25• ❂Todo empeora

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El cálido rayo de sol que me dio de lleno en el rostro me hizo despertar, tenía los músculos engarrotados por el frío, lentamente abrí mis ojos, el ver dónde estaba me hizo recordar lo sucedido en la noche anterior, me había quedado dormida en el helado piso del baño. Despacio y estirando el cuerpo como un ágil gato me puse de pie, arrastrando los pies me pare frente al espejo, lo que miré no me gusto. Tenía los ojos y nariz rojos e hinchados de tanto llorar, mi cabello era una maraña enredada y húmeda por las lágrimas, tenía una pequeña herida en los labios, una secuela hecha por tanto morderlos para controlar mis sollozos, me di un último vistazo antes de respirar con fuerza, mojarme el rostro y comenzar a desnudarme, abrí el agua caliente de la regadera y espere hasta que saliera a una temperatura aceptable.

Cuando termine de ducharme y observe de nuevo mi reflejo suspire largo y profundo tratando de darme valor o por lo menos fuerza de voluntad. Despacio y a hurtadillas giré la perilla de la puerta que daba a la recamara de Regulus y mía, me quede de piedra al verlo dormido en el suelo frente a la puerta, se notaba que tampoco tuvo una buena noche, aunque estaba molesta con él, me dolió verlo tan vulnerable y cansado, así que lo cubrí con una manta antes de abandonar la habitación, necesitaba ver a mi bebé, sostenerlo entre mis brazos y darme fuerzas para enfrentar mi destino.

Llegar a la recamara de Leo y verlo en silencio sentado en su cuna fue algo raro, era como si estuviese esperando por mi. Al percatarse de mi presencia me sonrío y extendió sus brazos pidiendo que lo cargara, ambos estuvimos danzando con el silencio pacifico como único fondo, disfrutando de lo que tal vez eran nuestras últimas horas de vida.

-Eres lo más hermoso que he tenido en la vida mi amor.

Leo beso mi mejilla y con su pequeña mano limpio una rebelde lágrima que se deslizaba por mi mejilla-¿Duele mami?- sonreí amargamente intentando inútilmente tranquilizarlo.

-Si mi amor, duele, pero si me abrazas fuerte me sentiré mejor.
Leo me observo dio un leve asentimiento y reposo su cabeza en mi hombro abrazándome lo más fuerte que pudo.

-Voy a cuidar a Mamá- susurro tímido.
-Y Mamá cuidara de ti.
*.*.*

Ese día lleve de paseo a Leo a un parque, no quise decirle a Regulus nada, no deseaba verlo.

La noche anterior había nevado por lo que el paisaje era de un hermoso y pulcro blanco, Leo estaba encantado jugando y experimentando, reía cada vez que formaba una bola de nieve algo deforme, la lanzaba hacía arriba y esta caía de nuevo en el suelo, la escena era simplemente magnífica. Y entonces una de las bolas de nieve que lanzo al aire se convirtió en escarcha brillante de colores tornasol, abrí los ojos tanto que creí se saldrían de órbita, ¿Leo había hecho magia por primera vez?, tan solo tenía un año de edad.

Mi hijo me sonrío travieso antes de volver a lanzar otra bola de nieve por los aires, para mi deleite está vez el montón de nieve se transformo en una hermosa paloma blanca de hielo voladora, lucía similar a un patronus sólo que está paloma era de blanco marfil y no plateada azulada.

Mientras observaba todo aquello lo supe, tal vez yo moriría, pero no dejaría que un bebé inocente, "mi bebé", sufriera, estaba dispuesta a sacrificar todo por él, si con eso salvaba la vida de mi hijo. Era razón más que suficiente para morir.
*.*.*

Luego del parque fui a casa de James y Sirius, ambos me recibieron con los brazos abiertos almorzamos, les conté sobre la primera vez de Leo haciendo magia, y felicitaron a mi pequeño dándole bastantes golosinas, en contra de mis deseos.

Mientras comíamos me dieron la buena nueva de la próxima boda, James y Lily se casarían pronto, me pidió ser su madrina, obviamente dije que si, aunque sabía que probablemente para ese entonces yo estaré muerta.

El Hermoso TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora