14 - 𝔢𝔩 𝔭𝔢𝔩𝔦𝔤𝔯𝔬𝔰𝔬 𝔞𝔯𝔱𝔢 𝔡𝔢 𝔥𝔞𝔩𝔞𝔤𝔞𝔯

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Los golpes en la puerta de entrada a la casa llamaron la atención del ser que estaba frente a mí. Después de dos horas en las que solo lo escuché hablar en latín, decidió sacarme el cintex de la boca.

Pelotudo de mierda — escupí, pasándome la mano por los labios para quitar el pegamento

— ¿Para qué te pones a hacer preguntas que, justamente, no tenés que hacer? — consultó, transformándose en su forma humana para poder mirar por la ventana.

Podrías haberme dicho que no preguntara esas cosas y ya está — le mostré el dedo del medio — pero siempre tenés que ser tan... extremista

— Es aburrido si no, Hija de la Luna Roja — exclamó notablemente divertido, señalando hacia la calle — hay una... vieja allá abajo, aunque veo otras personas también... ¿no te parece que lo más normal es que bajes a ver qué quieren?

Me encogí de hombros, aún sintiendo el sabor amargo de la ira en mi boca. Pero algo en la forma en que Mateo me miraba me hizo sentir que debía bajar a ver qué pasaba.

Está bien — dije finalmente, levantándome de la silla que estaba frente a mi escritorio y dirigiéndome hacia la puerta —pero no penses que esto hace que se termine la discusión sobre tus métodos raritos de hacer callar a la gente — lo amenace viéndolo seguirme — y no me sigas, lo único que falta es que las viejas piensen que soy una puta que mete gente después de que su mamá se murió

Baje rápidamente las escaleras, seguida por él ojimarron, que como siempre ignoraba lo que yo le decía.

— Sos aburrida, Nicole — exclamo en voz baja agarrandome de la muñeca y atrayéndome hacia él — a mi me encanta ver el mundo arder y vos... vivis para echarle agua y apagarlo todo

Cómo cada vez que tenía contacto físico con Mateo, un escalofrío recorrió mi cuerpo. La forma en que me miraba, con una sonrisa pícara y ojos brillantes, me hizo sentir una sensación de inquietud y atracción al mismo tiempo. Su versión humana no estaba tan mal después de todo.

Soltame — le pedí intentando no armar un escándalo y llamar la atención de la gente que me esperaba afuera

— ¿Nunca te mencioné que pareces una muñeca de esas peponas cuando te enojas? — susurró para luego reír

Que forma tan rara de... decir halagos — arrugue la nariz tironeando su mano para que la aflojara — pero que se puede esperar de alguien como vos

¿Queres que te diga otro tipo de halagos entonces morocha? — indagó levantando ambas cejas — hace rato me querías matar y ahora me reclamas porque no te halago como te gustaría

¿Estaba permitiendo que el asesino de mi mamá me hablara de esa manera? ¿Porque?

¿Desde que momento había considerado a Mateo alguien atractivo?

Realmente estaba perdiendo la cabeza.

Déjame tranquila boludo — hablé intentando soltarme pero solo logrando que él me sostuviera desde la zona media de mi espalda — en este momento no estoy para tus jueguitos

El sonido insistente de los golpes en la puerta hizo que nos sobresaltáramos. Mateo sonrió divertido, entrelazando nuestras manos.

— Yo que vos abro — chasqueo la lengua sin borrar aquella sonrisa de su cara — ¿o queres escuchar un verdadero halago de mi parte?

No quiero escucharte, Mateo — bufé tragando saliva — quiero que te calles y me sueltes

Que lástima morocha, porque son cosas que no van a pasar — se adelantó para abrir la puerta pero antes me giró para pegarme a esta y quedarse parado frente a mi

¿Que... qué haces? — dije notando que mi voz temblaba ligeramente

— Te voy a decir algo que pienso... allá vos si queres tomarlo o no como un halago — apoyo su mano libre en la puerta y se acercó lentamente a mi oído

Mi pecho subía y bajaba con fuerza, pero no hice nada para detenerlo.

— Verte enojada me provoca... cosas — escuche como tragaba saliva con algo de dificultad — cosas que no debería sentir... y créeme, que ganas de matarte no son

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no bueno, chau

PRÓXIMO CAP NARRA MATEOOOOO

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐔𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora