Me mantuve en silencio, mirando a Monique analizar las cartas que estaban frente a ella. Hasta que su rostro se ensombreció de repente, y su expresión cambió de la curiosidad a la alarma.
— No... — murmuró, con un temblor ligero en su voz — no puede ser...
Subió la vista, encontrandose con la mía, y pude observar el terror apoderarse de sus ojos.
— Esa aura y esa mirada... — dijo acusándome completamente asustada — te entregaste a él... le diste tu cuerpo...
Pestañee repetidas veces, procesando cada una de sus palabras
— ¿Qué? — pregunté, tratando de mantener la calma — ¿a quién?
Monique me miró con una expresión de horror, como si yo fuera una persona completamente diferente.
— Al príncipe de las tinieblas — exclamó reuniendo las cartas torpemente — al hijo del señor de la oscuridad...
Me quede inmóvil, solo mirándola fijo. No entendía del todo lo que trataba de decir.
— Sos la próxima... sos la próxima... sos la próxima... — repitió una y otra vez provocando que la piel se me erizara.
¿Qué quería decir? ¿A qué se refería con "la próxima"?
— ¿Qué significa eso? — consulté frunciendo el ceño — ¿la próxima que?
Pero no respondió. Solo siguió reproduciendo la frase como disco rayado, con una voz que se volvía más aguda y aterradora con el paso de los segundos.
De repente, se levantó de su silla arrastrándola hacía atrás con un ruido bastante molesto.
— ¡Andate! — me gritó — ¡no debiste venir a buscarme!
Me sobresalté levantándome del asiento. No entendía qué estaba pasando.
En ese momento, la puerta se abrió y Mateo ingresó en la habitación. Sus majestuosas alas se extendían por detrás de su espalda, y su presencia parecía llenar todo el espacio de una fuerza pesada e insoportable.
Monique corrió hacia un rincón de la habitación, con una expresión de terror en su rostro.
— ¡No! — gritó — ¡no debiste venir a mi casa! ¡lo arrastraste con vos y ahora va a llevarme!
Mateo se acercó a mí, con una sonrisa amplia que dejaba ver una fila de dientes blancos y relucientes. Pero yo no podía mirarlo. Estaba demasiado asustada. Demasiado confundida.
— Llegué, morocha — susurró para luego centrar su atención en la mujer de pelo negro — vale, Monique, ¿quid agis?
— Nihil, Domine Tenebrarum, ¿sed quid venisti? — contestó ella, bajando la mirada hacia sus manos que se movían nerviosas.
— Veni ut reddam quod debetur, da ei quod suum est — dijo Mateo, con un tono autoritario y cruel.
Monique se estremeció y me observó con una expresión de terror absoluto. Pero luego, se puso firme y dio unos cuantos pasos hacía atrás.
— No — aclaró tragando saliva — es... mío
— ¿Te atreves a desobedecerme? — él, sin pensarlo, la agarró del cuello levantándola del suelo y disfrutando de verla retorcerse.
— Mateo, bájala... ya — le pedí rodeando su brazo con mi mano y tirándolo hacía donde yo estaba
Me miró de reojo y bufó, soltándola bruscamente, provocando que, al caerse se llevara las manos a la zona anteriormente presionada por el demonio con una sonrisa en su rostro.
— ¿Num humano amore captus es, Domine Tenebrarum, ut tibi ipsi ignores?
De todo es, solo entendí la palabra 'humano' y 'amore', pero, por lo tenso que se había puesto el ser del inframundo, seguramente era algo que no le agradaba escuchar.
Luego, le arrancó el collar que ella traía en el cuello y lo observó. Posteriormente, se volvió hacia mí y se acercó con pasos lentos. No tenía idea que significaba ese collar pero sabía que Mateo conocía a Monique desde hacía tiempo, y que era el hombre más peligroso que había conocido jamás.
[...]
— La conocías — exclame una vez que estábamos en las afueras de la casa — pero te hiciste el boludo
El ojimarron subió y bajó los hombros, pateando una piedra que estaba frente a él.
— No quería interferir con lo tuyo, morocha.
— Da igual... me lo hubieras contado — dejé de caminar y me crucé de brazos — ¿qué otras cosas ocultas?
— No quiero discutir, ma... esta vieja me hizo doler la cabeza — se excusó llevándose la mano derecha a la sien
— ¿Qué te preguntó antes de qué le sacarás el collar? — dudé observándolo confundida — ¿para qué sirve eso... ya que estamos?
Pestañee, y al abrir los ojos, estábamos de vuelta en mi habitación.
— Ey... te hice dos preguntas — insistí mirando como se acercaba a mí — es de mala educación no...
— "Num humano amore captus es, Domine Tenebrarum, ut tibi ipsi ignores" significa "¿estás cautivo por el amor humano, señor de la oscuridad, hasta el punto de ignorarte a ti mismo? — me explicó sin mirarme
— ¿Qué... quiere decir eso?
Su mano acarició mi mentón con suavidad y luego lo escuché suspirar.
— Y el collar... — cambió de tema mostrándome el objeto que se balaceaba en el aire — este... es tuyo... solo que no te acordas
Mi mirada se deslizó de los ojos del morocho al accesorio de oro y piedra blanca en el centro. Me sentía como si estuviera viendo algo familiar, pero no podía recordar qué era. La sensación era extraña y me hizo sentir incómoda.
— ¿Qué significa esto? — pregunté, mi voz apenas audible.
Él sonrió y su mirada se volvió más intensa.
— Es la prueba de que sos mía... de que siempre lo fuiste — trago saliva, temiendo por mi respuesta
— ¿Podes ser más... claro, por favor? — le pedí poniendo mis manos en su pecho para separarlo
— Te conozco desde hace mucho tiempo, Nicole — dijo, acercándose a mi oído — te busque por siglos... y ahora gracias a este collarcito, que por cierto, yo te regalé... lo vas a recordar todo
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las cosas se van resolviendoooo