12| Enhorabuena

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Narra Laura





Cuando finalmente consigo recobrar el conocimiento me encuentro completamente perdida. Veo a Lalo, quien me estrecha entre sus brazos. Miro a mi alrededor, aún estamos en el cuarto de baño. Me cuesta bastante mantener los ojos abiertos por culpa de la luz del baño que da directamente en mi rostro. Achino los ojos y miro a Lalo, está sonriendo y yo le regalo una pequeña sonrisa para tranquilizarle. Con cuidado, me ayuda a levantarme del suelo y me siento en el inodoro. Durante unos largos minutos me quedo cayada, con la mirada en el suelo mientras Lalo me acaricia el cabello. Estoy en shock. De reojo miro las tres pruebas de embarazo, todas positivas: estoy embarazada. Entonces empiezo a llorar. Lloro como solo lloré en Londres; lloro para desahogarme; lloro por todo y por nada, pero sobretodo lloro porque al fin uno de mis mayores sueños de la infancia se va a cumplir. Me levanto y abrazo a Lalo con desesperación, feliz de que él esté a mi lado.

Recuerdo, entonces, el sueño y me doy cuenta que tal vez fue una pequeña señal destino. Ese día me había bajado la regla, lo recuerdo como si fuese ayer, y estaba de muy mala leche. Marcos vino a mi casa al poco tiempo de dejarme en ella y al ver mi enfado me preguntó que me ocurría. Todavía me acuerdo de la cara de asco que puedo aquel día, me enfadé aún más con él, pero hoy lo recuerdo y no puedo evitar reírme: Marcos siempre fue de decir lo primero que se le pasaba por la cabeza, aunque fuese la mayor chorrada del mundo. Estuve apunto de pegarle en donde más me duele, hay fue cuando salió el tema de los hijos y, aunque es ese momento no lo vi de esa manera, fue como una pequeña promesa de tener hijos algún día. Luego vino todo el lío de Isabel, la beca y mi fiesta de cumpleaños. Por aquel entonces me negué a mí misma a volver a recordar a Marcos, ni siquiera a mencionarlo, pero, como se puede apreciar, fue imposible.

—Tranquila, no llores, yo te apoyaré siempre —susurra Lalo acariciándome la espalda con delicadeza.

Sonrío contra su pecho al darme cuenta de lo que acaba de decir: él piensa que estoy llorando por estar embarazada. No anda desencaminado, lloro por eso, pero lo hago porque estoy feliz y no triste. Este niño, o niña, es una pequeña y hermosa señal que me ha dado el universo y la cual me ha hecho darme cuenta de que mi vida, al fin y al cabo, estará siempre ligada a Marcos. Este bebé me ha hecho darme cuenta que, a pesar de todo, de la posibilidad de perder la estabilidad que tanto me costó encontrar, perder a Drew y también perder su cariño, debo estar con Marcos.

—Lo sé y te quiero por eso, pero lloro de felicidad —admito separando mi rostro de su pecho.

Lalo me mira fijamente, está confuso, pero poco tarda en cambiar esa expresión y cambiarla por una enorme sonrisa. Me abraza con fuerza, tanta que consigue elevarle unos centímetros del suelo.

—¡Me pido ser el padrino! —exclama entusiasmado y yo río por eso.

—Por supuesto.

Nos separamos, ambos tenemos una enorme sonrisa en nuestros labios. Entonces recuerdo cuando eramos pequeños y yo le prometí a Lalo que le iba a dar un hijo y que este iba a estar mantenido por «mi marido» Zayn Malik y «su marido» Ricky Martin; incluso hicimos un contrato. Me río por ello, se dicen tantas idioteces cuando eres un adolescentes que luego, cuando las recuerdas, no puedes evitar reírte. Pero, fuera de las tonterías de la adolescencia, se que ha Lalo le hace muy feliz que yo esté embarazada y también sé que mi bebé va a ser muy feliz teniendo un tío como Lalo; aunque estoy segura que Lalo le convencerá para que le diga papá.

Tiro las pruebas de embarazo y salgo del baño seguida por Lalo. A pesar de que las tres pruebas han dado positivo, quiero asegurarme y lo mejor es ir al ginecólogo. Camino a la cocina dónde dejé mi móvil y rápidamente marco el número de mi ginecólogo aquí en España. A los dos tonos la voz de una mujer se hace presente a través de la línea, se presenta y me pregunta que deseo. Durante los siguientes cinco minutos converso con ella, le doy mis datos personales y le comunico el interés de la cita. Por suerte me arregla una cita para dentro de una hora, lo justo para cambiarme y desayunar tranquilamente con Lalo porque, aunque me haya comido yo sola una tarta de tres chocolate, aún tengo algo de hambre.

Amándote de nuevo, gilipollas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora