"No caigas bajo las alas de seducción de los ángeles de la muerte", se murmuraba por las frías calles de un pequeño pueblo en Rusia.
"No te acerques a los ángeles de la muerte, no si quieres seguir respirando", susurros, tras susurros, todos llenos...
Camino hacia las gradas cuando veo la hora; nuevamente llego tarde a la universidad y, consecuente a eso, pierdo mi primera clase. Creo que mi cuerpo lo hace de forma inconsciente, tengo una semana evitando a toda costa a los chicos, no quiero que vean lo destruida que estoy.
No quiero que sepan lo que hice.
Me siento debajo de un gran árbol, saco mi cuaderno de dibujo y me dejo llevar por el lápiz sobre el papel, mis dedos trazan delicadas líneas hasta que luego de varios minutos donde no soy consciente de lo que hago, le encuentro forma al dibujo; paso mis dedos por el mismo con cuidado y delicadeza, observo mi creación a detalle, me concentro en cada trazo sobre la hoja y sin poder evitarlo mis pensamientos me traicionan.
Unos ojos.
Unos ojos que no me han abandonado desde hace una semana, unos ojos que no salen de mi mente por más que lo intente, unos ojos que solo hacen que mi curiosidad incremente con el paso de los días.
Sus ojos.
Sacudo mi cabeza disipando esos pensamientos, no quiero volver a tener un ataque que termine conmigo desmayada en la universidad, cierro mi cuaderno levantando la cabeza, ruedo mis ojos cuando me encuentro a la castaña de hace una semana en las gradas con un chico, me levanto de mi cómodo lugar en el suelo y empiezo a caminar para darles privacidad cuando veo sus intenciones de hacer más que besarse.
Camino de forma perezosa no queriendo entrar a clase, suelto un suspiro buscando mi teléfono en mi bolsillo, frunzo el ceño cuando veo que Jasper aún no responde mi mensaje, le mando otro y al parecer no tiene internet así que lo dejó tranquilo, seguro ha de estar follando con alguien.
Salgo de la universidad con pasos lentos, camino hasta llegar a un pequeño parque mientras la brisa fresca mueve mi cabello a la par de mi vestido, me siento en uno de los banquillos del lugar, cierro mis ojos acomodándome en mi asiento, mi cuerpo comienza a relajarse y el sueño se apodera de mi ser en cuestión de segundos.
No se cuento tiempo pasa, el silencio del lugar me calma, sentir la fría brisa contra mi piel expuesta me da escalofríos, un suspiro escapa de mis labios mientras la bruma del sueño se disipa un poco, me remuevo cuando siento unas caricias en mi rostro, frunzo ligeramente el ceño cuando la brisa ya no impacta contra mi piel, intento abrir los ojos pero el cansancio no me lo permite, me desespero cuando siento como soy elevada del banquillo, mi cuerpo se relaja cuando una conocida fragancia invade mis fosas nasales.
Eliam: Me acabo de encontrar a la bella durmiente rendida en un banquillo, ya hablaremos de lo peligroso que puede ser eso, rubia— murmura con voz ronca mientras me acurruco contra su pecho, empieza a caminar conmigo en sus brazos— no pensé encontrarte aquí cuando Alaric nos informó que no asististe a su clase, pequeña traviesa.
Abro uno de mis ojos cuando por fin el sueño parece abandonarme por completo, escondo mi rostro en su cuello sintiéndome extremadamente cómoda en sus brazos. Camina por unos cuantos minutos más hasta que escucho como alguien suelta un suspiro que parece ser de alivio.
Alek: ¿Dónde la encontraste?
Trago grueso cuando lo siento cerca de mí, su fragancia y la de Eliam se mezclan haciendo que mis manos se vuelvan puños en la camisa de Eliam.
Eliam: Estaba dormida en un banquillo.
Me estremezco cuando escucho su pequeña risa maliciosa.
Alek: Vamos, nos están esperando— me esfuerzo por no fruncir el ceño, aunque no puedo ocultar el sonrojo en mis mejillas cuando siento sus labios en mi muslo desnudo, me trago el jadeo cuando lo muerde ligeramente— deja de fingir estar dormida, tenemos que presentarte a algunas personas.
Abro mis ojos, un puchero involuntario se forma en mis labios mientras mis brazos se cruzan, miro a Eliam pidiéndole con la mirada que me baje, el acata mi orden silenciosa, me deja sobre mis pies y la diferencia de estatura se hace evidente, levantó mi cabeza para mirarlos a la cara, ruedo mis ojos cuando veo cómo ellos tienen que agachar sus miradas para observarme.
Artemisa: No iré con ustedes a ninguna parte, por si no lo sabían tengo un trabajo.
Owen va a matarme.
Bufo cuando sonrisas burlonas aparecen en sus labios, Eliam muerde su labio inferior antes de inclinarse levemente en mi dirección, arrugo mi nariz cuando él la toca juguetonamente con su dedo, me mira a los ojos y una sonrisa ladeada se forma en sus labios antes de decir lenta y pausadamente.
Eliam: Técnicamente, tienes que hacer todo lo que nosotros te ordenemos— una expresión de confusión se forma en mi rostro al escucharlo decir eso— porque somos tus jefes.
Abro mis ojos de par en par, Alek aprovecha mi momento de estupefacción para subirme sobre su hombro y caminar conmigo hasta un deportivo, saca las llaves de uno de sus bolsillos y luego de apretar un botón las puertas del deportivo se abren, Eliam es el primero en subirse en el asiento de copiloto, una vez está acomodado; Alek me baja con cuidado hasta acomodarme en las piernas de Eliam, intento levantarme pero sus manos sobre mis caderas impiden cualquier movimiento de mi parte.
Eliam: Deja de moverte así si no quieres despertar a mi amiguito.
Mierda.
Alek se acomoda en su asiento, las puertas se cierran y un grito ahogado escapa de mis labios cuando el deportivo suelta un potente rugido. Eliam me atare a su pecho, escondo mi rostro en su cuello cuando siento como Alek arranca a una velocidad atemorizante.
Artemisa: Más despacio, ¿Acaso quieres matarnos?
Clavo mis uñas en el pecho de Eliam mientras suelto mis palabras contra la piel de su cuello, me sonrojo cuando su cuerpo se tensa, su piel se eriza, aprieta mis caderas y lo siento tragar grueso.
Alek: Créeme, de la única forma en que moriremos será si llegamos tarde al almuerzo con nuestras madres.
¿Qué mierda?
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