El Hermoso Tormento

❂Epílogo❂

Deben leer el mensaje final es importante, no importa lo que lean en el epílogo realmente  no es como los protagonistas lo harán ver, probablemente muchas se disgusten e intenten asesinarme, pero tiene su razón de ser este epílogo, haya explicación a todo y seguro les gustarán las noticias del final.
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Caminaban apresurados por la estación, Corvius y Carina tomando la mano de Aradia, mientras su padre aferraba las manos de Lynx e Isis. Leo al sentirse mayor iba delante de su abuelo, madre y hermanos, con Corban siguiéndole de cerca.

El hijo mayor de Aradia y Regulus, empujaba con emoción su carrito, llevando con facilidad su lechuza gris tormenta, Savitar, y su pesado baúl.

Toda la familia había querido ir a despedirlo a la estación. El hijo, nieto y hermano mayor partiría por varios meses a Hogwarts.

Cuando llegaron frente a la barrera se detuvo en seco. De pronto el miedo lo inundo. Miedo a la novedad y la ansiedad de no saber que le esperaba en su nuevo viaje. Su madre captando su incertidumbre, le pidió a Rufius Tornetti que se adelantará junto a sus otros pequeños.

Leo entonces se permitió mirar con temor a su madre. Y cuando miró los labios temblorosos de ella, y sus ojos acuosos, él también tuvo ganas de llorar.

¿Que sería de ella y sus hermanos cuando se marchara?, su madre no había vuelto a ser la misma de antes, desde la muerte de su padre había perdido esa chispa de alegría que tanto le gustaba a Leo de ella.

Leo se había tomado muy en serio el papel de hombre de la casa, siempre tratando de ser el más razonable, responsable. Siempre al pendiente de todos y cada unos de sus hermanos. Siempre abrazando y animando a su madre cuando sus fuerzas flaqueaban, y siempre tratando de hacerla sonreír o reír a carcajadas.

A pesar de ser un niño muy pequeño, el recordaba muchas cosas de su temprana edad. Aunque la mayoría de sus recuerdos se limitaban a ver a su joven y hermosa madre llorar y sufrir por las desgracias que la vida le había dado.

Tenía tan presente tantas cosas como si tan solo hubiesen sido ayer. Como la muerte de su abuela.

Leo al igual que su madre a veces lloraba por los rincones su pérdida, aunque a diferencia de ella, él jamás se culpo por la muerte de Vibian Tornetti.

Luego de un tiempo su madre se había perdonado, lo había superado y se permitió volver a ser feliz.

Solo tres años después la vida la había golpeado nuevamente y esta vez por partida cuádruple. Pues de nuevo le fueron arrebatados seres queridos.

Dos de los que consideraba hermanos, uno muerto y otro en la cárcel inculpado por la muerte del otro. A su amiga, y a su ahijado.

Recuerda como fueron los años antes de volverla a ver sonreír, y ser feliz nuevamente. Aunque la vida aun le tenía preparado el golpe más duro de todos.

Han pasado dos años de la partida de su padre, amor de toda la vida de su madre. Desde entonces las sonrisas de Aradia Black eran muy escasas y casi nunca llegaba ese brillo mágico a sus ojos, el brillo que Leo tanto admiraba se había ido el mismo día que su padre los dejó. Y a Leo le partía el corazón no poder hacer nada por ella.

Ahora también iba a dejarla atrás. De pronto no tuvo ganas de ir a Hogwarts se sentía un traidor por irse de su lado. No tenía valor para romper el corazón de su madre una vez más.

—¿Que pasa Leo?, no tengas miedo, prometo que será divertido la pasaras bien en Hogwarts y harás nuevos amigos- a pesar del tono entusiasta que ella había utilizado Leo notó el ligero temblor en su voz, y la melancolía en su mirada. Sentía inmensas ganas de llorar y abrazarla para jamás soltarla. Y así lo hizo la abrazo con todas sus fuerzas.