Ya había pasado una larga semana en la que, tanto Jolie como Darius se dedicaban a ignorarse lo más que pudiesen. Si coincidían en algún lugar de la casa, hacían de cuenta que el otro no existía y evitaban a toda costa quedarse solos. Hablaban lo necesario sobre Loana y sus necesidades, de resto, vivir bajo un mismo techo era por de más de incómodo, demasiado invasivo y confuso.
Jolie estaba sentada en la oficina de mal humor, cansada y estresada. Seguía trabajando en los tres casos, pero solo uno de ellos se estaba convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza y le estaba dando más trabajo del que había supuesto. Además de eso, su jefe había vuelto a rechazar su carta de renuncia y Darius le había preguntado la noche anterior cuándo regresaban a Londres.
Soltó un sonoro suspiro, apartando la vista de su computador y descansado la frente sobre su escritorio. La cabeza le palpitaba, de momento sin saber qué más hacer para cerrar el caso de la Sra. Hamilton, que cada día parecía complicarse y aquello la frustraba y la molestaba en demasía. La muerte de la Selene Hamilton no podía quedar impune, pero necesitaba a como diera lugar conseguir más pruebas que dieran con el paradero del verdadero asesino, el cual estaba seguro había sido su esposo, pero el hombre era muy poderoso y todo indicaba que había movido hilos para salir bien librado. No obstante, aquello no la iba a detener para conseguir justicia. Los hijos y los padres de Selene Hamilton necesitaban una explicación y merecían paz en sus corazones.
Volvió a suspirar, cerrando los ojos por breves segundos, antes de enderezarse y continuar en su trabajo hasta pasada la medianoche. Cuando el cansancio empezó a dominar cada parte de su cuerpo y el sueño se hizo presente, guardó el documento y apagó el computador y las luces. Pensaba dirigirse en automático a su habitación, pero se desvió hacia la cocina.
Iba medio dormida y arrastrando los pies, demasiado cansada como para pensar con claridad y rapidez antes de mirar con cautela la sala y llevarse las manos al rostro, cubriendo sus ojos y soltando un grito bastante agudo al ver a Darius deslizar su mano por todo su falo, demasiado envuelto en las sensaciones y maldiciendo en voz baja y ronca.
—Pero ¿qué diablos estás haciendo, Darius? —inquirió, de repente sofocada y demasiado abochornada.
El mencionado resopló con fuerza y se cubrió con rapidez, manteniendo la vista fija en Jolie y en el ridículo y muy cubierto pijama que estaba usando. Se apretó la erección por encima de la sábana y gimió dolorosamente, tratando de no pensar demasiado en el fuego que lo estaba consumiendo y en lo que la mujer a pocos pasos de sí le provocaba. No podía caer de nuevo a sus pies, así que, cerrando los ojos y con la visible tensión en su cuerpo, se sentó en el sofá pasándose una mano por su cabello desordenado.
—Me masturbo, ¿no es obvio? —dijo con total serenidad, casi estallando en una carcajada al ver que Jolie se quitó las manos del rostro y lo miró con los ojos bien abiertos y el visible sonrojo en sus mejillas—. ¿Qué?
—¡Eres un sinvergüenza! —exclamó, apartando sus ojos de él.
—¿Por masturbarme? —enarcó una ceja—. Todo ser humano lo hace, así que no le veo la parte sinvergüenza al acto.
—Pero estás en mi casa y debes tener un poco de respeto —musitó, dándole una mirada al pasillo, creyendo que había despertado a Loana con sus gritos—. Te recuerdo que hay una pequeña en casa y que puede levantarse a cualquier hora y... ¡Por Dios! ¡Podría verte!
—En ese sentido, tienes razón y me disculpo —ahora Darius parecía avergonzado—. Pero por fortuna ella no despertó.
Jolie lo miró de nuevo y sacudió la cabeza con fuerza, en un intento de quitarse la imagen de sus pensamientos, pero era imposible cuando lo había visto masturbarse con total claridad. Su tamaño, la forma en que sostenía su dura verga entre su mano y se daba tirones de abajo arriba buscando la liberación era algo que no iba a poder sacar de su cabeza tan fácilmente. Ni siquiera aquellos gruñidos y gemidos que sonaban en un eco muy bajo, pero tan ronco y seductor que sintió la tensión en sus piernas y el calor propagarse por todo su interior.
ESTÁS LEYENDO
Desliz[✓]
RomansaJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...