06| ¿Celosa?

1.1K 73 8
                                    

Narra Laura






El trayecto fue bastante tranquilo, aún que algo incómodo o por lo menos a mí me pareció incómodo. Marcos no dejaba de mirarme y cada vez que lo hacía mis nervios afloraban junto aquellos sentimiento que creí haber dejado atrás hace ya tiempo. Creí haber superado a Marcos y a toda nuestra historia, por corta que fuese, pero se ve que no fue así. Lo que ocurrió durante aquellos meses fue muy intenso y por esa razón ahora, seis años después, mi corazón late a una velocidad de vértigo tan solo con mirarle a los ojos.

Gabi aparcó como todo un esperto en uno de los aparcaminetos de la discoteca a la que nos habían traído. Bajé con cuidado, no quería caerme por culpa de los tacones o que se me viese lo que no se tiene que ver. Me acomodé la ropa y junto a los demás comenzé a caminar hacia aquel antro. En letras grandes de neón sobre la puerta, que daba al interior del lugar, ponía: Paradise. Me gustó el nombre, era sencillo y atrayente. Entramos dentro del local después de que Gabi y Marcos nos pagaran respectivamente las entradas a Laura y a mí. Antes de entrar nos pusieron un pequeño sello el cual era una «P» fluorescente.

Lo primero que percibí al entrar fue el fortísimo olor a marihuana que había en el habiente y el cual, con tan solo olerlo, te podías colocar. Me mereé un poco, pero rápidamente me recompuse y seguía a los demás a través del amplio lugar. Observé como la gente bebía, fumaba y bailaba como loca, sin importarles una mierda lo que podrían pensar de ellos. Se veía que la gran mayoría estaban ya bastante borrachos y colocados. Las tías se restragaban contra los cuerpos de los hombres que bailaban con ellas al compás de la música que estaba sonando y con la cual me costaba concentrarme en mis pensamientos.

Nos sentamos en una mesa que, por suerte, estaba libre. Estamos en la segunda planta, donde se encuentran las mesas para sentarse. Hay un balcón con una barandilla que te permite ver el primer piso donde se encuentra la barra, la pista de música y el DJ pinchando canciones. Son un par de metros lo que separan una planta de la otra y la gente va de un lado a otro, por lo que las escaleras están a tope.

Les digo a los chicos que vamos a por algo de beber y sin esperar respuesta por su parte tomo a mi amiga por la muñeca y me alejo de la mesa. A una parte de mí le encanta estar con ellos porque es un recordatorio de mi adolescencia en España, pero por otra parte prefiero no estar mucho tiempo junto a Marcos. La tentación es grande y mis sentimiento hacia él mucho más. Por esa razón será mejor andar con pies de plomo y no cometer estupideces de las que luego pueda llegar a arrepentirme.

Bajamos las escaleras y entre empujones y quejas llegamos a la barra. Hago una mueca al ver a tanta gente en ella y como puedo me abro hueco para poder pedir. Laura hace lo mismo y gracias a eso nos ganamos una mala mirada por parte de la pareja que estaba a nuestro lado.

—Hola, guapas —grita alguien detrás de mí.

Me giro, suponiendo que se refiere a mi amiga y a mí y estoy en lo cierto. Hay dos tíos frente a nosotras con una sonrisa deslumbrante. Ambos son guapos, aunque resultaba realmente tedioso intentar ver algo con la poco iluminación que hay en este lugar. De todas maneras puedo entre ver que ambos son guapos por lo que rápidamente cambio mi comportamineto al de: «Soy una chica mala y quiero hacer cosas malas contigo». Con los tíos siempre funciona y más para lo que queremos Laura y yo.

—Hola —saludo coqueta. Pestañeo mis pestañas con rapidez mientras le hago ojitos y le sonrío pícara.

Me cruzo de brazos de tal manera que mis pechos se realzan y se hacen mucho más notarios. El que tengo frente a mí no pierde el tiempo y dirige descaradamente su mirada a mi escote. Sonrío satisfecha.

—¿Os podemos invitar a una copa? —pregunta el chico después de terminar de mirar mi escote.

Casi ruedo los ojos ante la impecable manera que tienen los tíos de hoy en día para ligar. Aún, después de seis años, siguen creyendo que invitando a una tía a copas hasta emborracharlas es la mejor forma para tirarsela. ¿Dónde quedó el romanticimos? ¿dónde quedaron los caballeros que te conquistaban cada día con pequeños detalles?

Amándote de nuevo, gilipollas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora