Narra Laura
Subo por las largas escaleras —las cuales subí innumerables veces —, con desgana —tengo mucho sueño — y cuidado de no dar un mal paso y caerme yo y la maleta; me maldigo por meter tantas cosas en ésta ya que pesa mucho. Llego a la oscura planta de arriba y, al igual que en la primera plata, lo primero que hago es encender todas las luces que veo hasta que, por fin, llego a la habitación que tan bien conozco y en la cual he despertado en más de una ocasión. La miro, al igual que en la boda, y todo sigue igual que hace siete años. Sonrío, una etapa de mi adolescencia reflejada en estas cuatro paredes.
Dejo la maleta y la mochila en el suelo y, tras eso, me lanzo de cabeza a la cama. Cierro los ojos y me dejo llevar por unos instantes, recreando imagines en mi mente, las cuales desearía que se hicieran realidad.
Con suma lentitud —igual que los días en los que la pereza me invade y tardo casi diez minutos en salir de la cama — me levanto y camino hacia la gran ventana de la habitación. Corro las cortinas a ambos lado y algo de polvo sale al no haber sido movidas durante un prolongado periodo de tiempo. Ésta da al patio trasero, en el cual parece que nunca se hubiera celebrado una boda de lo limpio que está. Todo se ve tranquilo, no hay ruidos de coches o de personas como en mi apartamento y eso me relaja; aún que no puedo evitar tener cierto miedo por si a algún loco se le ocurre la brillante idea de entrar.
Me alejo de la ventana y camino hacia mi maleta. Comienzo a ordenar mis pertenencias metiendo éstas en el armario dónde, hace años, Marcos guardaba su ropa, pero ya está vacío. Cuelgo algunas prendas y otras las dejo en la maleta; no sé cuanto tiempo tardarán en arreglarme lo que sea que haya pasado en mi apartamento —mañana debo acordarme de llamar al fontanero —, por tanto no sé si estaré aquí un par de semanas o tal vez meses; así que prefiero no precipitarme en meter toda la ropa que traigo en el armario, pero tampoco quiero dejarla toda en la maleta porque a la hora de coger algo puede resultar bastante engorroso.
En cuanto termino le tiro en la cama dispuesta a dormir, el cansancio me puede y, por eso, ni me molesto en quitarme la ropa y ponerme el pijama. No sé cuanto tiempo paso tumbada en esa cama, tratando de coger el sueño, pero finalmente desisto al verme incapaz de dormirme. Suspiro frustrada y, entonces, recuerdo la piscina interior con la que cuenta la mansión, en la cual podría nadar hasta que me entrase el sueño.
Decidida me levanto —de nuevo — de la cama y comienzo a desnudarme. Voy apilando la ropa sobre la silla que hay al lado del escritorio hasta que estoy completamente desnuda. Miro hacia abajo encontrándome con un vientre levemente abultado, producto del embarazo y, también, por no hacer ejercicio, junto a unas largas estrías que recorren mi vientre; doy gracias por que no haya sido por cesárea, o de lo contrario una gran cicatriz adornaría mi cuerpo durante algunos años.
Salgo de la habitación desnuda, pero me siento extraña al ir así por una casa que no es mía. Regreso de nuevo a la habitación y rebusco en la maleta alguna camiseta larga, o camisón, para ponerme, pero entonces encuentro algo que me deja paralizada durante unos segundos: su camisa, el único objeto suyo que me lleve a Londres. Dormí durante meses con ella hasta que decidí que era momento de olvidar el pasado y a él; pero no tuve el valor de tirarla así que, simplemente, la guardé de nuevo en la maleta, esta maleta.
Inconscientemente la llevo a mi nariz, como tantas veces hice, pero ya no huele a él..., ya no huele a nada. Aún así, me la pongo y poco a poco voy abotonando los botones. No puedo evitar recordar el día que me la puse —una mañana en la que desperté primero y, como solía hacer, me puse la camisa que la noche anterior me había encargado de desabotonar y tirar al suelo — y, a los pocos minutos, él ya me la había quitado, tirándola al suelo y luego a mí —de manera suave — para hacerme el amor.
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Amándote de nuevo, gilipollas #2 (Editando)
Genç Kurgu«Me fui para tratar de olvidarte y he regresado queriéndote más» Me hizo daño, rompió mi corazón y aún así sigo dispuesta a entregárselo una vez más. Aviso: estoy corrigiendo la historia, esto conlleva cambios y, tal vez, un capítulo corregido no te...