14

3K 251 312
                                    

—¿Cómo...? ¿Cómo es posible? —balbuceé, quebrándome la voz por la confusión—. Pensábamos que habías...

—Muerto, lo sé. Eso era lo que debía parecer.

El silencio volvió a envolvernos. Sentía como si el suelo bajo mis pies pudiera desaparecer en cualquier momento, como si nada de lo que estaba viviendo fuera real. Ella no podía estar aquí, no podía estar viva.

Pero lo estaba.

Y eso lo cambiaba todo.

Margot desvió la mirada hacia la mano de Amelia y la mía, que seguían unidas. Ambas nos dimos cuenta y cortamos rápidamente el contacto, carraspeando la garganta.

—¿Cómo nos has encontrado? —pregunté—. ¿Cómo has sabido a donde vivía?

Margot esbozó una sonrisa, curvando sus labios carnosos pintados de un rojo intenso, como si la pregunta le divirtiera.

—Esa no es la pregunta correcta.

—Vale, pues ahí te va otra pregunta. ¡¿Cómo cojones has vuelto de entre los muertos?! —ironicé, soltando una agria carcajada. Volteé hacia Nils—. ¡Me dijiste que había muerto!

—¡Porque eso creía! ¡Vi con mis propios ojos cómo moría! —Aún permanecía en la puerta, igual de pálido. Por cómo la miraba, no dudaba de que estuviera diciendo la verdad.

Margot rodó los ojos.

—Te manipulé los recuerdos, Nils. Lo que crees que recuerdas es solo lo que te dejé ver.

Amelia, Nils y yo intercambiamos miradas. Porque fue entonces cuando lo supimos. Había sido solo una sospecha hasta ahora, una teoría que flotaba en el aire, sin pruebas. Pero las palabras de Margot la acababan de convertir en un hecho. No solo estaba implicada en la manipulación de los recuerdos; ella era la causa.

—Así que eras tú... —susurré—. Todo lo que nos pasó, todo lo que perdimos... fue por ti.

—No esperéis una disculpa —dijo, como si nada—. Todo lo que hice fue necesario, aunque no podáis entenderlo.

Abrí la boca para protestar, pero Nils se me adelantó.

—Entonces, lo que ocurrió en ese lago, ¿no fue real?

—No exactamente.

El pobre parecía estar al borde del colapso. Si la gente pudiera desmayarse solo a causa de la confusión, Nils ya estaría en el suelo.

—Le propusiste a Jules ir a un lago congelado que había a unos cien metros de donde estábamos, ¿lo recuerdas? Le dijiste que no se nos permitía ir, pero que, con tanta gente, nadie notaría nuestra ausencia por un rato.

Nils asintió, dándole pie a que continuara.

—En realidad, ella no aceptó. Pero alteré sus recuerdos para que creyera que sí. Así que todo lo que recuerdas desde ese momento, nunca pasó. No bailaste con Jules en aquel lago, no me cargaste en brazos para llevarme de vuelta a la orilla. Y, por supuesto, tampoco morí ese día.

Todos nos quedamos inmóviles, procesando la información, pero en especial Nils, pues fue él quien vivió ese día. A mí solo me lo contaron.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me harías creer eso?

Margot cruzó los brazos, su mirada ahora dura, como si las emociones de su amigo no la afectaran lo más mínimo.

—Tuve que hacerle creer a Jules que ella me mató. Era la única manera de hacer despertar los otros recuerdos. Si Madeline descubre lo que hice, entonces sí que estaré muerta de verdad.

En la Sombra del Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora