Corte de pelo y otros cuidados

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A la mañana siguiente, tal y como había anunciado, Pinako salió de casa rumbo al pueblo para hacerse con las provisiones que necesitaban y de paso, tener una buena charla con su querida amiga Julie y ponerse al tanto de las últimas novedades referentes a la actualidad local. Hasta el momento, la boda de Ed y Winry seguía siendo la noticia del año y la abuela nunca se cansaba de presumir sobre ello, pero además, siempre había historias nuevas y entretenidas que compartir y comentar.

Aprovechando esa intimidad, aunque de momento en su opinión no la estuviera aprovechando demasiado, Ed había acabado sentado en un taburete en el cuarto de baño con una toalla sobre los hombros, mientras Winry le miraba con una expresión concentrada, tijera en mano.

Por suerte, a Ed no le importaba demasiado su aspecto, pero reconocía que le daba algo de miedo ver a esa joven empuñando un objeto afilado. Si tuviera la misma destreza con las armas blancas que con las herramientas contundentes, sería una mujer temible. Afortunadamente, en lo referente a su cabello, dudaba de que el resultado pudiera ser peor que cuando lo hacía el mismo, así que no había mucho por lo que preocuparse. Con tal de que le evitara tener que volver a ocuparse de ese detalle durante su viaje, estaría bien.

En sus momentos tranquilos, a Ed le encantaba acariciar el largo cabello rubio de Winry. Le gustaba jugar con sus sedosos mechones y entrelazar su pelo entre sus dedos, dejando que se deslizara entre ellos. También era entretenido poner orden en su melena despeinada después de un arrebato de pasión y reírse para sus adentros admirando el desastre causado.

Sin embargo, en cuanto a él, aunque reconocía que era agradable cuando ella le acariciaba los mechones de la nuca que no quedaban sujetos por su coleta o enredaba sus dedos en su pelo para acercarle a ella, le entusiasmaba más lo que venía después que el gesto en sí. Quizá ese era el quid de la cuestión: en esos momentos, solía estar demasiado emocionado y generalmente también demasiado impaciente para disfrutar de una sensación tan sutil como esa.

Desde luego, nunca había sentido los dedos de Winry dedicarle tanta atención a su cabello como en esos momentos. Ed llevaba el pelo largo porque le resultaba mucho más práctico, pero tampoco es que se preocupara demasiado por cuidarlo. Si alguien le hubiera hablado de lo que significaban las puntas abiertas, se hubiera echado a reír a carcajadas. Peinarlo cada día tampoco era algo que le quitara el sueño. La mayoría de las veces se limitaba a desenredarlo con los dedos antes de atarse la coleta. Ahora que siempre había un cepillo a mano junto al lavabo lo usaba más a menudo, pero tampoco es que se desviviera por ello.

La joven, sin embargo, dedicó bastante tiempo a peinarle con esmero hasta que quedó satisfecha. Después se sentó a sus espaldas, examinando su melena detenidamente mientras cogía algunos mechones de cuando en cuando para observarlos más de cerca, soltando comentarios sobre su evidente falta de destreza con las tijeras. Ahora Ed podía sentir el cálido toque de sus dedos colocándolos cuidadosamente, provocándole un agradable hormigueo. Después de todo, dejar que ella se encargara de ello no estaba tan mal y su sabia esposa tenía razón en que ya le iba haciendo falta una puesta a punto.

El suelo a su alrededor no tardó en quedar cubierto de pelos rubios con una longitud bastante razonable, en opinión de Ed. Winry parecía estar siendo comedida al cortar, tal y como había dicho.

Cuando se sintió satisfecha, Winry le trenzó el pelo mientras tarareaba por lo bajo, tal y como acostumbraba a llevarlo hace unos años, para ponerse a trabajar con el flequillo. Ahora mismo esos mechones habían alcanzando una longitud algo incómoda: demasiado cortos como para sujetarlos como el resto, pero lo bastante largos como para empezar a resultar molestos y entorpecerle la vista fácilmente. La joven parecía opinar igual y durante un rato se dedicó a colocarlos con cuidado y alisarlos entre sus dedos, totalmente concentrada.

La cuestión de WinryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora