Capítulo 40

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Jolie soltó un gemido ronco al mismo tiempo en que su espalda se arqueaba y se aferraba del cabello de Darius, quien hambriento y sediente, le comía el coño con vehemencia, succionando sus labios, mordisqueando su clítoris y penetrándola con su lengua.

Se sentía cansada y que habían robado toda su energía, pero su cuerpo exigía más y correspondía todos los estímulos que le estaban brindando. Luego de una noche en la que apenas si pudo dormir y no recordaba cuántos orgasmos había alcanzado, nuevamente estaba siendo atacada por un hombre adicto a ella que la comía sin cansarse, deslizando sus manos por su desnudez entre tanto acaparaba su coño y la hacía temblar bajo su poder.

Y es que Darius no había podido contenerse en cuanto despertó a su lado y lo primero que vio fue su desnudes en toda su gloria. Ella dormía con el cabello revuelto, la piel llena de marcas debido a sus besos y el agarre de sus manos y, aunque se dijo que no debía molestarla, no pudo evitar que su miembro despertara con todas sus fuerzas. Cuando menos pensó se estaba masturbando con su sola imagen y al verla tan divina y a su alcance, terminó enterrando la cabeza entre sus piernas, despertándola a besos y succiones.

Pensó que ella opondría resistencia y se molestaría, pero lo único que hizo fue gemir y hacerlo preso con sus piernas, apretando su rostro contra su encharcado coño y gemir con fuerza.

Hundió su lengua una vez más y sus manos apresaron sus senos, masajeando y tironeando de sus pezones erguidos y deseosos de atención. Estaba tan perdido en su calor, en la humedad que trataba de acaparar por completo y en ese delicioso sabor que lo había vuelto en un adicto. Apretó sus senos hacia abajo y succionó fuertemente al sentirla temblar y beberse un nuevo orgasmo que la dejó vencida en la cama, jadeando y con la sensibilidad a tope.

Lamió hasta la última gota que pudo y se incorporó, relamiendo sus labios y viéndola con el mayor de los deseos, tan duro como una roca y anhelando sentirla apretando su dura y gruesa verga, pero era consciente de que Loana pronto despertaría, así que debían asearse y limpiar la habitación que estaba impregnada con el olor a sexo.

En ese momento Jolie era una mujer satisfecha, sus mejillas estaban sonrojadas, su cabello enmarañado y su piel pegajosa, aun así no podía ocultar la sonrisa y el brillo de su mirada. Había tenido un sexo alucinante, como el que hace años no había tenido y no tenía punto de comparación.

Luego del nacimiento de su hija, poco le llamaba la atención salir a citas o tener una aventura, por lo que se conformaba con masturbarse, pero desde que se había vuelto a reencontrar con Darius, su piel lo exigía a gritos, como si supiera que él era el único que sabía hacerla vibrar y despertarla del letargo.

Esa mañana despertaba de buen humor y todo debido a los grandiosos orgasmos que le había dado el hombre del que siempre estuvo enamorada. Y viéndose como un todo en esa mirada oscura y brillante, no podía sentir ningún tipo miedo, aunque sí se preguntaba qué seguía entre ellos.

Darius se inclinó hacia su boca y la besó con ternura por varios minutos en los que se vio suspirando y apretándolo contra su cuerpo, queriendo sentirlo en sus adentros y volver a explotar de goce bajo su poder, pero él se alejó y su gran erección no le pasó por alto.

—No puedes quedarte así —le indicó, mordiendo sus labios y dándole una mirada apasionada a su cuerpo entero—. No es justo que me hayas dado un orgasmo a mí y que tú tengas que quedarte tan duro.

—No tengo problema —se sostuvo la verga en la mano y movió su mano de arriba abajo con lentitud, viendo como ella se relamía los labios—, Cuando menos lo esperes me quitaré las ganas.

—¿Y por qué no quitártelas de una vez? —inquirió ella, incorporándose en la cama y gateando hasta donde él se encontraba—. Si bien no tenemos mucho tiempo, siempre puedo darte una mano... o quizás ayudarte con mi boca.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora