2• ❂Amistades Perdurables

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Una vez me vestí con el uniforme, emprendí camino al compartimiento donde estaba Sirius, después de todo tenía que arreglar las cosas con el, era mi mejor amigo y no quería estar distanciada de el por una tontería.

Cuando abrí el compartimiento se hizo un silencio sepulcral, los amigos de Sirius pasaban su mirada de el a mi y de regreso, como esperando a que una bomba atómica estallara en cualquier momento, mientras tanto Sirius tenía su mirada en sus zapatos como si de pronto fueran de lo más interesantes, sabía perfectamente a que se debía aquello, tenia miedo a que lo ignorara y lo odiara, pero contrario a sus pronósticos me pare delante de un muy cabizbajo Sirius, me incline y le di un abrazo de lo más fuerte.

-Lamento haberte golpeado, y sigo pensando que eres un idiota.
El correspondió en la misma medida a mi abrazo.
-Yo siento haberte llamado por tu segundo nombre y decir que eras una estúpida. Eres la persona menos estúpida que conozco.

Pude escuchar alrededor nuestro sonoros suspiros de alivió por parte del resto de los chico.
-Que bien que hallan arreglado las cosas, Sirius estaba proponiendo muchas locuras, prácticamente irealizables para que lo perdonarás- dijo James en tono burlesco.

-Estaba apunto de golpearlo con mi libro para que se callara- está vez hablo Remus .-Oh vamos chicos, ustedes no entienden, cuando está fieresilla se enfada nada bueno puede suceder- dijo Sirius fingiendo un escalofrío, por lo que le pegue un codazo en el estómago .-Y por está razón no retiro lo dicho, Sirius eres un idiota- dije fingiendo estar enfadada de nuevo pero Sirius me conocía bien y sabía de sobra que solo actuaba.

El resto del viaje fue de lo más divertido.
*.*.*

Al llegar a la estación de Hogwarts tuve que separarme de los chicos, ellos al ser de segundo irían en las carrozas y yo en los botes, los cuales sólo podían subir cuatro personas por bote, pensé en buscar a Regulus pero me había propuesto ser menos pegajosa y empalagosa con el, aunque mis impulsos dictaban algo muy diferente, fui fuerte y decidí que era mejor conocer personas he intentar hacer nuevos amigos.

Allí estaba yo en un bote, con tres desconocidos, a mi lado estaba una chica de piel oliva, ojos azul profundo y una lisa y muy larga melena negra, tan oscura como el carbón, también alta, en pocas palabras, en cuestiones físicas era todo lo contrario a mi: una chica de ojos miel, pequeña, piel tan blanca como la leche y cabello muy rizado y claro el cual apenas rozaba mis hombros. Contrario a cualquier pronostico me atreví a hablarle.

-Hola, mi nombre es Aradia Tornetti- la chica inmediatamente se giro a verme y me sonrió, fue un total alivio, ella me intimidaba un poco, aunque claro, no lo hice notar.

-Cristal Wadlow, un gusto Aradia- me respondió mostrando su reluciente dentadura, parecia ser agradable -.¿Dime no quiero ser grosera pero realmente tienes once años?

Su pregunta me tomó algo desprevenida pero no me sorprendió, sabía que era enana, digo mido solo un metro treinta y ocho centímetros.

-Si, que mi altura no te engañe, oye ¿En que casa deseas estar?

-La verdad aún no lo sé, pero Hufflepuff suena bien o tal vez Ravenclaw, ¿Y tu?.
-Cualquiera menos Slytherin, toda mi familia ha estado allí pero a mi simplemente no me apetece seguir sus pasos y creencias.
-¿Eres sangre pura?- preguntó curiosa.
-Pues desafortunadamente si, y sí eres hija de muggles o mestiza, no te preocupes eso me importa muy poco.
-Me alegra que no seas como todas esas serpientes que te miran por encima, como si realmente fueran mejores que tu. En el tren un alumno de tercero intento avergonzarme, por suerte la señora del carrito lo distrajo lo suficiente para marcharme sin ser notada.

-Si bueno, hay muchos creídos por todo Slytherin. La verdad no es muy fácil seguir tus propias creencias cuando toda tu familia piensa muy distinto, a mi me ha costado horrores.

Ella iba a seguir hablando hasta que por fin tuvimos nuestro primer vistazo del castillo, la emoción que sentí en ese momento fue indescriptible. Una vez que bajamos a de los botes nos guiaron dentro del castillo y nos explicaron las reglas, los premios entre otras cosas, y de quidditch. Después de un rato nos hicieron pasar al gran comedor.

Al entrar quede asombrada. El techo encantado para que luciera igual que afuera, los adornos, todo era alucinante. Lo único malo de todo esto es que la atención de los profesores y los demás alumnos de Hogwarts estaba puesta en nosotros, jamás me había alegrado tanto de ser una enana como ahora, nadie me notaba gracias a mi corta estatura y a que iba caminando entre medio de Cristal y un chico casi igual de alto que ella, me escondían perfectamente, así fue por unos momentos pero siempre algo malo tiene que suceder.

-Miren ahí está entre medio de los gigantes, es el duende de cabello rizado.
-¡¡Si ya la mire Sirius, pequeño leprechaun casi pelirrojo, hola Aradia, ¿Como te fue en tu viaje por el lago negro?!!.

Como era lógico toda la escuela se giró a verme para después muchos de ellos reír, quería convertirme en avestruz y meter mi cabeza en el suelo, pero como ninguna de las dos cosas sucedería, roja y avergonzada me giré a verlos, o más bien retar con la mirada a James y a Sirius, dando a entender que está me la pagaban, par de idiotas no saben con quién se han metido. Ellos por su parte se estaban partiendo de risa, claro como ya habían cumplido su objetivo. Estaba tan ocupada planeando mi venganza que no me di cuenta que alguien me hablaba, cuando me giré me di cuenta que era Cristal.
-Amigos tuyos, supongo- dijo intentando contener la risa.
-Lo son, los muy imbéciles acaban de firmar su sentencia de muerte- dije en tono malicioso.
-Se ve que son divertidos.
-Si- dije ya más calmada y levemente divertida.

Los alumnos empezaron ha ser nombrados por orden alfabético y como era de esperarse mi querido Regulus quedó en Slytherin, así pasaron hasta que la profesora Mcgonagall llego finalmente a la "T".

-Tornetti Aradia.
Nerviosa, con la boca seca y manos sudadas, me acerque y me senté en el banco luego la profesora me coloco el sombrero.

-Una Tornetti, hace mucho que no me topaba con uno- dijo el sombrero en mi cabeza.
-Veo mucho valor, digno de un Gryffindor, pero también eres muy leal y tienes inteligente de sobra.

Lo único que pensaba era cualquier casa menos Slytherin a lo que el sombrero respondió.
-Eres muy poderosa pero tu no perteneces a ese lugar, creo que ya se donde colocarte. Y en voz alta por fin dijo:
-¡RAVENCLAW!
Suspire, aunque estaba un poco preocupada estaba feliz de no haber quedado en Slytherin, sin ese peso encima me encamine mucho más segura a sentarme con mis compañeros de casa.

Después de un rato Cristal también fue elegida para Ravenclaw, hice espacio para que se sentara a mi lado, sabía que era el comienzo de una muy larga amistad.
*.*.*

Una semana después, un miércoles por la mañana baje corriendo al comedor.
-¿Aradia se puede saber a que se debe tanta emoción?
-No comas ansias Cristal, lo verás cuando llegue el correo.
Una rato más tarde comenzaron a llegar las lechuzas, pude observar como Sirius y James se atiborraban de comida, y emocionados abrían mis regalos o mejor dicho el de "sus admiradoras secretas", los muy idiotas no sospecharon ni un poquito, como poesía para mi abrieron sus paquetes justo al mismo tiempo, ¡Bum!, fueron bañados en pintura azul, pero eso era solo el principio, segundos después se les cayo el cabello y las cejas quedando completamente clavos, su parecido con un par de pitufos era evidente. Por edén, el incidente provoco las risas de todo el comedor e incluso de algunos profesores (aunque trataban de disimular).

Mcgonagall era la que menos podía contenerse, supongo que de tantos dolores de cabeza que le causaban mis amigos, era gratificante ver que alguien más les devolvió el favor. Tiempo después llegó otra lechuza con una carta dirigida a los dos que decía así:

Queridisimos y estimados Sirius y James, espero que hayan aprendido su lección y jamás vuelvan hacerme pasar el ridículo, considérese advertidos ya que, sí no, mi próxima venganza será mucho peor, si deciden no seguir mi razonable consejo, bueno entonces ¡Esto es guerra!

Con amor Aradia.

Pude ver como ambos pitufos calvos, me volteaban a ver con un brillo malicioso en sus ojos y sabía perfectamente lo que significaba, ¡Que comience la guerra!

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Canción: Queen - My best friend

El Hermoso TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora