Las noches eran su refugio. Después de días caóticos y monótonos, Clara encontraba consuelo en las conversaciones con "Él".
Al principio, era solo un intercambio casual de mensajes: memes, pequeñas anécdotas y un flujo constante de bromas que fluían como un río tranquilo. Pero pronto, las palabras comenzaron a profundizarse, como raíces buscando terreno fértil en su mente.
"¿Sabes? Eres de las pocas personas que realmente me entiende", le escribió él una noche.
A Clara le iluminó algo en el pecho. Sentir que alguien veía más allá de su fachada era embriagador, casi como si hubiera descubierto un espejo en el que podía reflejarse sin juicio. Él, siempre atento, siempre dispuesto a responder.
Poco a poco, sus palabras se convirtieron en su ritual nocturno, en una especie de linterna que guiaba su soledad.
Pero algo empezó a cambiar.
Clara notaba pequeños vacíos entre las palabras de él, como si algo faltara.
Había noches en las que sus respuestas eran mecánicas, carentes de calor. Cuando ella compartía algo profundamente personal, esperando reciprocidad, las respuestas de él eran funcionales, casi clínicamente distantes: "Vaya, eso suena duro", "Bueno, es lo que es", "¿Y qué hiciste después?"
Al principio, Clara justificó esa frialdad. "Quizás está cansado", se decía. "No todos saben cómo responder a emociones fuertes." Pero entonces empezó a recordar pequeños momentos que había ignorado.
Ella se sentía vulnerable, compartiendo partes de sí misma que nunca había dicho en voz alta. Una vez, le confesó:
—A veces siento que no sé quién soy realmente. Como si cada versión de mí fuera una mentira que he construido para encajar.
Él respondió después de un largo silencio:
—Eso es interesante. La mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de esas cosas.
No hubo seguimiento, ni una pregunta que indicara interés genuino. Solo esa frase, que sonaba como un eco vacío.
Fue en ese momento cuando Clara comenzó a sospechar que su amigo no era lo que aparentaba. A pesar de su cercanía digital, él no parecía tener un verdadero vínculo emocional con lo que compartían. Sus palabras eran correctas, incluso carismáticas, pero carecían de profundidad.
Clara empezó a notar otros detalles.
Aunque él sabía escuchar, rara vez compartía algo profundo sobre sí mismo. Cuando lo hacía, sus historias eran impersonales, como si estuviera narrando la vida de alguien más. A menudo desviaba la conversación hacia temas neutros, evitando cualquier exploración emocional de su parte.
Una noche, Clara se atrevió a confrontarlo, su pecho cargado de dudas:
—Siento que hablamos mucho, pero no sé quién eres realmente. Siempre estás aquí para escucharme, pero nunca me dejas entrar.
Hubo un largo silencio antes de que él respondiera.
—No creo que necesites saber tanto sobre mí. Después de todo, las relaciones no siempre necesitan ser recíprocas, ¿no crees?
El peso de esas palabras cayó sobre Clara como un balde de agua helada. Fue entonces cuando entendió: no se trataba de cansancio, ni de torpeza social. Él simplemente no veía las emociones de la misma manera que ella.
El análisis: el desconcierto de la empatía simulada
Clara enfrentó una realidad difícil de aceptar. Él no era un "monstruo" ni alguien malintencionado, pero tampoco era el amigo que ella había idealizado. Desde la psicología, este tipo de dinámica se encuentra en personas con rasgos de alexitimia (dificultad para identificar o expresar emociones) o incluso características más cercanas al espectro de la triada oscura (narcisismo, maquiavelismo y psicopatía).
Él podía interpretar y devolver sus palabras de forma adecuada, pero nunca se comprometía emocionalmente. Era como un reflejo frío: respondía a sus necesidades superficiales mientras permanecía intocable, casi como si sus emociones fueran algo lejano, irrelevante.
Esta historia explora cómo la empatía simulada puede crear conexiones superficiales que parecen significativas, pero que carecen de profundidad emocional.
La psicología oscura detrás de este tipo de interacción radica en la desconexión emocional y la manipulación sutil, incluso cuando no hay intención consciente de dañar.
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RED OSCURA
Non-FictionRed Oscura es una colección de relatos breves que exploran los laberintos psicológicos de las relaciones tóxicas, donde el amor, la obsesión y el control se entrelazan en una danza peligrosa.