo.
Estaba feliz de ser madre, pero los malestares la estaban matando y aun debía soportar algunos meses más para que desaparecieran.
Salió del baño con las mejillas sonrojadas, el sudor corriendo su frente y limpiando su boca con un pañuelo. Apenas despertó y el olor a la comida que preparaba su esposo como cada mañana desde hacía tres días, descargó lo poco que tenía en el estómago. Se sentía débil y la cama la incitaba a enrollarse en las cobijas y permanecer allí durante todo el día, sin embargo, su estómago rugió y exigió algo delicioso. Además de que estaba feliz, puesto que era el día de ir a su primer control.
Arrastrando sus pies y susurrándole palabras cariñosas a su bebé, bajó a la primera planta, donde encontró a Loana y Darius en la cocina, hablando y riendo. El olor a la comida la hizo hacer una mueca, aun así, tenía hambre, solo que su bebé se empeñaba en hacerla volver al baño.
—Buenos días, mis amores —saludó, dejando un beso en la mejilla de su pequeña y otro en la de su esposo, quien la tomó de la cintura y besó sus labios con brevedad—. Muero de hambre, pero existe la inminente amenaza de que lo vomite todo y sin comer nada.
—Este bebé es todo un travieso —Darius soltó una risita, acariciando su vientre y agachándose para depositar un beso en su estómago—. No seas tan malo con mami, mi amor.
Jolie sonrió enternecida, viendo a su esposo volver a dejar un beso en su plano vientre y susurrar, mostrando una sonrisa tan grande y brillante que calentaba su corazón. Le acarició el cabello y él la miró, guiñándole un ojo y dejando un último beso en su vientre antes de volver a poner toda su atención a la estufa.
—Estoy ansioso por verlo.
—O verla —dijo Jolie y su marido la miró sonriendo.
—¿Aun no sabremos si es ella o él? —inquirió, a lo que Jolie negó, sirviéndose un vaso de jugo de naranja—. ¿Entonces hasta cuándo?
—Todavía es muy pronto, quizá a los cinco o seis meses ya se pueda dejar ver. Pero también existe la posibilidad de que el bebé se ponga rebelde y no se deje ver. Loana se dejó ver a los siete meses, estaba renuente.
—Oh, es una pena. Pensé que nos dirían si era niña o niño pronto, así le podría empezar a comprar sus cosas o decorar su habitación.
—Con calma, mi amor —le tranquilizó—. Hasta ahora tendremos el primer control. Las cosas del bebé las compraremos poco a poco. Siento la misma emoción que tú, pero el embarazo es por etapas y hasta ahora estamos en la primera. Cuando el embarazo esté más avanzado y no exista riesgo...
—¿Riesgo? —Darius la miró, entrando en pánico y sintiendo que no podía respirar.
—Todo embarazo tiene riesgos...
—No pensemos en eso —dijo con cierto temor y ella asintió—. Tanto tú como el bebé estarán bien y él o ella nacerá sano y salvo.
—Tienes razón, mi amor. Todo estará más que bien.
Los tres se sentaron a disfrutar del desayuno, después prepararse para dejar a Loana en la escuela y de ahí salir hacia la clínica. La pareja estaba feliz y emocionada, pero más lo estaba Darius, que no dejaba de sentirse ansioso y divagar sobre una cosa y otra que hacía sonreír a su mujer de tanto en tanto.
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Desliz[✓]
RomansJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...