Prologo

1.8K 118 4
                                    

Greta Rossi

—Adios—me despido de mis compañeros

—Adios Greta

Salgo de la casa de mi compañera Fiorella para adentrarme a la fría noche de Milán. Acomodo la mochila en mis hombros y empiezo a caminar hacia la parada del autobús que estaba a unos quince minutos caminando.

Había poca gente por la calle, nadie en su sano juicio saldría de su casa con estas bajas temperaturas.

Guardo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y camino con tranquilidad en medio de la oscura noche que había.

Un escalofrío recorre por mi cuerpo y suspiro dejando salir un humo por mi boca. Miro a mi alrededor buscando alguna alerta pero no había nada.

Todo estaba tranquilo.

Veo a lo lejos la parada del autobús, esperaba poder alcanzar el siguiente. A estas horas de la noche era difícil tomar un autobús y no tenía dinero para poder llamar un taxi. Necesitaba ahorrar.

Unos brazos rodean mi cuerpo y la tensión en mi cuerpo recorre cada centímetro de mi. Cubren mi boca antes de poder gritar y me arrastran a un callejón oscuro. Pataleo tratando de zafarme del agarre de mi agresor.

—Shh bonita—susurran

Me ponen contra la pared y un hombre que me doblaba la estatura y posiblemente la edad me sonríe.

Apestaba a alcohol y su aliento delataba el tabaco que también había estado fumando.

—Tan bonita y tan sola—rie

Trato de gritar pero solo presiona aún más su mano contra mi boca.

—No grites bonita, vamos a pasarla muy bien—rio aún más y niego frenéticamente.

Arranca mi abrigo dejándome solo en la sudadera. La mochila cae aún lado y su mano libre recorre mi cuerpo. Trato de forcejear pero un golpe en mi mejilla me deja anonada por unos minutos.

Arranco mi ropa rasgandola y dejándola hecha trizas, sollozo sin poder evitarlo y está vez golpeo en mi mandíbula haciéndome probar mi propia sangre.

Trata de abrir mis piernas pero me niego hacerlo, su mano rodea mi cuello y hace presión. Jadeo en busca de aire y manoteo su pecho tratando de defenderme.

El hombre ríe y siento como su miembro se presiona en mi abertura. Suelta mi cuello y toso tratando de respirar. Grite cuando empujó contra mi cuerpo y llore aún más sintiendo como una parte de mi me abandonaba por completo.

—Por favor, basta—sollozo

Sus jadeos me hicieron llorar sin parar mientras empujaba contra mi cuerpo cada vez más. Manoteaba su pecho pero solo lograba golpes y más empujones cada vez más bruscos que generaron dolor entre mis piernas.

Cuando todo acabo, sonrió satisfecho y palmeo mi mejilla mientras que yo sollozaba sin parar. El dolor de mi cuerpo solo empeoraba la situación.

—Seras una muy buena chica—rie alegremente.

Saca de su bolsillo un trapo que lo mojo con algún líquido y lo coloca contra mi nariz. Trato de apartar el rostro pero hace más presión. Mi cuerpo comienza a ceder y batallo para mantenerme despierta pero es imposible.

•••••••

Despierto desorientada en una habitación totalmente desconocida para mí. Parpadeo sintiendo como mi cuerpo dolía a terrores. Mi garganta estaba seca y exigía un vaso de agua, o quizás dos.

Frotó mis ojos y me siento en la cama, el dolor de mis piernas me hace quejarme y trago grueso. Los recuerdos de mis últimos momentos consciente me hacen empezar a llorar y me coloco de pie tratando de buscar alguna salida de este lugar.

Me acerco hacia las ventanas y paso las manos por mi rostro al verlas con seguridad y totalmente bloqueadas. Me acerco a la puerta y trato de abrirla pero tenía seguro. Estaba encerrada.

Me paseo por la habitación buscando como salir. ¿Si gritaba? ¿Alguien vendría por mi? .

El ruido de la manilla me hace girarme y entra una mujer junto un hombre. El mismo que anoche. Retrocedo asustada y la mujer sonríe.

—Es muy guapa—opina la mujer sonriendo y analizando mi cuerpo.

—Te lo dije y tiene un buen cuerpo. Es perfecta para el negocio—responde el hombre

—Tendras parte de tu pago—asegura la mujer y le sonríe al hombre—. Déjanos a solas ahora.

El hombre me da un último vistazo y sale de la habitación. La mujer se acerca y agarra un mechón de cabello.

—¿Cuál es tu nombre, bella?—pregunta ladeando ligeramente su cabeza.

—Ayudame por favor—susurro

—Dime tu nombre

—Greta—respondo

—Greta—repite—. Lindo nombre, ¿Cuántos años tienes?

—Veintiuno—trago grueso

—Eres perfecta—sonrie aún más—. Soy Graciela y de ahora en adelante te cuidare. Vas a ser perfecta para este negocio.

—Por favor déjame ir—suplico

—Shhh—pide

—Dejame ir por favor, no diré nada—sollozo

—No llores hermosa, estarás bien—acaricia mi mejilla—. Marie—llaman, la puerta se abre y entra una señora más entrada de edad. En sus manos traía una ropa—. Quiero que la bañes y la vistas, luego ve a dejarla con las demás. Si pone resistencia ya sabes que hacer.

—Claro señora

Graciela abandona la habitación y yo niego repetidamente, la mujer Marie se me acerca y hace una mueca.

—Sera mejor que hagas caso

—Por favor ayúdame—toma mi brazo y me guía al baño de la habitación. Enciende la ducha

—Desvistete

—Por favor—suplico

—Niña no me hagas hacerlo—suplica

—No diré nada—lloro

La mujer suspira, abre un gabinete y saca una aguja, la clava en mi brazo y presiona la jeringa dejando que el líquido se expanda por mi cuerpo. Agarra una píldora y me la mete a la fuerza a la boca.

Siento mi cuerpo dormirse poco a poco y como perdía el control de el. Estaba consciente pero no era capaz de mantenerme de pie por mi cuenta.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora