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La sala entera podría haber desaparecido en ese instante, y aún así, no me hubiese dado cuenta. Porque mis ojos, irremediablemente, no podían despegarse de Nolan. Su presencia opacaba todo lo demás.

El resto de personas se desvanecieron hasta convertirse en un manto borroso, insignificante ante la persona que tenía enfrente, ante los ojos que me devolvían la mirada con la misma intensidad, y que me indicaban que le estaba pasando exactamente lo mismo. Pues, aunque viniese acompañada del inspector de policía de Harpers Ferry y uno de sus agentes, no les prestó la más mínima atención.

Pero ellos sí que lo hicieron. En cuanto lo vieron aparecer por ese pasillo, se tensaron de inmediato. Sus manos fueron instintivamente hacia las pistolas que llevaban en sus cinturones, pero William los detuvo antes de que intentaran algo:

—No será necesario eso.

Ambos lo miraron con el ceño fruncido, sin entender lo que estaba pasando. Podía comprenderlos, pues ellos todavía no habían visto con sus propios ojos las pruebas que demostraban su inocencia. Para ellos, Nolan seguía siendo el responsable de tantas muertes, secuestros y familias destrozadas.

«Muertes, secuestros y familias destrozadas»

Oh, no.

Caí demasiado tarde cuando me acordé de que, para Landon, Nolan no solo era el presunto culpable de los crímenes que nos perseguían desde hacía años, era el rostro de la pesadilla más personal que había tenido que enfrentar: el responsable de la desaparición —y muy posiblemente la muerte— de su hermana pequeña. Esa herida abierta que Landon cargaba con cada respiro, ahora estaba ahí, en carne viva, frente a él.

Volteé hacia él para respaldar lo que dijo William antes de que fuese movido por cualquier impulso, pero justo en ese momento pasó junto a mí a toda velocidad. Traté de agarrarlo por el brazo, pero fue demasiado rápido y no llegué a alcanzarlo.

Solo cuando estuvo a pocos metros de él, desenfundó su pistola y apuntó directamente en su cabeza, como si quisiera asegurarse de no fallar en el tiro.

—¿Qué coño hace este aquí?

Nolan, a pesar de tener un arma apuntándole a la cabeza, no apartó su mirada de mí. No hasta que decidió, al fin, prestar atención a la persona que tenía enfrente. Lo hizo con una calma desconcertante, como si aquello fuera lo más tedioso y aburrido con lo que había tenido que lidiar en lo que empezaba de día.

—Baja el arma, Landon.

Él me miró por encima del hombro tras pedirle eso.

—¿Que baje el arma? ¿Sabes a quién tenemos enfrente?

—No es quien crees que es.

—Sé perfectamente quién es —masculló Landon, con los dedos tensos alrededor del gatillo.

Nolan no se movió ni un centímetro. Ni siquiera pestañeó ante el peligro que estaba corriendo en ese instante.

—Entonces dispara —respondió él, ganándose una mirada de reproche de la pelinegra.

—Mejor no me tientes.

Lo conocía demasiado bien como para saber que, si lo provocaba de verdad, iba a apretar ese gatillo. Así que me vi en la obligación de intervenir. Seguramente a mí me querría escuchar más que a Nolan.

—Si lo matas, no traerás a tu hermana de vuelta. Ni siquiera aliviarás tu sufrimiento, Landon. Solo conseguirás dejar un vacío aún más grande.

Nolan me miró con la cabeza ligeramente inclinada, como si le costara creer que lo estuviera defendiendo de verdad. Pude jurar que me dedicó una sonrisa, pero fue tan imperceptible que dudaba que los demás la hubiesen notado.

En la Sombra del Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora