El sol se escondió detrás de las nubes grises, como si también él estuviera de luto. El cementerio estaba vacío, solo Mateo, en su forma humana, y yo estábamos presentes para darle el último adiós a mi mamá.
La tierra húmeda crujía bajo mis pies mientras caminaba hacia la tumba, y el olor a descomposición y muerte me golpeaba en cada paso que daba. El aire estaba cargado de un olor a humedad y a podredumbre, y las flores que habían sido colocadas en las tumbas parecían marchitas y muertas.
Las tumbas se alineaban de forma aterradora, cubiertas de musgo y hiedra, mientras que los árboles se inclinaban sobre las lápidas dándoles aún más oscuridad. El cementerio estaba sumido en una penumbra gris y triste, como si la propia muerte hubiera impregnado el lugar con su presencia.
Pero cuando Mateo me guió hacia la tumba de mi mamá, me sorprendí al ver que estaba ubicada en un lugar completamente diferente. Se encontraba bajo la sombra de un árbol de Ceibo, con sus flores rojas y blancas brillando como una explosión de color en medio del cementerio sombrío. En este rincón, el sol parecía brillar un poco más, y el aire estaba lleno de un olor a flores y a vida.
Sentí un nudo en la garganta al ver la lápida de mi madre, pero el entorno me hizo sentir una extraña sensación de paz, ya que sabía que ella estaba descansando en un sitio hermoso.
Mateo se colocó a mi lado, manteniendo su presencia silenciosa y reconfortante. Miré alrededor, esperando ver a alguien más, pero estábamos solos.
— ¿Por qué no vino nadie? — pregunté secando una lágrima que comenzaba a asomarse
El morocho se encogió de hombros.
— Los humanos pueden ser crueles, Nicole — respondió con voz baja y suave — faltan al entierro de su propia familia, y luego se preguntan por qué el mundo es un lugar tan horrible.
Las palabras de Mateo hicieron que se me formara un nudo en la garganta. ¿Cómo podían ser tan malas personas? Mi mamá había sido una persona buena, una persona que siempre había estado allí para los demás, y ahora nadie estaba para ella.
Miré hacia la tumba, comenzando a llorar desconsoladamente mientras me cubría el rostro con las manos.
— Mateo — dije luego de unos segundos — ¿podes... podes hacer algo? ¿podes traerla de vuelta?
Él me miró con una expresión de tristeza y compasión.
— Nicole, no — trago saliva levantando las manos a la altura del pecho — no puedo hacer eso.
— ¡Por favor! — grité, mi voz desgarrada por el dolor — ¡por favor, hace algo! ¡no puedo vivir sin ella!
Mateo me sostuvo con su brazo rodeando mis hombros.
— Nicole, el orden natural no debe alterarse — aclaró pausadamente — lo que está en el más allá debe mantenerse allí... no puedo traerla de vuelta, no importa cuánto lo desees.
Asentí con la cabeza y me desplomé sobre la tumba, sollozando desconsoladamente.
— Entonces matame — le pedí observándolo — solo... quiero encontrarme con ella
— Tu mamá sólo querría que vivieras, ¿porque pedis cosas como esa?
— Porque no quiero estar sola... me asusta estar sola — hablé entrando en desesperación y soltando todos aquellos miedos que trataba de reprimir desde hacía días.
— No estás sola — intento animarme — aunque no soy exactamente el tipo de compañía que te haría sentir mejor... — se encogió de hombros — me tenes a mí, y... a tu gato, que parece querer gobernar el infierno conmigo
No pude evitar reírme un poco al pensar en Pac, mi gato, que siempre buscaba atención de Mateo.
— Aunque no lo parezca es alguien que tiene planes oscuros — dije, sonriendo débilmente
Mateo sonrió también, y por un momento, olvidé mi tristeza. Pero solo por un momento porque la realidad volvió a golpearme, y me sentí abrumada por la pena de nuevo.
— ¿Podes dejarme un ratito a solas con... mi mamá? — pregunte viéndolo asentir y alejarse en silencio
Miré la lápida, leyendo el nombre de mi mamá una y otra vez, como si esperara que ella se levantara y me abrazara.
— ¿Por qué te fuiste y me dejaste sola? — consulté hablándole a la nada misma — no sé cómo vivir sin vos ni cómo seguir adelante con todo esto... estoy completamente perdida
Las lágrimas me corrían por la cara mientras hablaba, y me sentía como si estuviera ahogándome en mi propio dolor.
— Y lo peor de todo es que... no pude hacer nada — tragué saliva clavándome las uñas, inconscientemente, en los brazos — si tan solo yo... yo... hubiese tenido el valor de salir y defenderte
Me pareció que alguien me estaba observando desde atrás, o al menos así lo sentía. Me volví, esperando ver a Mateo, pero no había nadie. El cementerio estaba vacío y silencioso, excepto por el sonido del viento que susurraba entre las tumbas.
Pero entonces, una mano se apoyó en mi hombro. Me giré rápidamente, esperando nuevamente ver al ojimarron de pie detrás de mí... pero nada.
Me quedé paralizada, con el corazón latiendo fuerte en el pecho. La mano había desaparecido tan rápido como había aparecido, dejándome con una sensación de confusión y miedo, sobre todo porque solo estaba yo, bajo aquel árbol tratando de comunicarme con mi mamá.
O al menos así era hasta que empecé a prestar más atención a lo que había a mi alrededor y a notar cosas algo extrañas.
Había figuras borrosas que se movían en la distancia, rodeando las tumbas. Al principio, pensé que eran personas que habían venido a visitar a sus seres queridos, pero entonces me di cuenta de que no parecían tener forma sólida. Eran como sombras que se movían y se desvanecían en el aire.
Sentí que los huesos se me helaban y la piel se me erizaba mientras los observaba. ¿Qué eran? ¿Por qué estaban ahí?
— Morocha, nos tenemos que ir de acá pero a las ya — dijo extendiéndome la mano
Me volví hacia él, confundida, a la vez que me levantaba del suelo.
— ¿Por?
— Porque... — comenzó a explicar en voz muy baja, casi susurrando — porque ellas... — hizo un gesto hacia las figuras borrosas — se están empezando a dar cuenta de que estas acá
Me volví hacia aquellos entes, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Todas las figuras habían dejado de moverse, y ahora me estaban mirando fijamente. Sus ojos parecían estar clavados en mí, y sentí que me estaban atrayendo hacia ellas.
— Boluda, no las mires más — exclamó Mateo, agarrándome la mano y tirándola para que me moviera
Salí del trance, y comencé a correr junto a él.
— ¡Corre! — gritó, tirando de mí con más fuerza.
Me concentré en correr, pero podía sentir la mirada de las figuras extrañas clavada en mi espalda. Sentí que estaban ganando terreno, y que pronto me alcanzarían.
Pero no. Finalmente, logramos salir del cementerio y nos detuvimos en la vereda frente a la entrada, jadeando. Me volví hacia el morocho, confundida y asustada.
— ¿Qué... qué pasó? — le pregunté tragando saliva — ¿qué eran esas... cosas?
— No importa ahora — exhaló cansado — lo importante es que estamos a salvo.
Me toqué el hombro, notando un ardor y al tocar la zona, noté un rasguño que al parecer era bastante grande.
— ¿Qué es esto boludo? — le consulte a Mateo mientras le mostraba el rasguño
— Bueno, a salvo no estas — aclaró suspirando frustrado — porque te acaban de marcar
━━━━━━✧❃✧━━━━━━
no pegan ni una
![](https://img.wattpad.com/cover/380197615-144-k591863.jpg)