Jamás en mi corta vida había sentido tanto dolor, mi madre apretaba fuerte mi mano y yo me aferraba a ella como si mi vida dependiese de ello, las lágrimas recorrían mis pómulos sin cesar, respiraba con dificultad, sudaba horrores, mis espasmos eran muy evidentes y a pesar de ello, nada de eso me importaba lo único en lo que podía pensar era en la vida de mi bebé, sólo tenía siete meses, ¿Y si moría?, nunca me lo perdonaría, de sólo pensarlo mis sollozos, gritos de dolor y súplicas se hicieron más estridentes, mi voz sonaba hueca de tanto llorar.
-¡Por favor!, ¡Se los ruego salven a mi bebé no dejen que muera!
-Tranquila cariño te prometo que todo va a estar bien, la señora Wadlow se encargara de todo personalmente.
-Mamá, mi bebé deben salvar a mi pequeño.
En la habitación estábamos mi madre la señora Wadlow, un enfermero y yo, aunque estaba más tranquila con su compañía, la ausencia de Regulus podía conmigo, lo necesitaba ahora más que nunca.
Con la boca algo seca por los gritos de dolor apenas logre murmurar.
-Regulus, quiero verlo... debe estar aquí.
Mamá me dedico una mirada llena de comprensión y dulzura.
-Ya fue informado, viene en camino, el mismo Dumbledore en persona lo traerá al hospital.
Eso logró relajar un poco la ansiedad que poseía. Segundos después las punzadas de dolor incrementaron mandando al trasto cualquier calma que hubiese sentido.
La señora Wadlow nos dijo que la sangre se debía a un profundo corte en la ingle, probablemente me lo hice al caer, fue un alivio saber que no había nada mal con mi bebé, excepto claro que iba a nacer prematuro y que la fuente se rompió. Con unas pociones se logró sanar mi pierna y hacer que cicatrizará un poco o por lo menos lo suficiente para no tener más complicaciones de las ya vigentes.
Luego de eso comenzó lo difícil, pujaba y pujaba con todas mis fuerzas, si antes pensaba que estaba sufriendo de dolor, ahora podría morir de agonía, mi respiración era cada vez más agitada, estaba realmente cansada, ¿Cuánto tiempo llevaba pujando?
Justo cuando pensé que iba a desfallecer, por la puerta sudoroso, con semblante preocupado entro Regulus. Sonreí -apenas- aunque probablemente fue más una mueca que sonrisa, de inmediato se coloco a mi lado derecho y tomó mi mano libre, beso mi frente, por un instante nuestras miradas se encontraron y supe que no estaba sola.
-Tu puedes ojitos, eres fuerte- pude permitirme afirmar un poco con la cabeza y seguir con mi labor.
Tuve que esforzarme unas veces más antes de escuchar el sonido que lleno la habitación... un llanto, un hermoso chillido que conmovió mi corazón y estremeció cada parte de mi cuerpo. Agotada deje escapar un suspiro, mi cuerpo de pronto se sintió más liviano.
Observe como la enfermera aseaba a mi bebé, admire el brillo en los ojos de mi esposo, cuando lo cargó incluso note un atisbo de sonrisa. Él se acerco a mi con la pequeña criatura en brazos.
-Es un niño- me dijo sonriendo reflejando una felicidad que nunca había visto en Regulus, era la primera vez que me dejaba ver esta faceta suya y la verdad me encantaba. Me mostró el rostro de nuestro hijo, no pude evitar sonreír y llorar, está vez de felicidad, una felicidad que jamás espere sentir.
Con las escasas fuerzas que me quedaban acaricie la suave y Rosada mejilla de mi pequeño. Luego de eso siento un fuerte mareo, invadida por el agotamiento me recoste en la camilla de nuevo, poco a poco cerré mis párpados, lentamente di un profundo y largo suspiro justo antes de darle la bienvenida al mundo de los sueños.
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El Hermoso Tormento
FanfictionAradia Tornetti desde su prematura niñez ha estado perdidamente enamorada de Regulus Black. Regulus pensaba en ella como su peor pesadilla hecha persona; Aradia en el como su principe hecho realidad. Ser hija de una muy prestigiosa familia de sangre...