23 - 𝔰𝔞𝔩𝔳𝔢, 𝔣𝔦𝔩𝔦𝔞 𝔩𝔲𝔫𝔞𝔢 𝔯𝔲𝔟𝔯𝔞𝔢

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La noche era oscura y silenciosa, el cielo estaba completamente nublado y gris. La única luz provenía de las velas que rodeaban el pentagrama, su llama suave y temblorosa iluminando el espacio con una luz dorada bastante poderosa. El aire estaba cargado de una energía pesada que tenía mis músculos tensos y que no me permitía estar en paz.

Mateo, en su forma demoniaca y vestido completamente de negro, exclamaba palabras en latín mientras que yo debía repetir, parada al centro del pentagrama. Su voz era baja y grave, y parecía resonar en cada hueso de mi cuerpo. Yo trataba de repetir las palabras con precisión, pero mi voz temblaba ligeramente. Estaba algo asustada realmente, pero intentaba no demostrarlo.

El dibujo que estaba trazado debajo de mi, parecía estar absorbiendo mi energía, mientras que las velas parecían estar quemando con una intensidad que me hacía sentir incómoda.

El morocho cerró los ojos y comenzó a recitar, en voz alta y grave, logrando que resonara en cada rincón de la habitación.

— Luna, tenebris imperatrix, audias meam vocem.
Per umbram, et per silentium, te invoco.
Sanguis lunae, in meam animam, effunde.
Tenebrae, meam mentem, occupa

Mientras él hablaba, la oscuridad de la noche parecía estar creciendo, como si la propia luna estuviera descendiendo sobre nosotros. La llama de las velas parecía bailar al ritmo de su voz, como si estuviera hipnotizada por lo que oía.

Luna, tenebris imperatrix, audias meam vocem.
Per umbram, et per silentium, te invoco.
Sanguis lunae, in meam animam, effunde.
Tenebrae, meam mentem, occupa — repetí decidida observando cómo Mateo asentía en señal de que estaba haciendo un buen trabajo

Repetimos las palabras en latín tres veces, uniendo nuestras voces en un canto hipnótico. La oscuridad parecía estar cerrándose sobre nosotros, pero de repente, el cielo se despejó y la luna llena apareció en el horizonte, iluminando el espacio con una luz plateada y extrañamente brillante.

La luna se centró en mí, y sentí su luz cálida y poderosa sobre mi piel. Mateo se acercó a mí, sacó una daga de su cinturón y la sostuvo en la mano derecha, acariciando con el dedo índice de la otra mano, la hoja afilada.

— La sangre es el sellado del hechizo — susurró — la sangre es el poder que nos une

Con un movimiento rápido y preciso, me hizo un corte pequeño en la mano, justo en la palma. La sangre comenzó a fluir, y la guió hacia el pentagrama, donde cayó en un pequeño charco rojo.

— Lunaria potestas, imple tuum uterum. Tenebrosa lux, adiuvet te memoriam tuam restaurare — acercó su rostro al mío, manchando mis labios con la sangre que había limpiado de la daga — Serva tenebrarum, mater noctis futura, animus tuus elevetur et unietur cum luna. Energia lunaria, transformet te, renovet te, et faciat te unam cum tenebris

Al escuchar sus palabras, sentí una energía poderosa que fluía a través de mí. Mi cuerpo comenzó a elevarse en el aire, y mi piel se tornó blanca y resplandeciente, como si la luna misma estuviese dentro de mi ser. Mis ojos, por el contrario, se volvieron negros como la noche, y sentí que mi alma se estaba uniendo con la oscuridad. Un viento fuerte y helado entró por la ventana apagando las velas, y logrando que Mateo se sobresaltara.

Permanecí así durante unos segundos, suspendida en el aire, mientras la energía de la luna fluía a través de mí. Luego, de repente, caí al suelo, agotada y sin aliento. Mi piel volvió a su color normal, y mis ojos recuperaron su brillo habitual. Pero sentí que algo había cambiado dentro de mí, algo que no podía explicar.

El morocho corrió rápidamente hacia mi, arrodillándose a mi lado.

— Nicole... — me dio un cachetón leve en la mejilla — ¿me escuchas?

Sonreí débilmente mientras lo observaba.

Estoy bien pero... convertirme en alguien poderoso me dio un poco de hambre

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Nicole 🤝🏻 La luna

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐔𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora