Sería esa noche. Sin falta. Hacía más de una semana desde que Ed se estaba esforzando como nunca para tener esa importante charla con Winry, pero todavía no lo había conseguido. Siempre ocurría algo que le obligaba a posponerla. O la abuela decidía que hacía tan buena noche que le apetecía acompañarles un rato más o las historias se alargaban demasiado o Winry tenía trabajo pendiente y se acostaba antes que de costumbre... O cuando llegaba el momento de la verdad, le asaltaban los nervios y no encontraba las palabras, como admitía que había ocurrido en un par de ocasiones, y dejaba que su conversación terminara como de costumbre para acabar lamentando la oportunidad perdida nada más llegar a la cama. Abordar el asunto requería más templanza de lo que pensaba.
Sin embargo, esa noche Ed estaba totalmente decidido. Después de haber sido capaz de derrotar a un homúnculo que había logrado el poder de un dios, decir una simple frase no debería ser un gran reto. Pero lo era... Lo era porque el futuro que deseaba dependía de la respuesta de Winry. Solo eran dos palabras, pero pronunciarlas era una de las cosas más importantes que había tenido que hacer en su vida y marcarían un punto de inflexión, fuera cual fuera la respuesta. Se sentía totalmente vulnerable. Su corazón quedaría expuesto, desnudo en las manos de Winry. Era mucho más intimidante que una lucha a muerte, en su opinión.
Trató de no pensar en ello mientras se sentaba en el suelo del porche trasero y metía la mano en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Allí tenía a buen recaudo algo que debería haber devuelto a su propietaria hace tiempo, pero que había conservado hasta entonces como un pequeño tesoro: los pendientes que Winry le había confiado cuando se despidieron en Briggs. Apretó en su mano aquellas pequeñas piezas de metal, todas ellas regalos que él y Al la habían traído en sus viajes a lo largo de los años. En vez de criticar su falta de originalidad, cada vez que recibía un nuevo par se perforaba otra vez las orejas para hacerles sitio. Nunca la vio quitárselos, salvo aquella vez.
El lugar donde se encontraba ofrecía un escenario perfecto para lo que se proponía. Ese pequeño porche que comunicaba con la cocina era una de las últimas contribuciones que Ed y Al habían hecho a la vivienda de los Rockbell, aprovechando aquella visita en la que el mayor Armstrong había cortado leña más que suficiente para dos años. Ya que había material de sobra, habían usado sus habilidades para construir un lugar en el que la abuela pudiera sentarse tranquilamente al sol y fumar su pipa o Winry pudiera tomarse un descanso durante su jornada y disfrutar del aire fresco. Cuando decidieron hacerlo, no pensó que le vendría tan bien en el futuro.
Afortunadamente, en ese momento aún era capaz de usar la alquimia. Gracias a eso, construir la estructura fue coser y cantar. Si hubiera tenido que construirlo al estilo tradicional, habría supuesto un serio problema. Podía apañárselas con la mayoría de tareas domésticas, pero Ed era un auténtico negado para el bricolaje. Era incapaz de clavar un clavo sin acabar con un par de dedos machacados. ¡Con lo fácil que resultaba todo cuando solo tenía que juntar las manos!
En aquel entonces se acercaba la primavera y las noches eran bastante agradables en Resembool, así que a menudo las charlas que solían mantener después de cenar se trasladaban a ese rincón. Después de tanto tiempo lejos de casa, era agradable contemplar ese paisaje familiar bajo la luz de la luna y las estrellas. En el silencio de la noche podía escucharse el canto de las cigarras. El ambiente rebosaba paz y tranquilidad, que era justo lo que necesitaba en ese momento.
A pesar de estar en un pueblo apartado como ese, el taller Rockbell tenía una excelente reputación y funcionaba a pleno rendimiento, por lo que siempre había trabajo que hacer a la mañana siguiente y la abuela no tardaba mucho en retirarse. Durante los primeros meses, los tres solían quedarse hablando hasta casi medianoche, compartiendo todos los detalles de sus aventuras. Después de tantos años yendo y viniendo, había mucho que contar. Aún así, Al tampoco solía acostarse demasiado tarde. Aunque se encontraba bien, todavía le llevaría un tiempo recuperar del todo la forma física y descansar era fundamental para acelerar el proceso, así que desde que volvió seguía una terapia de sueño intensivo.
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La cuestión de Winry
RomanceDescubrir el amor con Winry está siendo una aventura muy emocionante para Edward, pero sus sentimientos se están descontrolando hasta el punto de volverle loco. ¿Cómo iba a manejar esa situación, totalmente nueva para ambos?