Euforia (I)

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Durante el camino de vuelta a casa la mente de Ed estuvo entretenida mientras conversaba con Winry sobre los planes de Al y la gran aventura que acababa de emprender. Den los saludó alegremente cuando llegaron, pero después siguió durmiendo, aparentemente muy a gusto de estar afuera apurando los últimos rayos del sol de aquella tarde de verano. Hasta que ella se paró en el umbral para abrir la puerta no se dio cuenta de que seguían cogidos de la mano. Y además... Demonios, además.. Al fin... ¡Al fin!

-¡Qué tranquilidad! -comentó ella después de entrar.

Así era, porque al fin estaban solos. Solos. Con toda la casa para ellos y casi dos días por delante para aprovechar esa circunstancia. Solo de pensarlo, Ed estaba empezando a temblar de entusiasmo. ¿Cuánto tiempo llevaba soñando con ese momento? Pero tampoco había por que apresurarse. No sería muy educado por su parte saltar sobre Winry nada más cerrar la puerta... No, nada educado. Tenían tiempo de sobra para tomárselo con calma, aunque tan pronto como se dio cuenta de la situación empezó a sentirse terriblemente impaciente. Después de entrar, su corazón había comenzado a latir tan fuerte que parecía retumbar en el silencio del recibidor. Todo su cuerpo le decía a gritos que ya se había cansado de esperar.

Estaba dispuesto a armarse de paciencia, al menos durante un rato más, pero cuando se volvió hacia la joven a su lado reconoció el mismo deseo en sus ojos y comprendió que no necesitaba resistirse. Su mirada lo decía todo. No se molestaron en perder el tiempo hablando. En un segundo, la pasión les arrastró y se fundieron en un beso interminable, abrazándose como si no hubiera mañana. Su deseo se desató como si fuera un huracán.

Cegados por ese estallido de emociones, ambos eran incapaces de separar sus labios y sus cuerpos se movían solos. Las mejillas, el cuello, la espalda, los brazos, la cintura, las caderas, incluso las piernas... Cualquier parte era buena para tratar de arrastrar al otro aún mas cerca, buscándose con tal ansia que estuvieron a punto de perder el equilibrio. Ed dio un par de pasos para intentar estabilizarse, sin alejarse de sus labios ni un milímetro. Notó que su espalda chocaba bruscamente contra la pared, pero no le importó en absoluto. Le hubiera dado igual haber hecho un agujero tan profundo que atravesara el tabique. En ese momento no le importaba nada más en el mundo aparte de Winry.

Algo más alarmada que él por el ruido que había provocado el golpe, la joven interrumpió el beso para mirarle con una amplia sonrisa y las mejillas sonrosadas. Ese rubor le hacía parecer aún más adorable. Su comportamiento, por otra parte, no estaba siendo tan tierno como su rostro. Prácticamente se había colgado de su cuello, apretándole contra la pared con tal pasión que estaban empezando a temblarle las rodillas, aunque él tampoco le iba a la zaga si se trataba de entusiasmo. La estaba estrechando entre sus brazos sin ninguna contención, sin pararse a pensar donde ponía las manos.

Intentando recuperar la iniciativa, Ed apoyó un brazo sobre la pared para impulsarse hacia delante mientras seguía besándola sin tregua. Estaba demasiado concentrado en Winry para calcular su fuerza y tropezó, haciendo que ambos se tambalearan hasta acabar chocaron contra la pared opuesta, volcando el paragüero junto a la puerta. La estantería junto a ellos también se movió de forma peligrosa y algo golpeó contra el suelo.

Winry rio y volvió la cabeza para intentar descubrir qué había causado ese ruido, pero la mano de Ed sujetó su barbilla para girarla de nuevo hacia él.

-No importa -dijo, sonriendo de esa forma que tan seductora resultaba para Winry.

-Cierto...

-Es una verdadera suerte que no haya nadie en casa -continuó él, con un destello travieso en la mirada -. Si no, no podría hacer algo como esto... -dijo, besándola de nuevo de una forma que era de todo menos educada mientras sus manos bajaban hasta su trasero para apretarlo sin ningún recato, provocando las risas de ella.

La cuestión de WinryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora