30• ❂Cueva inhóspita

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De pie en medio de un ambiente gélido y oscuro. Respiraban a bocanadas un aire frío que olía a salitre, oían el susurro de las olas a la distancia, tan lejano que sólo podía apreciarse si se prestaba mucha atención. Una luz verdosa y difusa brillaba desde el pedestal que se reflejaba en las tranquilas aguas del gran lago negro, estaba justo en el centro de este. Era tan vasto que no se alcanzaba a divisar las orillas opuestas. Situado dentro de una cueva tan alta que el techo tampoco llegaba a verse, parados sobre una pequeña isla de roca resbalosa lisa y oscura, contemplaban el misterioso pedestal que sostenía una vasija de piedra, curiosos e inquietos por marcharse cuanto antes del lugar se acercaron a inspeccionar el contenido de ésta.

Se pusieron uno al lado del otro, miraron en el interior y vieron que contenía un líquido verde esmeralda que emitía aquel resplandor fosforescente.

-¿Este es el liquido que te hizo tomar kreacher?

El elfo que temblaba de miedo asistió rápidamente, evidentemente también queriendo terminar con todo aquello de una vez por todas.

-Si amo Regulus- se atrevió a decir aunque antes hubiese contestado sin necesidad de hablar. Regulus suspiró con fuerza antes de hablar y luego con voz decidida miró a su mujer.

-Preciosa te prometo que cuando todo esto termine, te llevare a una verdadera luna de miel a donde quieras- Aradia le sonrío nerviosa y feliz al mismo tiempo.

-Entonces espero que sea en un lugar cálido- trató de ser divertida pero el temblor en su voz no se lo permitió.

Regulus asintió y cerró los ojos, intentando darse valor para lo que esta por hacer. Luego recordando algo viró a ver el rostro de su esposa con semblante serio.

-Aradia, quiero que me prometas algo- confundida afirmo con la cabeza.

-No importa que diga o que pase, promete que harás que tome toda la poción, seguramente te pediré parar, por lo dijo Kreacher me hará ver cosas terribles, pero solo se detendrá hasta que beba todo.

Dudosa y tambaleante de nervios volvió asentir. Aunque para Regulus no fue suficiente.

-Prometelo- le dijo severo en tono que no dejaba lugar a discusiónes.

Rendida sedio, en parte porque sabía que no tenía caso discutir en esos momentos, y porque quería que todo terminará lo más pronto posible.

-Lo prometo.

Conforme con su respuesta Regulus tomó la copa de cristal que había a lado de la vasija y la metió en la poción. El cristal atravesó limpiamente la superficie, cuando la copa estuvo llena hasta el borde, Regulus la alzó y se la llevó a los labios -.Por nosotros cariño y por nuestra familia.

Aradia con el corazón en la garganta observo todo esperando que no pasara nada malo, conteniendo sus nervios apretó fuerte sus manos hechas puños en sus palmas, esperando a que su esposo se terminara la infernal bebida.

-¿Regulus?, ¿estas bien cariño?-dijo cuando este bajó la copa, vacía. Aradia se puso más nerviosa al no recibir respuesta, incluso parecía como si no la hubiese escuchado hablar.

Con la mirada perdida volvió a sumergir la copa y a tomar su contenido de un rápido sorbo, "tal vez queriendo terminar más rápido con la agonía que posiblemente sentía", pensaba la pelirroja. Hizo lo mismo, sin hablar o mirar a nadie cinco veces, aunque para cuando se está bebiendo la quinta copa Aradia notó que la respiración de Regulus era agitada y su cara estaba deformando a una mueca de dolor.

El Hermoso TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora