♡ I REALLY LOVE YOU ♡

"FESTIVAL DE BERLÍN III"

Lou está tranquilamente sentado en el sofá, viendo la televisión con una mano apoyada en el respaldo y la otra sosteniendo el control. Cambia de canal buscando algo interesante, cuando de repente, Marius entra en la sala, casi como una ráfaga, gritando con desesperación.

—¡Lou! ¡No encuentro mis medias favoritas! ¿Las viste por algún lado?

— ¿Tus medias favoritas? ¿Las de rayas? ¿O las que tienen un agujero en el talón? Porque déjame decirte que cualquiera de las dos opciones necesita una actualización urgente.

Marius  camina de un lado a otro, revisando debajo de los cojines y en la mesita de café. 

—¡No, no! Las de rayas son feas. Estoy hablando de las que tienen los pequeños patitos en los tobillos. Las únicas medias decentes que me quedan.

— ¿Patitos? 

El se detiene y lo mira con indignación. 

— ¡Son cómodas! Y no sé si te has dado cuenta, pero estamos en un hotel. No traje muchas cosas conmigo. ¡Las necesito!

Lou  se ríe y señala hacia el pasillo.

 —Las vi tiradas en el baño. ¿Qué estabas haciendo con ellas ahí, bailando un vals con los patos?

—¡No me hagas bromas! A veces las uso para secarme los pies, ¿ok? ¡Es algo perfectamente normal!

Lou se burla desde la sala, levantando la voz para que Marius lo escuche. 

— ¿Secarte los pies con tus medias favoritas? Debes querer mucho a esos patitos.

Marius regresa a la sala con las medias en la mano, claramente aliviado.

—¡Te aseguro que si tú perdieras algo importante, yo no me quedaría sentado viendo la televisión!

—Claro, pero es que yo no perdería algo tan esencial como un par de medias de patitos. Yo tengo mis prioridades en orden.

Marius se deja caer en el sofá junto a Lou, poniéndose las medias y suspirando. 

—Sabes, si alguna vez dices algo útil, creo que me desmayaré del asombro.

—Tendré eso en cuenta, por si necesito salvarte la vida algún día.

— Bueno, de todas formas, gracias por decirme dónde estaban. 

Lou le guiña un ojo. 

—No hay de qué, amigo. Siempre estoy aquí para rescatarte... de tus propios problemas.

Los dos estaban recostados en el sillón, cambiando de canal sin mucho interés, cuando de repente Lou rompió el silencio que reinaba en la sala.

—¿Sabes, Marius? Hoy tenemos el día libre. —Dijo con tono despreocupado, mirando de reojo a su compañero—. Podríamos salir a dar una vuelta por la ciudad. ¿Qué te parece?

Marius estaba sentado en la mesa del comedor, absorto en su teléfono. Ni siquiera levantó la vista cuando respondió.

—No tengo muchas ganas, Lou. Además, ayer ya estuvimos dando vueltas por ahí. Prefiero quedarme tranquilo.

—¿Tranquilo? ¿De verdad? Vamos, no vinimos hasta Berlín para quedarnos encerrados en un hotel. —Se levantó del sofá y se acercó a Marius, inclinándose sobre él con una sonrisa pícara—. ¿Qué tal si te invito un helado? Dicen que hay una heladería por aquí que hace los mejores conos de pistacho.

Marius suspiró, manteniendo la vista fija en la pantalla de su teléfono.

—No me interesa el helado... Además, no tengo ánimo para salir a soportar el frío solo por un postre.