33 - 𝔢𝔫 𝔱𝔬𝔡𝔞𝔰 𝔩𝔞𝔰 𝔳𝔦𝔡𝔞𝔰

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Al momento en el que la piedra blanca del collar tocó mi cuello, un estremecimiento recorrió mi cuerpo, helando todos y cada uno de mis huesos.

No me gusta como se... siente... esto — le dije a Mateo quién estaba parado detrás de mi, observando mi reflejo en el espejo — me está dando frío y es... incómodo.

— Tenes que aguantar un poquito... solo así van a reunirse las demás partes de los fragmentos del pasado que no has visto — exclamó él, acariciando mis hombros con rapidez para trasmitirles calor — además, para el collar vos también sos una extraña, recorda que por siglos lo tuvo alguien a la que no le pertenecía

— ¿De verdad me lo regalaste vos? — giré mi rostro para poder mirarlo asentir con la cabeza — ¿no me estas mintiendo?

— Si queres te cuento como fue todo — subió y bajó los hombros — lo vas a ver cuando recuperes tus recuerdos pero...

— ¿Cómo sé que no vas a manipular esos fragmentos para que contengan lo que me contas? — indagué señalándolo con el dedo índice — sos capaz de muchas cosas vos

Mateo largó una carcajada que resonó en toda mi habitación, moviendo nuestros cuerpos a ese ritmo.

— Aunque me encantaría, no es una de mis habilidades — sostuvo acercándose a mi oído  — ¿queres o no que te lo cuente?

— Me dijiste que no recordabas tu vida pasada... que tenías flashbacks como yo... — le recordé, cuestionándolo — ¿cómo estás tan seguro de qué vos fuiste él que me regalo ese collar y no que... fue no sé, herencia familiar?

— Te estuve buscando por años porque el único recuerdo completo que tengo era de esa noche... en como tus ojos verdes brillaban emocionados iluminados por la luz de la luna mientras lo recibías — hizo una pausa y suspiró, frustrado — no te estoy mintiendo ahora y no lo hice cuando te dije eso aquella vez... posta que no recuerdo nada más

De pronto, acercó sus dedos hacia la piedra que resplandecía en mi cuello y la rozó levemente. Cerré los ojos, y al abrirlos, me encontraba en un gran jardín rodeada de la oscuridad de la noche. La luna llena brillaba en el cielo, iluminando el lugar con una luz plateada y mágica. El aire estaba lleno de perfume de flores y hierbas silvestres, y el sonido de un arroyo que corría en la distancia creaba un murmullo suave y relajante.

Mi vestido celeste, adornado con detalles en dorado, se movía suavemente con la brisa nocturna. Me sentí como si estuviera flotando en el aire, con la sensación de que nada podía tocarme.

Noté que alguien se acercaba con pasos apresurados. Al girarme, me di cuenta de que se trataba de una figura masculina, cuyo rostro no podía distinguir debido a que estaba cubierto por la parte superior de una capa negra y brillante, que se movía con él como si fuera una parte de su cuerpo.

Viniste... — susurré corriendo a sus brazos para que me rodearan con fuerza. Me sentí segura y protegida en sus brazos, como si nada en el mundo pudiera hacernos daño. Él me abrazó con fuerza, y pude sentir su corazón latiendo contra el mío. Era un latido fuerte y constante, y me hizo sentir como si estuviera en casa.

Los ojos marrones de Mateo brillaban al momento de separarnos, mostrándome lo feliz que estaba de verme.

— Te traje algo, lucecita — exclamó, sacando un collar esplendido de su bolsillo. La cadena era de oro, y en el centro, había un colgante con una reluciente joya de color blanco — para que todo el poder de la luna que guardas en vos pueda conservarse en otro lado y no te canses tanto cuando lo utilizas... además de ser una prueba del eterno amor que te tengo

Me miró con una gran sonrisa, y yo sentí que mi corazón se detenía. Tomé el collar de su mano, y lo miré con admiración. Era hermoso, pero él lo era aún más.

Gracias — le dije, con mi voz apenas audible entre todos los sonidos del lugar — brilla... muchísimo.

Vos brillas aún más, lucecita — susurró acercándose para ajustar el accesorio a mi cuello — quiero que nunca olvides eso

Una vez que estuvo nuevamente frente a mi, me acarició el mentón con suavidad y dejo un corto beso en mi frente.

— Te amo — titubee cerrando los ojos y disfrutando de su contacto — y prometo amarte en todas mis vidas.

— Yo también te amo — contestó colocando sus dos manos en la zona que anteriormente había acariciado — con toda mi alma y en todas mis vidas...

Acercó su rostro al mío, y nuestros labios se encontraron en un beso lento y lleno de cariño. Después de eso, la visión se desvaneció, y me encontré de vuelta en el presente, con Mateo sentado en la cama, observando sus manos.

— Ese vestido celeste era de mis favoritos — chasqueó la lengua subiendo y bajando los hombros

Te jure amarte en todas mis vidas... ¿entonces porque no me acordaba de vos? — pregunte acercándome a él arrastrando los pies — ese juramento no es cualquier cosa... las palabras tienen poder

Asintió con la cabeza señalando el accesorio en mi cuello.

Necesitabas el collar para recordarme y al... juramento que hicimos aquella noche... yo no puedo intervenir con el poder de esa cosa — suspiró pasándose las manos por los rulos — cuídalo mucho... hay muchos seres que quieren tenerlo, pero es solo tuyo

— ¿Me amabas... en esa otra vida? — pregunté, deteniéndome frente a él. Mi voz temblaba ligeramente al recordar el pasado.

El ojimarron me miró con intensidad, y supe que estaba recordando también.

— Me fui al infierno por vos — exclamó, subiendo y bajando los hombros — cuando... moriste porque descubrieron que hacías brujería... yo pensé que ibas a ir al infierno y me volví loco

— ¿Cómo lograste ir? — fruncí el ceño sintiendo que mi curiosidad aunmentaba cada vez más — no es algo fácil

— Fue fácil — note la ironía en su voz — solo tuve que renunciar a mi alma y hacer un buen trato con... alguien.

Me miró fijamente, y supe que estaba pensando en Satán.

— ¿Y cómo lograste quedarte por tanto tiempo? — pregunté, mi voz llena de asombro.

— Bueno, digamos que me hice... amigos — dijo, su voz llena de sarcasmo — además de que una de mis pautas para el trato era ser príncipe para poder encontrarte más fácil... no se pudieron resistir a esta carita

Yo... no entiendo como de repente recordas todo

Mateo me agarro de la cintura y me atrajo hacia el hasta sentarme en sus piernas

— Tu collar era la respuesta, morocha — susurro acariciando mi espalda baja — tus recuerdos son los míos también... por algo son nuestros.

¿Sabias quien era yo desde el primer día?

Negó lentamente con la cabeza.

— Solo sabía que tus ojos se parecían a los de la mujer a la que le había prometido amor eterno hacía siglos y por la que, literalmente, viví en el infierno — suspiró — por eso me asustaba tanto sentir cosas por vos... porque sentía que le fallaba a ella

Ella soy yo, Mateo... siempre fui yo aclare, haciéndome dueña de aquellos recuerdos que hasta hace momentos no parecían míos

— Siempre fuiste vos.

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¿les quedan dudas con respecto a la trama d ellos como pareja? por si algo se m pasó por colgada

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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