Capítulo 17

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Jolie y Darius entraron a la cafetería más cercana y tomaron asiento en una mesa alejada y donde nadie pudiera interrumpirlos. La rubia estaba tan nerviosa y ansiosa que su corazón empezó a latir con mucha fuerza y rapidez, y sentía que su estómago se revolvía con cada respiración errática que daba, anunciando un malestar que le provocaba por fin tener la atención de Darius.

Una de las meseras se acercó a su mesa con una sonrisa amable en los labios, misma que se borró al presentir la tensión que había entre la pareja.

—Muy buen día, ¿qué les ofrecemos?

—Un café bien cargado, por favor —pidió Jolie y la joven anotó, posando su mirada en el hombre.

—Con el café es más que suficiente —zanjó este sin quitarle la mirada a la rubia ante sí.

La joven asintió y se alejó de la mesa, dándoles la privacidad que necesitaban. Darius se cruzó de brazos y ladeó la cabeza, esperando que Jolie empezara a hablar, pero empezaba a impacientarse con el silencio.

—No tengo toda la vida para esperar a que te decidas a decir palabra alguna —gruñó—. Habla de una vez.

Jolie soltó un profundo suspiro y rebuscó algo entre su bolso. Cuando sacó el anillo que hacía años él le había dado como muestra de su amor, Darius no pudo evitar tensarse y recordar ese momento en el que abrió su corazón y ella le enterró una daga. Juraba que ella había desechado el anillo, por lo que era sorpresivo y confuso que aun lo conservara.

—Primero que todo, quiero devolverte el anillo —lo extendió y el hombre tardó varios segundos en recibirlo—. Me lo diste hace mucho tiempo y ciertamente no merecía tenerlo conmigo... pero créeme que nunca pensé en deshacerme de él. Sé lo importante que es para ti, ya que pertenece a tu familia.

—Sí, y cometí la estupidez de dárselo a la equivocada —farfulló con la mandíbula tensa, apretando el anillo entre la palma de su mano—. ¿Eso era todo?

La joven mesera se acercó con el café y lo puso en la mesa, dándole una mirada breve a la pareja antes de retirarse.

Jolie le dio un sorbo a su café de inmediato, buscando la valentía que no tenía en ese momento en la bebida oscura y amarga.

—No —suspiró y carraspeó, ignorando el temblor en sus manos y el nerviosismo que estaba pretendiendo hacerla acobardar—. Sé que no quieres escucharme, y lo entiendo, créeme que lo hago. Después de lo que hice no merezco tu perdón, pero tampoco considero justo que te estés comportando de esta manera cuando en el pasado fui muy clara contigo y tú seguías creyendo que estando casados íbamos a ser muy felices. Hace cinco años lo único que quería era crecer profesionalmente y dedicarme de lleno a mi carrera, por lo que nunca consideré ni en sueños tener una pareja ni mucho menos casarme. Quizá mi disculpa no sea suficiente para ti; no obstante, quiero que me perdones por haberme marchado y no haber afrontado el matrimonio como una adulta, tal vez si me hubiese quedado, las cosas entre nosotros no serían de esta manera, pero entiéndeme tú a mí también; la presión que mi padre ejerció en mí me llevó a tomar la solución más rápida que tuve a la mano y por eso hui. Lo último que quería era hacerte daño y por mis decisiones erróneas lo hice, así que, no importa que no me perdones y tampoco me creas, quiero que sepas que nunca quise hacerlo a propósito —lo miró con un nudo en su garganta y con la voz quebrada—. Todo lo contrario, siempre deseé que encontraras el amor, que fueras muy feliz y que la mujer que se ganara tu corazón lo supiera cuidar y valorar, porque debemos ser sinceros, pero si me hubiera quedado contigo, esa felicidad sería falsa y no la que tú merecías. Yo... no hubiese podido amarte como tú sí lo hacías.

Darius cerró los ojos con fuerza y se obligó a no ceder ante lo que estaba experimentando en su pecho. Él ya había cerrado ese circulo y no volvería a caer por unas cuantas palabras vacías y que llegaban muy tarde. Por mucho tiempo la esperó, por muchas noches deseó que regresara y le dijera que intentaría amarlo, que se había equivocado y que al fin se había dado cuenta de lo que sentía por él, pero ella nunca regresó, ni siquiera fue capaz de enviarle un mensaje o llamarlo para saber cómo estaba.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora