—¿A dónde vamos, papi? —inquirió Loana, abrazando a Darius por el cuello e intentado darle algo de calor al verlo solo en una camiseta gris.
—No sé, mi amor —murmuró y terminó riendo ante su arrebato, deteniéndose una calle más arriba de la casa de Jolie—. Hace frío, ¿verdad?
—Mucho —su pequeña lo abrazó aun más fuerte y escondió la cabeza en el cuello del hombre—. Si te abrazo fuerte ya no sentirás frío.
Darius volvió a reír y dejó un beso en su frente, agradeciendo que su pequeña fuese su ancla en la realidad, porque de no ser por ella, no tendría ni la menor idea a donde hubiese ido.
No lo pensó demasiado y regresó a la casa a paso rápido, después de todo, hacia mucho frío y temía que su pequeña enfermera al solo ir con pijama, un gorro y un par de guantes. Además, pensar en que Jolie y el tal Kurt se habían quedado solos en la casa le revolvía el estómago.
Se maldijo en el pensamiento, preguntándose qué diablos estaba haciendo y por qué había actuado de esa manera cuando claramente a él poco debía importarle lo que hiciera Jolie.
Estando cerca a la casa, vio de lejos que Jolie y Kurt hablaban en la entrada. Ella fruncía el ceño y hacía ademanes con las manos, y conociéndola tan bien, sabía que le estaba haciendo algún tipo de reclamo al hombre que intentaba hablar, pero ella se lo impedía con lo rápido que movía los labios.
—Kurt le dio un pico a mami como el papá de mi amiga Ginna se lo da a su mami —dijo de repente de la pequeña, haciéndolo detener y fruncir el ceño sin saber con exactitud lo que debía decirle para que no se hiciera ideas erróneas en la cabeza—. No quiero que Kurt sea mi papá.
—Por fortuna no lo es y nunca lo será, mi amor —aclaró en automático—. Tu papá soy yo.
La niña sonrió y asintió varias veces con la cabeza, acurrucándose aun más entre sus brazos y su pecho. Darius retomó su andar y agradeció que el tipejo se fuera en su lujoso auto antes de que ellos llegaran con Jolie, quien solo les dio una mirada y suspiró llena de alivio.
Mientras Darius dejaba a la niña en el suelo y la ayudaba a quitarse el abrigo, el gorro y los guantes, ella se cruzó de brazos y se reclinó contra con una de las columnas, esperando a que su hija se marchara a la habitación para hablar con él.
Seguía algo confundida con el inesperado beso que Kurt le había dado y molesta con Darius por sus cambios constantes de humor, el hecho de que un día no le dirigiera palabra y al otro le hiciera reclamos que no podía comprender por completo. Y se sentía avergonzada con su hija que había presenciado algo que no debía, si lo que menos quería era confundirla sabiendo que después le preguntaría si Kurt sería su padre, recordando aquella vez que le preguntó con visible curiosidad cuando los padres de una de sus compañeras de la escuela se estaban dando un beso.
Soltó un largo suspiro y su corazón se llenó de ternura en cuanto vio a Loana salir corriendo hacia su habitación y regresar segundos después con un cobertor, extendiéndoselo a su padre e instándolo a abrigarse con el. Para ella, verlos interactuar y demostrarse ese amor entre padre e hija era tan maravilloso y apagaba todos los miedos que sentía en su interior, haciéndola sentir cálida y llena de felicidad.
—Desperté con el delicioso olor a chocolate —Jolie rompió el silencio—. Espero que me hayan dejado un poquito para mí.
—¿Le dejaste chocolate a mami?
—Por supuesto, mi amor.
—Bien, pero no le des masmelos, ¡no le gustan! —Loana se cubrió la boca al instante, encogiéndose en su lugar al revelar que había comido dulce a tempranas horas de la mañana.
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Desliz[✓]
RomanceJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...