21| ¿Crees que saldrá de ésta?

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Narra Laura









Ni siquiera miré la hora cuando llegué al piso que aún comparto con Drew, tan solo me metí en mi habitación, me quité el vestido, tiré mi bolso en la cama y, al segundo, me tiré yo en ésta. Así he permanecido hasta ahora, mirando la nada mientras pienso en nada en concreto, pero sí que me permita estar distraída y que mi mente no tenga tiempo de imaginar el rostro del moreno que tan loca me pone. La música de fondo ayuda y, a la vez, no lo hace. Muchas de las canciones de mi móvil son muy antiguas, de cuando yo aún estaba con Marcos, y muchas me recuerdan a él. Recuerdo que por eso, cuando estuve en Londres, no solía escuchar la música de mi móvil por que casi toda me recordaba a él.

Estiro un poco el brazo para coger mi móvil y cambiar de canción, la que se había puesto no me gustaba. Justo en ese momento la canción de Palabras Mudas de Porta inunda la habitación. Quiero pasar de canción, pero me veo incapaz de hacerlo. La música me hipnotiza y comienzo a recordar, de nuevo, mi vida hace seis años..., cuando aún estábamos juntos y éramos felices. Recuerdo las tardes que pasábamos en mi habitación, o en la suya—cuando mis padres y los suyos trabajaban —, escuchando esta canción y muchas más. Aún, cuando cierro los ojos y me concentro mucho, puedo volver a sentir sus manos en mi cintura haciéndome cosquillas o su lengua rozar la punta de mis dedos cuando le daba palomitas mientras veíamos una película. No puedo negar que Marcos me regaló muchos e inmejorables recuerdos llenos de amor... Un amor que, por desgracia, nunca volverá.

Un escalofrío me recorre entera cuando llega a la parte del accidente. En mi cabeza puedo recrearla puesto que este video me lo vi muchas veces, es sin duda un video muy bonito y emotivo.

Cierro los ojos e intento concentrarme en la canción y no en los recuerdos que trae con cada estrofa. Pero cualquier esfuerzo por relajarme, o incluso dormirme, desaparecen cuando la música deja de sonar y es sustituido por mi tono de llamada. Con suma pereza estiro mi brazo hasta el móvil y lo cojo; en lo primero que me fijo es en la hora y me sorprende al ver que son casi las dos de la mañana. Pero esa sorpresa es sustituida por preocupación al ver que la que me está llamando es Carmen. En cualquier otra circunstancia no me preocuparía, pero son casi las dos de la mañana y a esta hora ella sabe que no le gusta que me llamen porque, generalmente, ya ando por el mundo de los sueños.

Rápidamente le doy al botón verde para aceptar la llamada y llevo el móvil a mi oreja derecha.

—¿Hola? —pregunto y noto que mi voz suena preocupada; aunque no es para menos.

Escucho al otro lado de la línea la pesada, y algo costosa, respiración de mi amiga seguida de un sollozo que no hace más que afirmar mi sospecha de que algo grave a ocurrido.

—La... Laura —susurra y yo me altero aún más.

Mi mente comienza a imaginar diferentes escenarios dónde a cualquiera de mis amigos, incluso a mis padres, les ha podido pasar algo. Siento mi corazón bombear con demasiada rapidez, los nervios me consumen y en un segundo me veo dando vueltas por la habitación como una histérica.

—Mierda, Carmen, ¿qué pasa? —pregunto ya bastante alterada.

Escucho como suelta otro sollozo que no hace más que aumentar mis nervios. Se escucha su forzosa respiración, pero entonces se aleja, como si alguien le hubiera quitado el teléfono y lo confirmo cuando la potente voz de Max se hace presente:

—Marcos ha tenido un accidente.

Entonces, de manera brusca y repentina, freno. Sus palabras retumban en mi mente, pero me niego a creerlo; me niego pensar que algo le ha podido pasar al padre de mi hijo. A penas son dos segundos, pero mi corazón deja de latir y mi respiración se corta. Mis piernas comienzan a flaquear, pero por suerte estoy cerca de la cama y me puedo sentar en ella; mis labios empiezan a temblar al tiempo que mis dientes castañean por los nervios.

Amándote de nuevo, gilipollas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora