08 - 𝔱𝔬𝔱𝔞𝔩 𝔮𝔲𝔢 𝔫𝔦 𝔮𝔲𝔢𝔯𝔦𝔞 𝔳𝔦𝔳𝔦𝔯

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Mateo estaba dándome la espalda cuando salí del placard. Sus alas extendidas tapaban todo su cuerpo y me impedían el paso.

Dame la cara, hijo de mil puta, asesino — traje de empujarlo pero sus alas me pincharon haciéndome sangrar — traidor de mierda

Yo no hice nada morocha, vos lo viste todo — hablo dándose la vuelta — ¿y traidor porqué? nunca debiste haber confiado en mi, en primer lugar

Lo mire frunciendo el ceño por un segundo y luego me reí. ¿Cómo podía ser tan insensible? Mi mamá había sido todo para mí, y él la había sacrificado como si fuera nada.

Tenes razón — chasquee la lengua — nunca debí si quiera creer la mierda que me dec...

— Además, fue una decisión estratégica, aunque yo no la tome — me interrumpió con una sonrisa cruel — ella ponía en peligro nuestros intereses... y no era una prioridad para mí protegerla

— ¿Intereses?, ¿qué intereses pueden ser más importantes que la vida de mi mamá? — le pregunté sintiendo que todo mi cuerpo se tensaba

— Ya te dije que era insignificante, una simple humana en un mundo de criaturas poderosas — repitió con un tono más grueso — y vos... — largo una carcajada — pensé que eras alguien más inteligente

— ¿Insignificante? — cuestione apretando los puños — era una mujer maravillosa

Mateo subió y bajo los hombros.

— Debiste protegerla entonces — colocó una de sus manos en mi frente y me dio un leve empujón — que ingenua sos, Hija de la Luna Roja

Mi mirada se desvió hacia el escritorio, donde el cuchillo del almuerzo del día anterior aún yacía olvidado. Lo tomé con firmeza, sintiendo su peso y su frialdad en mi mano.

— ¿Crees que podes hacerme daño con eso, morocha? — se rió mientras negaba con la cabeza — me sorprende lo patéticos que pueden ser los humanos

No soy patética — dije con voz baja y amenazante — soy capaz de hacer lo que sea necesario para proteger a los míos

— Los míos — repitió, volviendo a reír — tu mamá ya no está, Nicole, estás sola.

Mi mano apretó el cuchillo con más fuerza, sintiendo el impulso de clavarlo en su corazón, y sin pensarlo dos veces me abalancé sobre él y le clavé el cuchillo en el pecho. La hoja se enterró profundamente en su carne, pero él no se inmutó. En lugar de eso, se rió, observándome divertido.

— ¿Eso es todo lo que tenes brujita? — consultó observando la zona en donde lo había apuñalado

Mi furia se intensificó. Saqué el cuchillo y lo volví a clavar, una y otra vez, cada vez con más fuerza y determinación. Mateo continuó riendo, pero comenzó a mostrar signos de debilidad.

Finalmente, después de varios golpes, el morocho escupió una especie de sangre negra y espesa. Su risa se convirtió en un jadeo, y su mirada comenzó a nublarse.

— ¿Te das cuenta ahora? — pregunté notando como mi voz temblaba — no soy débil, y si vos podes matarme, yo también puedo hacerte lo mismo

Retiré el objeto cortante de su pecho, viendo cómo se desplomaba en el suelo, su sangre negra y espesa manchaba el piso, y su mirada parecía haber perdido toda la oscuridad que lo caracterizaba.

Me quedé en silencio, solo observándolo. Un momento pasó, luego otro. No se movía. No respiraba. Parecía muerto.

Me acerqué a él, sintiendo como mi corazón aún latía con fuerza después de la lucha. Me detuve a su lado y miré hacia abajo, esperando ver algún signo de vida. Pero no había nada.

Justo cuando pensé que había logrado matarlo, Mateo abrió los ojos, clavando su mirada en la mía.

— ¿De verdad crees que podes matarme así de fácil? — preguntó, su voz baja y amenazante.

Intenté retroceder, pero él fue más rápido. Me agarró del pelo y me tironeó hacia abajo. Me dolía el cuero cabelludo, pero tenía que defenderme, así que sin pensarlo comencé a clavarle las uñas en la cara.

Mateo me empujó con tal fuerza que me estrellé contra la pared. No pude pararme porque cuando lo intente mi cuerpo resbaló hacia abajo, pero antes de que pudiera tocar el suelo, Mateo me tomó del cuello y me levantó, presionándome contra la superficie que estabas detrás.

Me sentí atrapada, sin escapatoria. Me sostenía con una fuerza sobrenatural, y su mirada quemaba mi alma de una manera insoportable.

Y entonces, todo cambió. La habitación desapareció, y nos encontramos en un bosque bastante tenebroso. Los árboles parecían cerrarse sobre nosotros, rodeándonos de total oscuridad.

Inmediatamente reconocí este lugar. Era el bosque de mi primera visión, el lugar donde había visto mi propia muerte.

Mateo sonrió con una expresión tan fría que me heló los huesos

— Acá moriste en tu primera vida, ¿o no? — preguntó, su voz llena de desdén.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Cómo sabía que era acá si yo nunca se lo había descrito?

— Sos tan tonta que hasta te olvidas que te puedo matar — susurró presionando el agarre — te puedo destruir en un instante, y no hay nada que podas hacer para evitarlo

— ¿Por qué me trajiste a este lugar? — indague con las pocas fuerzas que me quedaban

— Digamos que... quiero que recordes — titubeó con un tono cruel — ...cómo moriste, y cómo voy a matarte de nuevo.

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paren un poco che, ocho capítulos y ya se han querido matar dos veces 😧

YA ESCUCHARON FORTY??? 🥷🏽

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐔𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora