XXXII

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Las preparaciones para la boda estaban casi listas, nomás faltaba la fecha exacta para que sucediera, y aún quedaba tiempo. Ahora que finalmente Phileas se estaba librando de una carga dedicó un tiempo a organizar lo que quedaba, había aprendido correctamente el vals y lo dominaba mucho mejor que antes, todo parecía ir tan bien que incluso le pareció sospechoso, pero no comenzaría ahora a pensar en que algo saldría mal. Lo único que le molestaba era que Pomseur fuese demasiado chillona, veía cabras; gritaba, los animales se le acercaban; gritaba, entraban arañas a su habitación; las mataba, pero igual gritaba. Hasta en las noches cuando intentaban dormir, podían escuchar cómo gritaba desde la cocina al ver alguna cucaracha correr hacia afuera.

En la noche ya se habían apagado todas las luces para dormir, William atrajo hacia su cuerpo a Phileas metiendo sus manos bajo el camisón para acariciar su abdomen, besó su oreja respirando contra esta haciendo que el otro tirase sus caderas hacia atrás. Los labios calientes del rizado besaron de forma cariñosa la nuca y cuello de su amado, apretó los pezones de Fogg entre sus dedos jugando con ellos mientras frotaba la erección contra sus nalgas, Phileas jadeó cubriendo su boca, no quería que toda la hacienda oyera sus gemidos. Con cuidado de no marcar demasiado la piel del pecoso dejó algunas mordidas y chupetones por sus hombros, llevando una de sus manos al entrepierna para masturbarlo, el castaño se derretía con cada toque sintiendo el placer recorrerle, empujaba las caderas contra el duro miembro de su pareja buscando más cercanía.

Su interior comenzó a escurrirse, sintiendo como lubricaba por la excitación, llevó sus manos a las muñecas del otro y le detuvo antes de que lo hiciera correrse, Will le miró.

—Espera, hagámoslo juntos —murmuró Phileas volteándose hacia su pareja—. Quiero ayudarte también.

Besó sus labios sacando la ropa interior de Boldwood, su miembro viril salió disparado de los calzones chocando contra el de Phileas, este rápidamente agarró ambos miembros frotando uno contra el otro. La expresión en el rostro de Will era emblemática, el castaño apreció como se excitaba y jadeaba ronco, hasta correrse sobre su abdomen intentando recobrar la respiración. Phileas se sacó el camisón limpiando a ambos y subió sobre Will, este besó sus labios una vez más acariciando sus caderas y sus nalgas mientras introducía los dedos para así expandir su entrada.

—Puedes meterlo ahora —jadeó contra su oído—, estoy mojado y preparado para tí, puedes hacerlo William.

—No quiero lastimarte, sabes que odiaría hacerte daño —besó sus mejillas, acomodando los mechones de cabello que caían sobre los ojos de Phileas—. Tú cabello ha crecido, necesita un corte, pero me gusta como te ves.

—Te amo.

Las palabras salieron como un suave arrullo mezclándose con los labios del rizado, y suavemente se deslizó por el falo grueso y palpitante, llenando su interior. Se movió con suavidad sintiendo las embestidas de Will muy profundas, este le agarró de la cintura lamiendo sus pezones, disfrutando del pecho e interior de su amante y haciéndose uno con Fogg. Podía sentir como le apretaba, los gemidos y el sonido del chapoteo llenaron la habitación, Will colocó a Phileas con cuidado sobre la cama y sus piernas envolvieron las caderas del rizado. Las embestidas se volvieron más feroces, las uñas de Phil se encajaron en la piel de Boldwood y su boca derretía al otro al escuchar contra su oído como lo llamaba por su nombre.

—William, eres mío —jadeó, soltando dulces gemidos al ser bombeado en esa parte que tanto le gustaba-, soy tuyo, y tú eres mío, solamente mío.

—Soy todo tuyo, mi amado, soy completamente tuyo Phileas.

La voz ronca contra su rostro lo hizo perder un poco la noción, apretó los hombros de Will al sentir como disparaba todo en su interior, su espalda se arqueó temblando de satisfacción y se dejó caer exhausto. William rodó los ojos dejando estos en blanco, apretó la cintura de su pareja y apoyando su cabeza sobre el pecho ajeno en tanto los dedos de sus pies se contraían apretando las sábanas entre ellos. Al recuperarse de aquél orgasmo salió del otro, cubierto solo por un albornoz fue al baño y regresó con una toalla y un poco de agua, limpió a su amado que ahora dormía plácidamente y besó su frente. Lo abrazó por la espalda yéndose a dormir, hacía un tiempo que no pasaban una noche como esa.

༒El olor de las Mandarinas 〄༒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora