♡ I REALLY LOVE YOU ♡

"FESTIVAL DE BERLÍN IX"

Lou se despertó en la sala, parpadeando ante el desorden que lo rodeaba. Había galletas aplastadas en el suelo, toallas esparcidas por los muebles y alguna que otra prenda olvidada aquí y allá. Se llevó una mano a la frente, frustrado. Decidió que lo mejor sería lavarse la cara para despejarse un poco, así que se dirigió al baño.

El agua fría lo ayudó a despertar y, tras secarse, fue directo a la cocina para prepararse un café. En el camino, pasó junto a la habitación de Marius. Sin poder evitarlo, echó un vistazo dentro. Saar estaba dormida en la cama con la computadora en su regazo, y a su lado, Marius también dormía profundamente con su propia computadora. La escena le provocó una mezcla de incomodidad y celos que no podía explicar del todo. Apretando los labios, se fue, tratando de no pensar demasiado en lo que había visto.

En la cocina, se sirvió un café sin prisas, dejando que el aroma lo calmara un poco. Por alguna razón, el malestar no desaparecía, y ese día le faltaba ánimo incluso para ordenar el desastre que había quedado en la sala. Decidió que lo mejor sería salir un rato, despejar su mente.

Al abrir la puerta del hotel, el clima húmedo y lluvioso lo recibió. Se subió la capucha y comenzó a caminar bajo la llovizna, escuchando el sonido de las gotas sobre la acera. Al poco tiempo, se cruzó con un par de fans que lo reconocieron. Aunque se sentía un poco desanimado, les sonrió y los saludó con entusiasmo, posando para unas fotos y disfrutando de ese breve momento de distracción.

Continuó caminando hasta que llegó a una pequeña tienda de guitarras. No tenía intenciones de comprar nada, pero el aburrimiento y la nostalgia lo llevaron a entrar. La tienda tenía un ambiente cálido y acogedor, y el olor a madera lo hizo sentirse a gusto de inmediato. Después de unos minutos explorando, tomó una de las guitarras y, sin pensarlo mucho, comenzó a tocar.

Mientras sus dedos se deslizaban por las cuerdas, se permitió olvidarse de todo.

Recibió una notificación de Anthony mientras tocaba la guitarra, informándole que el show de esa noche había sido cancelado. No le dio importancia y continuó tocando, disfrutando de la tranquilidad de la tienda y dejando que las notas fluyeran. Poco después, llegó otra notificación, esta vez de Marius, quien le pedía que regresara porque él y Saar no podían ordenar todo el desastre que habían dejado. Lou la ignoró también, sumergiéndose aún más en su música.

Las notificaciones comenzaron a llegar en una sucesión interminable, mensajes insistentes de Marius que hacían vibrar su teléfono sin parar. Con un suspiro, Lou decidió silenciarlo, aliviado de poder quedarse en ese refugio de paz. Se acomodó en un rincón de la tienda, sin prisas, con la guitarra entre las manos, mientras sus pensamientos se dispersaban. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba solo.

A su lado, Elías estaba sentado tranquilamente, con una taza de té caliente entre las manos y una expresión de serenidad que a Lou le resultaba irritantemente pacífica. Lou frunció el ceño, girándose hacia él con algo de desagrado.

—¿Qué haces aquí?.

Elías tomó un sorbo de té antes de responder, con una calma que solo lo ponía más nervioso.

—Vine a ver si finalmente decides hacer algo al respecto, —contestó un tono casi desafiante—. Mira, Lou, esos celos tuyos no te están llevando a ningún lado, ¿sabes? Marius no tiene ni idea de lo que sientes. Y mientras sigas ignorándolo y ocultándote, vas a seguir viendo escenas como la de hoy.

—No tengo celos. Además, él y yo solo somos compañeros de trabajo, nada más. Es ridículo que te pongas a hablar de estas cosas.

Elías alzó una ceja, incrédulo.

—¿En serio? ¿Te escuchas a ti mismo? No solo te estás engañando, sino que te estás complicando la vida a lo tonto. No hay nada de malo en lo que sientes, pero en vez de actuar, prefieres huir y hacerte el que nada te importa.