"FESTIVAL DE BERLÍN XXIV"

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Saar estaba recostada en una tumbona junto a la piscina, con un bikini azul que resaltaba en contraste con el agua, mientras hojeaba una revista de Victoria's Secret, atenta a lo último en moda. De repente, alzó la mirada al escuchar pasos y vio a Marius acercándose, con el pequeño perrito en brazos, quien movía la cola con entusiasmo.

-¡Vaya, vaya! -dijo ella con una sonrisa burlona, dejando la revista de lado y cruzando los brazos-. ¿Y cómo te fue anoche con Lou mientras yo no estaba?

Marius suspiró, acomodando al perrito sobre una toalla antes de responder.

-Nada interesante... Seguimos siendo amigos con derecho -encogiéndose de hombros-. Bueno, amigos con derecho a meternos la lengua hasta la garganta, pero amigos al fin y al cabo.

Saar soltó una carcajada, levantando las cejas en un gesto de incredulidad.

-¡Ay, por favor, Marius! -exclamó-. No puedes decirme que después de todo eso aún sigues en la "zona de amigos". ¡Ni que Lou fuera tan difícil de conquistar!

-Créeme, Saar -sonriendo-. Lou tiene un talento especial para complicarlo todo. Cuando estoy cerca, me mira como si quisiera más... pero luego se echa para atrás y me dice que "solo somos amigos".

-Claro, claro... eso suena a que el chico está completamente en tus manos -bromeó ella-. ¿Y qué pasó con todas esas veces que te dijo que solo eran amigos? ¿No le haces caso?

Marius rió, rascándose la cabeza mientras miraba al perrito, que los observaba desde su toalla.

-Creo que es parte del encanto, ¿sabes? -lanzando una mirada soñadora-. Lou y sus "reglas"... que no hablemos con desconocidos en el baño, que nada de mensajes por la noche, que nada de visitas sorpresa. Pero al final del día, siempre volvemos a lo mismo.

Saar dejó escapar una risita burlona y le dio un golpecito en el brazo.

-¡Ay, Marius! -dijo con un suspiro dramático-. Me estás diciendo que llevas quién sabe cuánto tiempo metiéndole la lengua hasta la garganta... y el chico sigue diciendo que son "amigos".

-Exactamente. Creo que soy un romántico perdido -suspirando teatralmente-. Pero mira, Saar, no hay nadie en el mundo que pueda resistir tanto. Quizá si le doy un poco más de tiempo...

-O quizás necesitas un plan de acción más... convincente -guiñándole el ojo-. Porque te apuesto que si Lou ve que podrías salir con alguien más, en un segundo te deja de "amigo".

Marius la miró, pensativo.

-¿Insinúas que debería darle celos?

-Oh, totalmente -respondió Saar, riendo-. Un poquito de competencia nunca le hace mal a nadie. ¡Además, mereces que Lou se deje de rodeos!

-Tienes razón, aunque... eso de darle celos podría ser un arma de doble filo. Lou es impredecible.

-Bueno, entonces ya sabes, querido -dijo, riendo-. O pruebas un poco más... o te resignas a ser su "amigo con derechos". Aunque, si te soy sincera, te veo rendido a sus pies. ¡Qué tragedia la tuya, Marius, el romántico incomprendido!

-Sabes, Saar, tienes razón. Quizás, después de todo, no me importaría seguir siendo el "amigo" si es Lou quien está al final del día -dijo, riendo mientras observaba al perrito-. Porque, aunque Lou no lo diga... sé que siente lo mismo.

-Ay, Marius... con esa actitud, ¿cómo no va a enamorarse Lou?

Y ambos siguieron riendo, mientras el perrito los observaba con la cabeza inclinada, como si intentara comprender todo el alboroto.

Lou salió al patio y se dirigió con pasos lentos hacia la piscina, sus pies descalzos tocando el césped mientras el sol acariciaba su piel. Al llegar, se quitó la camiseta y la dejó a un lado antes de sentarse en el borde, sumergiendo solo los pies en el agua. Sus ojos azules parecían brillar aún más bajo la luz del sol, lo que hizo que Saar, quien seguía sentada en la tumbona, soltara un suspiro exagerado al verlo.

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