Capítulo 30

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La noche fue larga y llena de preocupación para Jolie que no pudo dormir pensando a dónde había ido Darius. Sabía en su interior que quizá estaba bebiendo, pero eso no quería decir que no estaba preocupada por él.

Le preocupaba ese problema que tenía con el alcohol y parecía no darse cuenta de las afectaciones que aquello le traía no solo a él, sino también a todos quienes lo rodeaban. Su alcoholismo aumentaba, cuando ella creía que con Loana mermaría con el paso de los días, por lo que se preguntaba si ella tenía que ver con su problema y era la culpable de que él bebiera como si el mundo se fuese a acabar.

Le dolía y la enojaba por igual que las cosas entre ellos estuviesen siendo de ese modo. Ella lo que menos quería era discutir con él, pero cualquier cosa parecía estallar su furia. Él siempre estaba a la defensiva y cuando menos se lo esperaba se desfogaba, diciéndole palabras hirientes y que ella misma incluso creía merecer, pero que de igual manera le dolían y la mortificaban.

Quería entenderlo, pero el hombre la confundía de sobre manera y así como le hacía sentir demasiada pasión y calidez, también la enojaba y la hacía llorar, como en ese momento donde se sentía llena de tristeza y lloraba con tanto sentimiento que le ardía el pecho.

En su cabeza aún rondaban las palabras que le había dicho y, aunque no quería darle mayor importancia, lo cierto era que se preguntaba si Darius no era consciente del poder de sus palabras y de lo que estas implicaban.

Seguían casados, pero estaban muy lejos de ser un matrimonio lleno de amor e ideal como le había hecho creer a Loana.

¿Cómo se atrevió a decirle aquello a su hija? Peor aún, ¿cómo se atrevió a darle ese toque con la boca que solo ayudó a avivar sus deseos y destrozar su fuerza de voluntad?

No quería involucrar a su hija en el enredo que eran ellos, que la ilusionara y luego la lastimara cuando hicieran una vida por aparte. No le gustaría ver sufrir a su hija ni mucho menos le gustaba que le dijeran mentiras. Y ahora que todo era un caos entre ellos no tenía ni la menor idea de lo que le iba decir a su hija después, cuando Darius no despertara cada mañana con ellas.

Esperó toda la noche por Darius para poder hablar con él y llegar a un acuerdo amistoso. No quería vivir más en esa guerra que la estaba llevando a la locura. Ella quería paz y que él y su hija compartieran a plenitud todo el tiempo que les arrebató tiempo atrás.

Aunque la noche le pareció eterna y se sentía cansada y con sueño, se levantó de la cama cuando la luz del día iluminó su habitación. Se envolvió en una manta y fue a la cocina a prepararse un café bien cargado. Ya había perdido las tazas de café que había bebido, así que una más no haría ninguna diferencia y tampoco le haría más daño del que ya tenía por dentro.

Miró la hora en su teléfono y se asombró de que fuesen las seis de la mañana y aun no había rastro de Darius. Intentó llamarlo y enviarle mensajes, pero los mensajes eran ignorados hasta que dejaron de llegar y las llamadas iban directo a buzón.

Jolie empezaba a molestarse, le molestaba el hecho de que Darius la juzgara cuando él también estaba cometiendo errores de manera muy consciente. Le molestaba que pudiera más el vicio por la bebida que el amor por su hija.

Buscó entre sus contactos el de su primo. Sabía que era la media noche y que probablemente él ya estaría durmiendo o compartiendo con Avery, pero en ese momento no sabía con quién más hablar. Jeray era el único que podía ayudarla y, con suma urgencia, necesitaba desahogarse con su mejor amigo.

Jolie: ¿Interrumpo algo importante?

Pasaron algunos minutos antes de que recibiera una respuesta, haciéndola sonreír.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora