mateo's pov
Nicole me excitaba.
Y no solo desde aquel primer enfrentamiento que tuvimos. Verla enojada, con los ojos brillantes y la cara colorada, me hacía imaginarla de manera muy diferente. Me hacía pensar en cómo sería tenerla debajo de mí, con su cuerpo temblando. Y ahora, cada vez que la miraba, no podía evitar pensar en cómo sería besarla, tocarla, sentir su calor contra mí.
Que me odiara no hacía mas que empeorarlo todo, porque solo me daban ganas de aprisionarla contra alguna pared y hacer que se rindiera ante mi.Todo lo que hacía me provocaba un deseo intenso y primitivo que no podía ignorar.
Y lo peor de todo es que ella no estaba enterada.
— Si... Nicole, como te decía — exclamo una mujer de unos cincuenta y tantos sacándome de mi trance — no es normal lo que está pasando en tu casa
— En mi casa no está pasando nada malo — la ojiverde la interrumpió apretando el agarre de nuestras manos
— En las noches ha visto un... ser extraño... en tu ventana— se unió el cura de una iglesia cercana y conocido de la mamá de Nicole — con alas inmensas de color oscuro... y nos preocupa muchísimo que tu... obsesión por las artes oscuras haya... haya traído entes a este plano terrenal.
La voz del hombre temblaba mientras me miraba fijamente a los ojos, y escuchaba como los otros vecinos que estaban presentes, el señor y la señora Rodríguez, y su hijo Luis, murmuraban entre sí.
Pero yo no les prestaba atención. Mi mirada se había desviado hacia algo detrás de ellos. Una figura pálida y etérea se acercaba lentamente, con su fría vista puesta en nosotros. Al parecer era una de las almas en pena que habían visto a Nicole en el cementerio y ahora nos habían encontrado.
Los vecinos no parecían notar su presencia, pero yo sí. Y sabía que la ojiverde también.
— Disculpen, señores — dije, intentando sonar lo más natural posible — pero acabo de recordar que... mi novia y yo tenemos un compromiso importante que no podemos posponer.
Las personas presentes se miraron entre sí, confundidos.
— ¿Qué compromiso? — preguntó el señor Rodríguez.
— Un... un asunto personal — aclare, intentando ser vago — y es muy importante que nos vayamos ahora mismo.
— Bueno, si es tan importante... — la mujer de los cincuenta y tantos me interrumpió
— Sí, es muy importante — repetí , intentando sonar lo más convincente posible aunque ya perdiendo la paciencia — así que, si nos disculpan...
— Bueno, si no nos vas a decir qué pasa, entonces...
— Nada que les importe, así que déjennos en paz —exclame, sonriendo de manera insolente — no es problema de ustedes, así que no pierdan su tiempo preguntando.
Los vecinos se dieron la vuelta y se fueron, murmurando entre sí y lanzándonos miradas de desaprobación. La figura del alma en pena seguía allí, mirándonos fijamente. Y yo sabía que Nicole y yo estábamos solos frente a ella.
— Mateo, ¿que... — la ojiverde abrió exageradamente los ojos y luego frunció el ceño a la vez que cerraba la puerta — ¿que mierda te pasa?
— ¿Viste el alma que estaba afuera, morocha? — consulte y ella, claramente, asintió — te encontraron... y yo no puedo hacer nada ante ellas
— Se... se supone que sos un príncipe del infierno... ¿no deberías, al menos, tener... poder sobre esos entes? — tartamudeó comenzando a desesperarse
— De eso se encarga el de arriba, bonita — arrugué la nariz a la vez que disfrutaba de ver cómo Nicole se alteraba — yo tengo poder sobre otro tipo de... seres, como vos, por ejemplo.
La morocha se detuvo en seco y se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y nerviosismo.
— Sobre mí no tenés poder — aclaró ella, tragando saliva.
Me reí mostrándole los dientes. Mi mirada se clavó en la suya, y pude ver cómo su respiración se aceleraba.
— Eso decís ahora... — tarareé una corta melodía mientras movía el dedo índice.
Nicole se sonrojó ligeramente y se dio la vuelta para caminar apurada hacia su habitación. La seguí, disfrutando del modo en que su cabello se movía con cada paso.
— No es momento para que te hagas el lindo, Mateo — exclamó, nerviosa — necesito resolver esto.
Entró en su habitación y se dirigió hacia su escritorio, donde estaba el libro de brujería. Lo abrió y comenzó a buscar algo desesperadamente, pasando las páginas con rapidez.
Me acerqué a ella, en silencio, y me coloqué detrás, apoyando mi cuerpo en el suyo, y notando como se tensaba de repente, su respiración se aceleraba y me dedicaba miradas de reojo
Mi pecho estaba pegado a su espalda, y podía sentir el calor de su cuerpo. Mi vista se clavó en su nuca, en la curva de su cuello, y sonreí al saber que claramente le provocaba otras cosas además del odio que decía tenerme.
Cosas que ella no quería sentir.
Mi mente comenzó a divagar, imaginando cómo sería sentir su piel bajo mis dedos, cómo sería besar aquellas partes que estaba observando. Sentí un hormigueo en los dedos y en la entrepierna, además de un deseo de tocarla, y de explorar su cuerpo.
Nicole era peligrosa para mi autocontrol.
Y yo me estaba volviendo loco.
Esto definitivamente complicaba mis planes.
━━━━━━✧❃✧━━━━━━
hola lindas, perdón la demora
díganme q opinan