naiki's pov:
— No sabes... fue muy cool como de repente empecé a sentir que el cuerpo me quemaba y después se me cruzó ese hechizo por la cabeza — le conté emocionada a Mateo, quien me había preguntado cómo había hecho para enfrentar a las almas en pena — lo dije y todas me hicieron caso... me... me sorprendió saber que era capaz de hacer eso
— Yo te había dicho que eras alguien poderosa — aclaró el antes mencionado acariciando el lomo de Pac que estaba acostado sobre su abdomen — solo necesitabas que algo hiciera que ese poder saliera
Asentí con la cabeza dejando al animal en el suelo y sentándome con las rodillas pegadas al pecho.
— ¿De verdad sería muy malo que... me enamore de vos? — consulte tragando saliva — o sea... no es que lo esté, no lo estoy... solo es una duda
El morocho entrecerró los ojos, analizando mis movimientos y la expresión de mi rostro.
— Puedo saber si me estás mintiendo... y no lo haces — hizo una mueca, incrédulo — y la respuesta es depende... porque quizás no sea un problema para vos perder lo que perderías, o quizás si, supongo que solo lo sabrías si pasara
— ¿Que...
— ¿Te acordas cuando recién nos conocíamos, que te pregunte si serías mi reina? — dudó, interrumpiéndome, y yo asentí formulando un aja — ¿tu respuesta sigue siendo la misma?
— Exactamente — susurré viendo a Mateo sentarse — no sería una buena reina — me reí, nerviosa e incomoda
— Serías la mejor — movió su cabeza de, un lado a otro, para hacer sonar sus huesos — pero no estás lista para esta conversación
Suspire. Mateo era complicado y me estresaba.
— Yo... descubrí cómo fue que te invoqué hace unos meses — trague saliva señalando el libro de brujería que yacía sobre mi escritorio — leí uno de esos textos... después se corto la luz y me asuste, cortándome el dedo y...
— Haciendo un pacto de sangre — finalizó él — me invocaste sin querer entonces
— Te lo dije mil veces... pero sos re cristalito y ahí nomás te enojas y pensas que si lo hice intencionalmente — bufé
Mateo abrió los brazos y cerró los ojos. No respondió a mi comentario, solo se quedó quieto y en silencio, hasta que apoye mi cabeza en su pecho y rodeo mi cuerpo, abrazándome.
— Sabes que te mentí ayer a la noche cuando... hablábamos de la regla de no enamorarse — lo escuche tragar saliva — pasa que no se si lo que siento es amor... yo... nunca he amado a alguien
— ¿Si estas enamorado de mi, entonces? — pregunte mirando hacia arriba y topándome con los ojos marrones del ser del inframundo, que me miraban con cierta dulzura a tal punto de marearme. No estaba acostumbrada a que él me mirara de esa manera.
— No sé — susurró desviando la mirada — pero lo que si sé es que me volves loco... Nicole... sos una amenaza para todo lo que yo soy
— ¿P... porque? — fruncí el ceño, apoyando mi cabeza en su hombro
— Porque por tu culpa quiero cambiar... y soy un demonio, mujer... se supone que tengo que ser malo — suspiró, frustrado — pero ahí me tenes... replanteándome prácticamente todo
— Mateo, yo n...
— Y es que te haría la reina de todo el puto infierno si me lo pidieras — se rio, negando con la cabeza — pero... sé que no cambiarías la vida que tenes por una a mi lado — chasqueo la lengua — así es esto, ma
Subió y bajo los hombros con una mueca en el rostro que no pude descifrar. Pero, decidí apoyar mi mano en su mentón y atraerlo lentamente.
— Me asusta todo esto, Mateo — susurré, notando como mi pecho subía y bajaba agitado debido a mi respiración — y yo todavía no estoy segura en si debo o no confiar en lo que me decís
Nuestras frentes se juntaron y él cerró los ojos, exhalando con fuerza. Acto seguido, me besó la comisura de los labios con delicadeza, manteniendo la misma posición al separarse unos pocos centímetros.
— Sé que soy... todo eso que me dijiste — levantó la mirada para cruzarla con la mía — pero te juro que lo intento
— Es que eso me detiene, Mateo — aclare tragando saliva — vos tenes todas las cualidades malas que existen... aunque no puedo negar que tus besos si me gustan y eso te suma un puntito
El morocho se rio empujándome levemente mientras negaba una y otra vez con la cabeza.
— ¿Me estás jodiendo? — se mordió el labio apoyando su espalda contra la pared — no se te puede decir nada lindo a vos
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si Nicole no quiere yo me ofrezco
