Capítulo 42

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—¿Crees que sea buena idea que vengamos contigo? —preguntó Jolie, deteniendo los pasos de Darius antes de entrar a la casa—. Creo que debiste venir solo y primero hablar con ella.

Nerviosa como estaba y basándose en el último encuentro que había tenido con la madre de él, sentía miedo de que volviera a atacarla e insinuar que Loana no era hija de Darius.

Él la tomó del rostro y dejó un suave beso en sus labios, antes de sonreírle con seguridad y aferrarse a su mano y a la de su pequeña princesa.

—Todo va a salir bien, mi amor. No te preocupes demasiado, ¿de acuerdo?

Su mujer asintió y tomó una honda bocanada de aire, retomando el paso hacia la puerta de la casa, pero sintiendo que su corazón latía con demasiada fuerza.

Entendía a la Sra. Rowe, después de todo, hace cinco años las cosas no salieron bien y ella le rompió el corazón a su hijo, convirtiéndolo en un hombre que no era y que ni él mismo reconocía.

Darius soltó a Jolie un par de segundos mientras sacaba su llave y entraba a su casa. Como siempre el lugar era ruidoso, con música y la voz de su madre resonando de fondo quizá hablando por teléfono o con su esposo que la escuchaba sin cansancio alguno. La mujer era alegre y llena de vida, así que se vio sonriendo al escucharla cantar cortando con la conversación que estaba teniendo.

—Todo saldrá bien —susurró Darius dándole fuerza y Jolie le sonrió, sosteniendo con firmeza su mano.

Los tres caminaron hacia de donde provenía la voz y el hombre no pudo evitar sonreír al ver a su madre cantando y hablando con su padre mientras él la observaba cocinar con una sonrisa dibujada en su rostro.

El primero en percatarse de la presencia de alguien más fue el padre de Darius, que le sonrió a su hijo antes de fijarse en Jolie y darle un pequeño asentimiento, para por último fijar la mirada en su nieta y sentir que el corazón se saldría de su pecho.

Lo poco que había visto de la pequeña habia sido fugaz, por lo que después tuvo dudas de si era hija de Darius, pero ahora que la niña los miraba con esos mismos ojos que lo enamoraron hace muchísimos años, estaba seguro que la pequeña tenía su misma sangre. Era ver a su hijo en una versión femenina y a su esposa en una versión infantil.

—Hola, mamá —saludó Darius, sintiendo algo de temor en su corazón—. Papá.

—¡Regresaste, mi amor! —se giró su madre con total emoción, pero su sonrisa se borró en cuanto vio a Jolie—. ¿Qué hace esta mujer en mi casa? ¿Cómo te atreves a traerla?

—Te dije que era mala idea...

—Vine a hablar civilizadamente contigo y a presentarles a su nieta, pero si no puedes hacer esto de buena manera, entonces será mejor que nos vayamos y no volvamos más.

—No tengo problema contigo, pero con esta mujer sí. ¿Ya olvidaste lo que hizo? ¿La perdonaste tan fácilmente? ¿Sigues creyendo que la niña es tuya? —soltó, y su mirada se desvió a la pequeña que parecía asustada y se aferraba de las manos de sus padres con fuerza, notando el gran parecido que tenía a su hijo.

—Escucha a tu hijo. Deb —intervino el hombre mayor, cansado de la actitud hostil de su esposa—. No hay necesidad de poner en duda si es su hija o no. Es nuestra nieta aunque te niegues a aceptarlo.

—¿Tú también le vas a creer?

—Será mejor que nos vayamos —Jolie se soltó de la mano de Darius y se acercó a su hija, levantándola en sus brazos y dejando con ganas al mayor de los Rowe de sostener a su primera y única nieta—. Habla con ellos, nosotras esperaremos afuera.

Desliz[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora