16 - 𝔪𝔞𝔩𝔡𝔦𝔱𝔬 𝔡𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬 𝔰𝔢𝔡𝔲𝔠𝔱𝔬𝔯

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naiki's pov

— ¿Se puede saber qué... qué haces? — le pregunté a Mateo, intentando mantener la calma mientras él seguía sin separarse de mí. Su cuerpo estaba demasiado cerca, y podía sentir el calor extremo de su piel y el olor de un perfume nuevo que si era agradable a mi olfato.

— ¿Te pongo nerviosa, Hija de la Luna Roja? — indagó con voz baja, mientras rodeaba mi cintura con sus manos para apoyarlas en el escritorio — ¿o solo es idea mía?

— ¿Ponerme nerviosa vos a mi? — exclame para luego reír, intentando sonar convincente, pero mi voz salió temblorosa. Cerré el libro que estaba frente a mí, y mi mano se cerró en un puño, intentando contener mi ansiedad.— no me provocas nada, Mateo... solo me disgustas.

Él se rió sutilmente pero divertido, luego chasqueó la lengua contra sus dientes.

— ¿Ya no me odias entonces? — preguntó presionando un poco más su cuerpo contra el mío — entonces hablemos, hay algo importante que tenemos que acordar.

No tengo tiempo para lo que sea que planeas — hablé, intentando mantener la calma, pero mi voz temblaba ligeramente — necesito encontrar la manera de protegerme para que no me maten esas cosas — agregué, intentando mantener la concentración en mi objetivo, pero Mateo me interrumpió groseramente.

— Tenemos que poner algunas reglas — susurró cerca de mi oído de manera que me hizo estremecer. Sentí su aliento en mi piel y me di cuenta de que estaba demasiado cerca para mi comodidad — que tus vecinos me vieran es peligroso, para vos sobre todo... aunque si me lo pedís yo puedo ir a matarlos y fin del problema — agregó, su voz llena de una amenaza implícita que me hizo sentir un escalofrío.

No quiero más muertos — dije, asustada, notando como él se reía, y se alejaba un poco de mí, pero no lo suficiente como para que me sintiera segura.

Sentí que sus alas me pincharon y me di cuenta que había vuelto a su forma demoníaca. Su mano se extendió hacia mí, y una de sus uñas largas trazó una línea suave a lo largo de mi espalda, enviando un escalofrío por mi columna vertebral.

— Ahora, morocha — titubeó con un tono de voz grave— vamos a establecer algunas reglas...

Su uña siguió trazando patrones en mi espalda, y sentí mi piel erizarse.

— Primera regla... no te alejes de mí sin decirme adónde o con quien vas, si lo haces, voy a tener que... — su voz se detuvo, y su uña se clavó ligeramente en mi piel — ...buscarte, y créeme que no queres que lo haga.

Su mano se movió hacia abajo, y su uña trazó un círculo en la base de mi espalda.

— Podes proponer reglas también... es un acuerdo entre los dos

Me estremecí bajo su tacto, sintiendo una mezcla de miedo y excitación. Su voz grave y su aliento cálido en mi piel me hicieron sentir cosas que no había sentido antes.

¿Un acuerdo? — repetí, notando como mi respiración se alteraba — pensé que solo iban a ser reglas... ¿qué tipo de acuerdo?

— Un acuerdo de mutua protección — propuso — vos me proteges de... la gente loca que me va a querer matar, y yo te protejo de... ciertos peligros que ya sabes cuáles son

Su mano se movió hacia arriba, y su uña trazó una línea suave a lo largo de mi cuello.

— ¿Y qué pasa si no cumplo con mi parte del acuerdo? — pregunté con verdadera curziósidad, intentando mantener la calma a pesar de la tensión que se palpaba en el aire.

— Te voy a castigar, claramente — susurró, mientras clavaba todas sus uñas en mi cadera. Me quejé de dolor y me aparté de él, intentando liberarme de su agarre.

— Se me ocurre que... que podríamos... evitar el contacto con otros humanos, para que no sepan de vos, y con otros seres peligrosos, para que no sepan de mí — exclame tragando saliva

Me giré hacia él, intentando leer su expresión, pero Mateo solo se rió, negando con la cabeza.

— Y no quiero que te me acerques... de esta manera — dije, señalándome a mí misma y luego a él — ni que insinúes cosas sexuales.

— ¿Preferís que te las haga, Hija de la Luna Roja? — intentó acercarse pero me aparté intentando mantener la distancia — mira vos

— Mateo, yo no dije eso

Lo empujé levemente para alejarlo un poco más.

— Prohibamos el contacto de ese tipo, ya que estamos.

Acepto tus reglas solo porque sé que vas a ser la primera en romperlas — aclaro con la voz llena de confianza y una pizca de diversión.

Titubeó por un momento, y luego comenzó a caminar por la habitación, con sus alas extendidas a los lados de su cuerpo.

— Aunque me gustaría agregar una más — sostuvo, deteniéndose en el centro de la habitación y volviéndose hacia mí.

— ¿Cuál? — fruncí el ceño, intrigada por lo que podría decir.

Pase lo que pase, no te enamores de mí — me pidió seriamente

Me reí, sin creer lo que estaba escuchando.

¿Enamorarme de Mateo? Eso era una pelotudez.
Pero él no se rió y eso me hizo darme cuenta de que no me estaba jodiendo, en su lugar, se acercó mirándome intensamente.

— En serio, morocha, créeme que no vas a querer hacerlo — susurró

Su mano se deslizó hacia mi cintura, y con la uña de su dedo índice trazó un círculo en mi piel. Mi cuerpo se estremeció, y mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Si tenes ganas de coger, cogemos... es parte de mi naturaleza y estoy dispuesto a hacerlo con vos, si es lo que queres... — me propuso — pero no te enamores... porque si lo haces, no voy a poder evitar todo lo qué va a pasar después

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chau

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐔𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora