Capitulo 34

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Raven Santoro

Paso la toalla por mi cabello secandolo lo más que pudiera, mientras salía del baño. Camino hacia la cama donde Greta dormía profundamente boca abajo.

Paso mis dedos por su espalda desnuda y ella se remueve en su sueño. Beso su mejilla por unos segundos y Greta aparta su cabeza para esconderla y seguir durmiendo.

—Princesa—la llamo suavemente—es hora de despertar

—No—susurra adormilada

—Debemos irnos

Greta abre sus ojos y pasa su mano por su rostro. Beso su frente y ella se sienta en la cama, aferrándose a la sabana de la cama.

—¿Dónde vamos?

—A casa—respondo colocándome la camiseta

—Quiero dormir—frota sus ojos

—Podras dormir en el avión—le prometo—. Ve a ducharte, que iremos a desayunar y luego nos vamos a casa.

Greta asiente lentamente y se coloca de pie para ir al baño, cierra la puerta y yo sonrió de lado. Abro el bolso que habían traído durante la fiesta y busco algo de ropa para Greta.

El día estaba soleado, así que busque una prenda ligera y que fuera cómoda para Greta en las siguientes horas. Agarre un vestido veraniego blanco junto unos tenis blancos. Dejo la ropa en la cama y unos pocos minutos después, Greta sale del baño envuelta en una toalla.

—Gracias—sonrie al ver la ropa—no sabía que ponerme.

—Vistete o agarras una gripe

—¿Si agarro una gripe me vas a cuidar?—pregunta mientras se colocaba sus bragas

—Claro, jure cuidarte y eso es lo que haré

—¿Y si me convierto en un gato, me amarías?

—Si—evito reir

—¿Un perro?

—Serias una linda cachorrita—bromeo

—¿Y si me convierto en una mariposa?

—Serias muy libre

—Es cierto—murmura

Se coloca el vestido y luego ata sus tenis. Se dirige al baño y yo llamo un auto que nos lleve a desayunar antes de irnos al aeropuerto.

Cuando Greta sale del baño, ya estaba lista, así que tome su mano y salimos de la habitación, mientras que unos hombres recogían nuestras maletas para bajarlas.

—¿Que te gustaría desayunar?—le pregunto

—Quiero waffles—responde Greta, llamo al ascensor y ella se pone frente a mi—. ¿Vamos a Positano?

—Si—asiento dejando un mechón de su cabello tras su oreja—. Siento no poder llevarte a la luna de miel que te mereces, pero estamos en guerra y no nos conviene salir.

—Tranquilo, lo entiendo—sonrie sin problema—ademas, no me gusta viajar.

—¿Por qué no?—inquiero y entramos al ascensor

—Bueno, aveces me mareo en los aviones y no puedo dormir bien, lo que se me hace eterno el viaje. Nunca me ha gustado.

—Puedo decir que eres un poco rara—me burló de ella

—No soy rara—se defiende—solo me gusta estar en un espacio tranquilo. Me gusta mucho la paz y el silencio.

Niego lentamente y salimos del ascensor. Devuelvo la llave de la habitación y luego nos dirigimos al auto que nos estaba esperando. Subimos y le pido al chofer que nos guíe a una cafetería lo más privada posible.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora