Capitulo 46

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Raven Santoro

Dejo a Daniel en la cama totalmente dormido y acaricio su pelo rubio. Beso su frente mientras que mi tía Zaria entraba a la habitación seguida de mi tía Emma. Ellas iban a cuidar de Daniel hasta que volviera.

O si es que volviera.

—Si no llego a volver, deben de hablarle a Kira, ella sabrá que hacer—le indico a mis tías

—No digas eso—me regaña la tía Emma—. Debes volver, tu hijo te espera.

—Cuidenlo por favor—les pido

Ambas asienten y salgo de la habitación. Voy hacia la entrada del piso donde los hombres de la familia me esperaban.

—¿Todo listo?—pregunto

—Todo está listo, solo debes de dar la orden—responde Alessandro

—Entonces vamos

Todos salimos del piso y bajamos hacia los autos para ir hacia la dirección que marcaba el GPS del anillo de Greta. Solo esperaba que no le hicieran daño.

Subo en mi auto junto a Matteo, Dante y Alessandro. Matteo era mi copiloto mientras que Alessandro y Dante iban en la parte trasera. Dante se iba a encargar de seguir el GPS minuto a minuto.

—¿Sigue en la misma dirección?—le pregunto a mi hermano

—Si, aún están en el mismo barrio—responde Dante

—Entonces andando

Enciendo el auto y salimos en dirección hacia el barrio de mala muerte donde estaba Greta. Autos y camionetas nos seguían, aunque ya había una guardia alrededor de la casa donde estaba Greta ubicada.

Según la última información, una mujer de cabello rubio había abandonado las instalaciones cerca de las seis de la tarde para luego volver a las ocho de la noche y hasta ahora nadie más habia salido de la instalación.

Las calles de Positano estaban vacías, apenas habían vehículos circulando. La mayoría de los habitantes estaban en sus hogares descansando para un nuevo día laboral mañana.

—Papá dice que debemos aparcar unas cuadras antes así no generamos sospechas—avisa Alessandro a mi lado

—Esta bien—asiento mientras aceleraba cada vez más, me importaba poco tener una multa por exceso de velocidad, solo necesitaba llegar donde Greta y saber si ella estaba bien.

La idea de que ella fuera herida por esta maldita guerra me haría sentir culpable toda la vida. Nunca debí haberla dejado, quizás si hubiera estado en casa nada de esto estaría pasando.

Al llegar al barrio de mala muerte, nos aparcamos dos cuadras antes de la avenida donde se encontraba la casa en donde tenían secuestrada a Greta. Bajamos en silencio y un hombre nos hace una seña hacia un edificio muy mal cuidado.

Entro al edificio y vemos que todos mis hombres habían formado un plan para entrar a la casa y atacar. Sonrió mientras me acercaba al encargado de mis filas.

—¿Que sabemos?

—En una hora más se hará el cambio de guardias en la casa, tendremos diez minutos para entrar y atacar. Debemos ser rápidos—explica—. Vamos a entrar por la parte trasera, mientras que otras lo harán por la parte delantera. Ambas entradas no tienen tanta seguridad.

—¿No sé ha visto Greta?

—No—niega el comandante

—Hay soldados en los techos de las casas listos para atacar—indica otro soldado

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora