"FESTIVAL DE BERLÍN XXVI"

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Lou se despertó temprano, el sol apenas iluminaba la habitación. Con un bostezo, se estiró, intentando sacudirse la pereza de la mañana. Caminó hacia el baño y se lavó la cara, dejando que el agua fría le despejara los últimos rastros de sueño. Al escuchar voces provenientes de la sala, frunció el ceño, preguntándose quién podría estar ahí tan temprano.

Curioso, salió del baño y se dirigió hacia la sala. Allí, lo primero que vio fue a Marius, quien estaba de pie conversando animadamente con un chico que Lou reconoció de inmediato: Jan, el mismo que conocieron en el festival. Lou se quedó inmóvil por un segundo, observandolos. Ambos reían de algo que aparentemente solo ellos entendían, y estaban tan cerca que Jan le dio un leve empujón a Marius mientras se reía, como si fueran amigos de toda la vida.

Sintió una punzada en el estómago, pero mantuvo su rostro impasible mientras Marius se giraba hacia él, saludándolo con una sonrisa despreocupada.

—¡Lou, mira quién vino a visitarnos! —dseñalando a Jan —. Tenemos visita tempranera.

Jan levantó la mano en un gesto amistoso.

—¡Hola! —saludó con amabilidad —. Perdón por aparecerme sin avisar tan temprano. Marius me dijo que podía venir cuando quisiera.

Lou intentó esbozar una sonrisa cortés y asintió sin decir mucho, sintiendo una mezcla extraña de incomodidad y molestia que intentaba disimular.

—Claro, sin problema —respondió con una voz neutral, mientras se giraba y se dirigía a la cocina para prepararse algo de desayuno. Tenía que calmarse; probablemente estaba exagerando.

Mientras preparaba su desayuno, se escucharon unos pasos a su lado, y, al voltear, vio a Elías mirándolo con una sonrisa burlona, apoyado casualmente en la encimera.

—Bueno, bueno… —empezó —. Parece que tienes competencia, ¿no? Mira cómo Marius y Jan se llevan. Casi como si fueran mejores amigos... o algo más. ¿Qué opinas, Lou? ¿Te sientes… reemplazado?

El suspiró y le lanzó una mirada de advertencia, pero Elías no parecía dispuesto a detenerse tan fácilmente.

—Vamos, admítelo, Lou. No me digas que no te pica un poco que Marius tenga otro "amigo" —hizo comillas en el aire—. ¿O es que ya te olvidó y ahora eres el ex-amigo con derecho?

Lou resopló y rodó los ojos, tomando un sorbo de su café para no tener que responderle inmediatamente.

—Por favor, Elías, no empieces. Marius y yo somos amigos. Solo amigos con…derechos —intentó sonar convincente, aunque una pequeña nota de inseguridad se colaba en su tono—. Si quiere traer amigos nuevos, está en su derecho.

Elías arqueó una ceja, como si no creyera ni una palabra.

—Ajá, "solo amigos". Claro, como si no te importara nada ver a Jan aquí riéndose con Marius —soltando una risa burlona—. Mira, si no te importa, genial… Pero, si te pones tan serio, empiezo a pensar que igual te da un poquito de celos.

Lou se cruzó de brazos, intentando mantener una expresión tranquila, pero sus ojos traicionaban una pizca de fastidio.

—No estoy celoso —replicó, encogiéndose de hombros y mirando hacia la puerta de la sala, donde Marius y Jan seguían conversando animadamente—. Simplemente me parece… curioso. Eso es todo.

—Curioso, claro. Si quieres, en lugar de curioso, podemos decir que te estás muriendo de celos —se burló—. Y no te culpo, Lou. Después de todo, el pobre Marius ha estado intentando convencerte de que se lo tomen en serio, y ahora que hay un chico nuevo, ¡zas! Te sale lo posesivo.

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