7• ❂La perspectiva de Regulus

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Recién estaba en el comienzo de mi segunda semana en Hogwarts, era de noche y acababa de terminar con el entrenamiento de quidditch, estaba muy cansado y hambriento, me apresure a llegar al gran comedor. Pensaba comer algo rápido, luego darme un baño e iría finalmente a dormir.

Cuando entre por las grandes puertas del comedor repare en que todos miraban interesados y curiosos en dirección a la mesa de Gryffindor, al principio no tenía interés alguno, pero cuando escuche a Roy un compañero del equipo, mencionar el apellido de la atolondrada chiquilla de mis pesadillas, me fue imposible no estar alerta, últimamente siempre pasaba, mencionaban el nombre de Aradia e inconscientemente era todo oídos y ojos, aunque quisiera, no podía evitarlo.

Siendo sincero la torpe, empalagosa y parlanchina niña de rulos, ya no me resultaba tan irritante, no es que ella se estuviera comportando, (en lo más mínimo a decir verdad) sólo que ahora llegaba a disfrutar de su compañía, me gustaba oír su risa y escucharla decir cuanta disparatada se le ocurriera, verla sonreír e incluso cuando era patosa me resultaba entretenida. Supongo que comenzaba a considerarla mi amiga.

Contrario a mis deseos decidí volverme a ver lo que a mi parecer el resto de Hogwarts contemplaba, pero cuando observe la nueva hazaña de la chiquilla, no pude más que sentir asco y repugnancia, ella y mi "querido" hermano se encontraban intercambiando muy anímadamente saliva. Lo que más me molesto fue ver como mi hermano la sostenía de la cintura mientras acariciaba su mejilla y lo mucho que ambos parecían estar disfrutando el babosearse y apretujarse mutuamente. Prodria jurar que si pudieran se tragarian... bueno más de lo que ya estaban haciendo.

Sin querer ver más del la espantosa exhibición, me retiré del gran comedor y me fui prácticamente trotando a mi habitación. Mi estomago se cerro del hastió, estaba dispuesto a descansar, dormir y olvidar el horrible cuadro que armaron Sirius y Aradia, pero simplemente me fue imposible. Pasaban los días y cada vez que la molesta chiquilla se acercaba a mi no podía evitar sentirme molesto con ella, sólo verla rabiaba de coraje.

—Oye Reggi ¿Donde dejaste a tu pequeño lepruchaun acosador?— suspire cansado, me había desecho de una para que llegara una el tripe de odiosa. Por lo menos Aradia no me llamaba "Reggi" con esa irritante, aguda y melosa voz repugnante. Siempre usaba mi nombre completo sin alteraciones o voces espantosamente chillona y tendría que darle más puntos por interpretar mis gestos y saber cuando era el limite. Pero Olivia Swan, ella si era un verdadero grano en el trasero.

Comenzaba extrañar a la pequeña risueña de ojos miel, ella habría espantado a la pesada de Olivia en un tronar.

—No lo sé Olivia, y deja de molestar- conteste sin ánimo alguno. Seguí caminando en dirección al lago negro cuando entonces la divisé a lo lejos en su lugar de siempre, estaba leyendo. Sin saber muy bien porque, quise desquitarme por el maldito incidente que no podía desaparecer de mi memoria, creo incluso estaba más vivido y surrealista a cada momento.

Tomé a Olivia bruscamente del brazo me acerque a una distancia considerable de donde Aradia se encontraba, y bese a Olivia sin dejar de mirar por el rabillo del ojo a la rojiza.

Un momento después ella se puso de pie, cuando pasó cerca de nosotros me separe de Olivia y fije mi atención en los hermosos ojos miel de Aradia, los cuales se llenaron rápidamente de lágrimas sin derramar, advertí como se esforzó por no dejarlas salir, cuando creí que se iría sin decir nada, hablo en tono monótono y para nada común en su alegre persona, eso provoco que el corazón se me oprimiera.

Cuando no pude verla me aleje de Olivia sin decir nada, la escuche decirme algo, a lo que preste atención nula.

Al día siguiente supe que Olivia andaba diciendo a medio mundo que ella y yo eramos pareja, la muy vanidosa e ingenua creyó que por besarla era mi novia, ¡ya quisiera!, como no era mi estilo y me importaba muy poco lo que se pensara de mi, no desmentí pero tampoco alenté nada.
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El Hermoso TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora