Narra Laura
Una semana después, tres de la madrugada.
Me remuevo incómoda en la cama. Hago una mueca al sentir una pequeña punzada en el estomago, pero decido ignorarlo. Pasan los minutos y el dolor va en aumento. Resisto un poco más, pero en el momento en que siento las bilis subir por mi garganta no me queda de otra que levantarme corriendo de la cama y meterme en el baño; por suerte la habitación cuenta con uno incluido. Enciendo la luz y corro al inodoro; subo la taza y sin poder aguantarlo más lo suelto todo. Arcada tras arcada, mi garganta arde, pero me alivia el estómago. Vomito, pero no sé bien lo que estoy vomitando porque apenas he comido esta mañana y para cenar tan solo he comido unas piezas de fruta; hoy no tenía demasiada hambre, al contrario de ayer que me puse las botas.
Estiro el brazo y tiro de la cadenas dejando que el agua se lleve toda la mierda que acabo de echar. Suspiro y me apoyo en la pared que está justo al lado del inodoro. Los fríos baldosines de la pared me hacen cerrar los ojos y suspirar de nuevo. Paso el dorso de mi mano por la frente y no me sorprende al descubrir que está llena de sudor. Hace un calor infernal. Acaricio mi vientre, ahora está tranquilo, no hay dolores ni tampoco ganas de vomitar.
Pasados unos minutos, y mucho más tranquila, me levanto del suelo y camino al lavabo. Me miro al espejo, contemplo mi rostro y no me sorprende lo que veo. Estoy horrible, tengo unas ojeras impresionantes por la falta de sueño; la última semana no he dormido casi nada y todo porque mi conciencia me recuerda una y otra vez que le puse los cuernos a un hombre que no se los merecía. He pensado he contárselo, pero soy demasiado cobarde como para arriesgarme a perderle como amigo. Mi mirada es cansada y decaída y estoy algo más pálida. He perdido algunos kilos por lo poco que como y también por lo mucho que vomito. Tengo miedo de que me haya entrado un virus estomacal. Al menos no me he vuelto a desmayar como cuando iba con Lalo hace unos días por la calle; el pobre se llevó un susto de muerte al verme tirada en el suelo, pálida y casi sin pulso. No sé que me pasó, nunca antes me había desmayado, pero lo terminé atribuyendo a la falta de alimento ya que antes de salir tan solo me comí una barrita de cereales.
Entonces, mientras me contemplo en el espejo, una alternativa al virus estomacal me viene a la mente. ¿Y si resulta que estoy embarazada? No puede ser..., o tal vez sí. Hace una semana Marcos y yo mantuvimos relaciones sexuales, por la noche, borracha, no recuerdo si usamos protección, pero por la mañana no la usamos. No, no puede ser, no puedo haberme quedado embarazada a la primera. Mi gesto de preocupación es notario. Por dentro me recrimino el ser tan idiota, ¿tanto me costaba decirle que usara condón? Maldita sea, soy una completa idiota.
—¿Laura, estás bien? —pregubta un adormilado Drew detrás de mí.
Le observo a través del espejo. Tiene los ojos achinado por la luz y comienza a frotarse uno de sus ojos. No lleva camiseta por lo que su abdomen queda al descubierto..., pero no es el abdomen que quiero ver y cuando busca aquel pequeño tatuaje, que hace seis años no me cansaba de ver, no lo encuentro. Él no es Marcos. Suspiro, cierro los ojos y aprieto el puente de mi nariz mientras me apoyo con una mano en el lavabo. Cuento hasta diez, intentando calmar mis nervios y también el pequeño, pero punzante dolor de cabeza que está creciendo poco a poco. Me giro para mirarlo y le regalo una pequeña sonrisa, por que él es una de las pocas personas que se merece mis sonrisas felices y verdaderas; por eso me duele tanto lo que le he hecho.
Drew, hace unos días, me sorprendió cuando me dijo que había comprado un apartamento en el centro de la cuidad y quería que yo viviera con él. Acepté, me encanta estar con mis padres, pero necesito mi espacio personal; espacio que Drew me proporcionó. La mudanza fue rápida, tan solo tenía que llevar mis maletas a su piso. No puedo quejarme, Drew es una gran compañero de piso y es muy atento; además, estos últimos días, por mi estado de salud, él se ha encargado de cocinarle algo y a cada rato me preocupada de como me sentía.
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Amándote de nuevo, gilipollas #2 (Editando)
Teenfikce«Me fui para tratar de olvidarte y he regresado queriéndote más» Me hizo daño, rompió mi corazón y aún así sigo dispuesta a entregárselo una vez más. Aviso: estoy corrigiendo la historia, esto conlleva cambios y, tal vez, un capítulo corregido no te...