Capítulo 22

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Al día siguiente.

Artemisa.

Miró con el ceño ligeramente fruncido mi plato con cereal, juego con la cuchara mientras escucho a lo lejos como Ludmila parlotea sobre algo a lo que no le estoy prestando la más mínima atención, suelto un suspiro cerrando mis ojos por breves segundos; las imágenes de todos esos cuerpos mutilados y esparcidos por todo el club llegan a mi mente, un escalofrío recorre mi cuerpo completo cuando recuerdo sus palabras antes de salir del club.

Eres nuestra y cualquiera que piense en tan siquiera tocarte sufrirá las consecuencias.

Trago grueso escuchando sus voces al recitar esas palabras, mi rostro se tiñe de un leve color rosa cuando recuerdo cómo Alek y Elliot me tenían, el hecho de recordar la sensación que golpeó mi cuerpo cuando los sentí tan cerca me tiene confundida, mis constantes sonrojos y el acelerado latido de mi corazón en sus presencias solo me confunde más.

Debo estar volviéndome loca.

Mis cavilaciones se ven interrumpidas cuando los dedos de Ludmila se chasquean frente a mi plato, sacudo levemente mi cabeza para disipar lo bien que se veían sus rostros con pequeñas gotas de sangre de mi mente.

Ludmila: ¿Estás bien? Te quedaste ida— se acerca a mí y toma mi rostro entre sus manos, levanta mi cara y la inspecciona lentamente— estas roja— me mira a los ojos, apartó sus manos de mi rostro y le regaló una sonrisa para que sepa que estoy bien— te estaba llamando hace rato.

Carraspeo deteniendo los movimientos de mi mano con la cuchara.

Artemisa: Lo siento, solo... estaba pensando— ella espera a que le diga en que pensaba pero no lo hago, llevo la cuchara con cereal a mis labios y luego de masticar y tragar vuelvo a mirarla— ¿Para que me llamabas?

Intento cambiar de tema.

Ludmila: Quería mostrarte algo— busca algo en su teléfono antes de pasármelo— en las noticias del pueblo se menciona la masacre que ocurrió ayer en el bar, ¿No te pasó nada verdad?

Parece no estar sorprendida con que haya ocurrido una masacre, cualquier persona en su lugar estaría aterrada.

Artemisa: No, yo... no estaba en ese momento en el club— miento mirándola a los ojos, ella asiente con su cabeza frunciendo el ceño en desconfianza— estoy bien— se queda observándome por breves segundos antes de suspirar, se encoge de hombros y vuelve a sentarse— ¿Por qué no pareces asustada o preocupada por la noticia?

Debería preocuparle su seguridad.

Ludmila: Me preocupa más cómo lo tomes tú que eres nueva, yo ya estoy acostumbrada— la observó con una de mis cejas arqueadas por la simpleza con la que lo dice— aunque me sorprende un poco la cantidad de muertos que hubo esta vez.

¿Esta vez?

[*🩸*]

Una semana después.

Camino a paso lento y perezoso hasta mi próxima clase, un bostezo escapa de mis labios debido al cansancio, toco la puerta con desánimo y al ver que nadie va a abrir lo hago yo, ingreso al salón sin mirar a nadie, caminó hasta la última fila de asientos y me siento en una de las esquinas, me acomodo la capucha de mi abrigo y cierro mis ojos intentando dormir.

Los recuerdos de mi vida antes de venir a Rusia han estado atormentándome, mi sueño se ha visto afectado debido a constantes pesadillas, los recuerdos me golpean cada que intento descansar un poco.

Llevo una semana así.

La tranquilidad me absorbe, el ruido molesto de la gente se disipa lentamente y el sueño me consume. Mi mente se llena con el recuerdo de la sangre de Viggo escurriendo de mis dedos, me veo a mi misma apuñalando su cuerpo mientras la lluvia golpea fuertemente las ventanas de la cocina, observó cómo salgo corriendo del lugar luego de recibir ese mensaje, la explosión me azota y caigo al suelo, la consciencia abandona mi cuerpo pero antes de hacerlo puedo escuchar las llantas de un auto derrapar a mi lado y los zapatos lustrados de un hombre frente a mi.

¿Quién es?

Intento ver quién es pero no puedo observar más que sus zapatos, despierto de mi sueño con la respiración acelerada, trato de tranquilizarme frunciendo el ceño cuando veo que el salón está completamente vacío, levantó mi vista hacia el frente cuando escucho voces, aprieto mis puños cuando veo a una chica tocando el brazo del profesor.

¿Qué mierda está pasando?

Clavo mis uñas en las palmas de mis manos cuando mis ojos se posan en el agarre de ella sobre él, mi cuerpo entero se tensa cuando intenta acercársele más.

Profesor: No te quiero ver más en mi clase y mucho menos cerca de mi.

Una sonrisa involuntaria aparece en mis labios cuando escucho sus palabras llenas de asco, la chica persiste acercándose más a él.

Perra.

Profesor: Te aconsejo que me sueltes si quieres que tú muerte sea más llevadera, tu toque en mi cuerpo me asquea.

Aparta su brazo sin ningún tipo de delicadeza.

Chica: Vi como me mirabas, no tienes que fingir.

Suelta con voz chillona, tiemblo cuando escucho la pequeña risa que escapa de los labios del profesor.

Profesor: Miraba a la pequeña rubia que estaba detrás de ti, no te hagas ilusiones— suelta con burla, sujeta fuertemente el brazo de la chica cuando la misma intenta volver a tocarlo, arquea una de sus cejas mirándola con desdén— lárgate, tienes dos horas para que intentes ocultarte de la muerte.

La chica traga grueso y sale despavorida del salón, carraspeo cuando la puerta es cerrada por el mismo, salgo de mi ensoñación y me levanto de mi asiento dispuesta a irme también, recojo mis cosas en silencio y camino hacia la puerta pero él no me deja salir.

Artemisa: ¿Me dejas salir?

Le pregunto con la esperanza de que lo haga, aprieta sus labios achinando los ojos en mi dirección.

Profesor: No.

Suelto un pesado suspiro sintiendo como mi estomago se revuelve.

Artemisa: Si es porque interrumpí lo que sea que estabas haciendo con esa chica, lo siento.

No sé por qué digo eso.

Profesor: ¿Estas celosa?

Abro mis ojos en demencia negando rápidamente con mi cabeza, una sonrisa burlona aparece en sus labios, bajo mi cabeza sintiendo como mis mejillas se sonrojan cuando detallo sus ojos grises levemente oscurecidos.

Artemisa: No tendría porqué estarlo.

Suelto moviendo una de mis manos con fingido desinterés, chasquea su lengua antes de hacer un sonido afirmativo con su garganta.

Profesor: Tienes razón, deje muy en claro que mi atención está completamente en una pequeña rubia que viene a dormir a mi clase— se agacha hasta la altura de mi rostro para guiar el suyo hacia mi oído— vamos, tenemos una cita.

Mierda.

Mierda

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Alas De Seducción [+21]Where stories live. Discover now