Tal y como había pronosticado Winry, cuando Ed abrió los ojos a la mañana siguiente sentía que había descansado como nunca en su vida. Si la mañana después de besarla por primera vez el mundo le había parecido más brillante, aquel nuevo día se presentaba tan resplandeciente que le daba la impresión de ver un arcoíris reflejándose en los rayos de sol que entraban por la ventana, con la diferencia de que aquella mañana su mundo entero se reducía a la cama en la que había despertado o más concretamente, a la mujer que aún dormía a su lado.
Decir que era feliz era quedarse muy corto para explicar cómo se sentía o quizás es que hasta ese día no había experimentado la felicidad en su estado mas puro. Ver a Winry a su lado al despertar le hacía sentir que el mundo era perfecto. De hecho, ni siquiera necesitaba salir de la cama. Es más, ojalá pudieran quedarse allí durante uno o dos meses al menos... De pronto, la fecha de la boda ya no le resultaba tan indiferente. Después de esos días, despertar sin ella iba a resultar realmente desolador.
Si Winry pudiera escuchar esos pensamientos seguro que le parecería muy romántico. Y como siempre, él le respondería que solo era la verdad. Sin embargo, tenía que admitir que amar a Winry le había transformado tan profundamente que quizá los dos tuvieran razón. El romanticismo siempre le había parecido una cursilería, un montón de palabras bonitas y gestos vacíos sin ninguna utilidad práctica. Hasta que se enamoró. Y ahora, ahí estaba, pensando que su rostro dormido era lo más hermoso que había visto en la vida mientras su corazón rebosaba de una felicidad que rayaba en lo absurdo.
Por otro lado... La verdad es que, aunque se sentía liberado después de contenerse durante tanto tiempo, su deseo seguía ardiendo con una llama igual de intensa. Después de experimentarlo, le resultaba imposible verla acostada junto a él y no querer hacerla el amor. Mucho se temía que los problemas que ya había tenido con sus fantasías en los desayunos iban a parecerle pequeños a partir de ahora.
Quizá fuera porque siempre había tenido un gran apetito, pero para Ed el deseo se parecía mucho al hambre: era un impulso insaciable, ajeno a su voluntad, que había que satisfacer una y otra vez para seguir viviendo. De la misma forma, intuía que después de esa primera vez iba a desear hacerle el amor cada día y que no iba a ser nada fácil aguantarse las ganas.
Y hablando de hambre...
Acababa de darse cuenta de que ayer se habían saltado la cena. Ni siquiera se había acordado de ella. Eso sí que era algo inaudito para él. Y aún así, cuánto más la miraba, menos le importaba. El deseo prevalecía sobre cualquier otro apetito: quería hacerla el amor más que cualquier otra cosa. Podía seguir empeñado en que todo era fruto de una reacción química en el cerebro, pero, en la práctica, lo mismo daba: seguía queriendo hacerlo. El deseo era una telaraña de la que era imposible escapar... Sobre todo, porque anulaba incluso la voluntad de querer hacerlo. "La naturaleza es una cabrona", pensó.
Mientras maldecía para sus adentros su nula capacidad de control su mirada estaba entretenida observando a la joven dormida frente a él, reprimiendo el deseo de tirar de la sábana y lanzarla por los aires. Cuanto más lo conocía, más adoraba el cuerpo de Winry y las curvas que lo conformaban. Eran una invitación irresistible para que sus ojos lo recorrieran de arriba abajo, desde su cuello exquisito hasta los dedos de sus pies, que asomaban bajo la sábana.
-Buenos días, Ed.
Estaba tan ensimismado contemplando a Winry que su voz le sobresaltó y el calor le subió de golpe a las mejillas, como si hubiera sido descubierto haciendo algo que no debía.
-¡Winry! -respondió, en un tono algo más alto de lo que pretendía- Buenos días.
Se acercó para besarla, esperando que ella no se hubiera dado cuenta de su sonrojo, aunque el beso no contribuyó a calmar sus ánimos. Para su desgracia, no tuvo tanta suerte.
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La cuestión de Winry
RomansaDescubrir el amor con Winry está siendo una aventura muy emocionante para Edward, pero sus sentimientos se están descontrolando hasta el punto de volverle loco. ¿Cómo iba a manejar esa situación, totalmente nueva para ambos?